Capitulo XXXIV

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Lance seguía sin creerse lo que esa nota decía, esperó y esperó a que Keith regresara, lo llamó al celular varias veces, pero no servía de nada, cuando llegó la noche intentó dormir para que esa pesadilla terminara, pero al siguiente día Keith seguía sin volver.

Desayunó solo, vio la televisión sin compañía, miró su celular sin poder chatear con él, el día pasó lento y aburrido, solitario, ese sentimiento que no había experimentado en mucho tiempo y que se siente peor que antes.

El remordimiento le perseguía, hubiera dicho algo antes, hubiera llegado antes, pero el tiempo nunca está de su lado, ahora es demasiado tarde, tarde para darse cuenta de sus sentimientos, tarde para evitar todo eso.

Lance pasó su fin de semana sin responder ningún mensaje o llamada, solo veía la televisión sin realmente verla e intentando dormir, con un montón de sentimientos, se sentía triste, molesto, decepcionado y en especial vacío, como si algo se le haya sido arrebatado del pecho.

Otra mañana solo, el único cambio es que tiene que ir a trabajar, realizó la rutina de siempre y llegó al trabajo puntual como siempre, tomó asiento en esa solitaria oficina y empezó a hacer el mismo trabajo que ha hecho por años.

–Lance, soy yo, ¿puedo pasar? –Allura frente a la puerta de su oficina.

–Sigue –Lance respondió.

Allura entró con una gran sonrisa, se sentó en la silla frente a él y lo vio con curiosidad.

–¿Estás bien? Te noto un poco raro... –Allura comentó un poco desanimada.

–Sí, solo estoy cansado de hacer esto durante tantos años –Lance se acomodó contra el asiento.

–¿Has pensado renunciar? Sinceramente nunca te noté que lo disfrutaras.

–Lo he considerado varias veces, solo que no sé qué más podría hacer aparte de esto.

–Piensa en algo que te guste, que quieras hacer y que te apasione –Allura tomó unos papeles en su mano y les hecho una hojeada–, además no te preocupes por Coran, yo puedo hacer todo esto sin problema.

–¿Crees que ya es hora de renunciar?

–A mi no me preguntes, reflexiona sobre ello y sabrás cuando es el momento indicado –Allura se levantó de su asiento–, ahora que lo recuerdo, ¿cómo van las cosas con Keith?

–Van mal, pero estoy pensando cómo resolverlo –Lance respondió con una leve sonrisa para no preocuparla.

–Está bien, espero que todo se resuelva pronto –Allura se levantó de la silla–, es mejor que regrese aún tengo trabajo por terminar.

–Nos vemos luego –Lance se despidió con la mano.

Allura se despidió y salió de prisa de la oficina, Lance siguió revisando unos cuantos papeles antes de ir a descansar un rato, encontró a Pidge y Hunk comiendo así que fue a acompañarlos un rato.

–Entonces... ¿qué tal van las cosas con Keith?

Pidge codeó a Lance, pero no notó la reacción que esperaba.

–¿Lance...?

–¿Está todo bien? –Hunk preguntó.

–No... nada está bien –Lance desvió la mirada.

–¿Qué sucede? –Hunk se acercó a Lance y lo abrazó alzándolo en el aire.

–Keith se fue.

–¿A dónde? –Pidge preguntó confundida.

–No lo sé... solo se fue –Lance recostó su y cabeza en el hombro de Hunk.

Entre Garras y Colmillos - KlanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora