Unos golpes en la puerta hicieron que dejara de lado los papeles que estaba llenando, permitió el acceso a la oficina con un "pase" y una pequeña chica con gafas entró.
–Hola Lance, ¿estás ocupado? –preguntó mientras se sentaba en la silla ubicada frente al escritorio.
–No mucho, ya casi termino –ahora se encontraba organizando y apilando los papeles, ¿necesitas algo?
–En realidad quería pasar un tiempo contigo, estoy en mi descanso –la chica apoyó sus codos en la mesa y su mentón sobre sus manos–, ya sabes, hace tiempo no hablamos y cancelaste la cena teníamos, muero por comer tu comida.
–Oh claro, ¿cómo has estado?
–Bien, no ha pasado nada interesante en mi vida, solamente que Matt dejó su trabajo y se volvió hippy –pasó a clavar su mirada directamente a sus ojos, curiosos por cierto, a pesar de su bello color azul nunca se veía brillo dn ellos–, ¿y tú? ¿ha pasado algo particular o interesante que no me hayas contado?
La reacción de Lance la hizo sospechar aun más, era obvio de que se sorprendió por como abría los ojos, abria la boca pero parecía no querer hablar.
–No, nada nuevo –se le escaparon pequeños tartamudeos.
–Oh ya veo... –la chica obviamente no le creía–, entonces ¿para cuando será la cena?, después de cancelarla dijiste que nos invitarías después.
Lance tragó saliva, obviamente nervioso.
–No lo sé, últimamente he estado muy ocupado, han pasado muchas cosas.
–¿No que no te ha pasado nada nuevo? –levantó su ceja, lo estaba logrando en algún momento empezará a confesar, pensó.
–Bueno, me encontré a alguien –se detuvo antes de seguir–, quiero decir, me encontré con alguien que no está en una buena situación así que lo estoy ayudando.
–¿Quién es, un familiar, un amigo? –Pidge ya estaba hablando sin pensar.
–Es algo que prefiero no comentar –Lance desvió la mirada.
–Vamos, soy tu amiga, puedes contarme lo que sea.
–Pidge, por favor... –empezaba a ponerse ansioso.
–No seas malo, sabes que puedes confiar en mí.
–¡Dije que no! –el castaño golpeó la mesa con fuerza.
Algunos papeles cayeron de la mesa, Pidge involuntariamente retrocedió y sintió como si su boca hubiera sido cosida, no salía ninguna palabra y su garganta dolía.
–Por favor, vete –Lance pidió más calmado mientras se masajeaba la sien y evitaba verla.
Pidge se levantó y se fue sin chistar nada, parecía que sus pies se movieran solos, se apuró a llegar al cubículo de Hunk, se sentó a su lado, apoyó su cabeza sobre el escritorio y empezó a soltar murmullos con frustración.
–¿Estás bien? –Hunk preguntó preocupado.
Pidge negó con la cabeza sin despegarse de la mesa.
–Hice enojar a Lance, me siento terrible –se apoyó sobre sus codos.
–¿Qué hiciste ahora? –preguntó con notable decepción en su voz.
–Bueno le hice unas cuantas preguntas sobre su vida personal, parece que sintió que estaba invadiendo su intimidad y me sacó –habló con pesadez.
–Al fin te pone en tu lugar, no debes molestarlo tanto –la regañó.
–Lo extraño es que cuando me gritó, no estaba controlando lo que hacía mi cuerpo, como si hubiese sido embrujada.
–No empieces con tus conspiraciones, solo te sentiste fuera de lugar porque nunca te había regañado antes –frunció el entrecejo.
–¡Hablo en serio, mi cuerpo no respondía mis ordenes!
–Sí, como digas, seguiré trabajando –ignoró su pataleta y volvió su atención al computador.
–Bien, como quieras –se fue ofendida.
Antes de volver a su cubículo decidió pasar por un té para despejar su mente, le dio un pequeño sorbo y casi se atraganta al ver a Lance tambaleándose por el pasillo, estaba hablando en su celular pero chocó contra la pared y cayó junto a su celular.
–¡Lance! –corrió hasta el dejando caer su vaso y se agachó junto a él.
El moreno no respondió, se estaba agarrando la cabeza y cerraba los ojos con fuerza.
–Estarás bien amigo, te llevaré a casa –pasó su brazo sobre sus hombros y lo ayudó a levantarse, no sin antes hecharse el celular al bolsillo.
Llevarlo hasta la salida fue más fácil de lo que esperaba, sentía que llevaba una hoja de papel, no un hombre que le doblaba en masa corporal, posiblemente la gravedad estaba de su lado, sentía como flotara. Antes de alcanzar la manija para salir del edificio, Lance la detuvo.
–Sol –dijo con voz desgastada.
Eso la confundió, posiblemente el dolor de cabeza aumentaría si salía al sol, así que se retiró su abrigo y lo puso cubriendo su cabeza, finalmente salieron y Pidge esperó hasta que pasara un taxi, finalmente después de unos minutos esperando al fin un taxi se estacionó, con cuidado ayudó a que Lance entrara y dio la dirección de su casa.
–¿Tu dirección no ha cambiado cierto? _le preguntó a su compañero a su lado, pero Lance cayó dormido en su hombro, suspiró agotada y esperó hasta que llegaran al lugar.
Tomó su celular y le escribió a Hunk para que informara a Coran, el recorrido no duró más de 10 minutos hasta que llegaron, pagó y con mucho cuidado ayudo a bajarlo, y abrió la puerta con las llaves que Lance le dio en uno de sus cortos momentos de conciencia, lo llevó hasta el sofá y le dejó ahí descansado, cayó completamente dormido.
Pidge se sentó a su lado, tomaba su temperatura, estaba pendiente de cuando despertara mientras que veía las noticias por la televisión, estaban entrevistando transeúntes su opinión sobre las revelaciones de nuevos seres parte humanos que estaban mostrándose en la sociedad. Desde pequeña, Pidge siempre fue fanática de los seres sobrenaturales, cuando solo unos pocos años atrás pequeños grupos se revelaron al mundo, no podía ocultar su felicidad, desgraciadamente nunca ha conocido a ninguno de ellos. Una canción empezó a sonar desde el celular de Lance (la canción del inicio), lo sacó de su bolsillo y vio quien estaba llamando, el nombre que ponía era Mr. Wolf, acompañado por el emoji de lobo que vio antes, no supo si contestar o no, pero la curiosidad la mataba, así que contestó y se llevó el celular al oído.
–¿Lance?, los mensajes que me enviaste no tenían sentido pero voy en camino –habló una misteriosa voz, se notaba que estaba corriendo por su respiración agitada.
Antes de que Pidge pudiera decir algo, la llamada se cortó, miró fijamente a Lance y negó con la cabeza. Se colocó su abrigo y acomodó como pudo a Lance a lo largo del sofá, tomó un papel y lapiz que encontró y escribió una pequeña nota antes de retirarse, respetará su privacidad.
Las llaves encajaron torpemente y finalmente abrió la puerta, estaba cansado, pero eso era lo de menos, lo primero que vio fue a Lance recostado sobre el sofá, suspiró aliviado, estaba en casa, los mensajes mal escritos de "ven a casa" "necesito tu ayuda" lo tenian atormentado.
Cerró la puerta tras de sí y se acercó a él lentamente, nunca lo había visto dormir antes, llevaba poco tiempo ahí, y bueno, Lance nunca duerme, pero su rostro tenso le preocupaba, acercó su mano a su mejilla y la acarició, Lance abandonó su tensa expresión y se acurrucó contra esta, estaba frío.
A su lado encontró un papel con algo escrito, con cuidado retiró su mano y alcanzó el papel: "Por favor cuida de mi amigo, señor lobo" y en la parte inferior una firma que consistía en el dibujo de unos lentes redondos. Aquella persona de lentes ayudó a Lance, le estaba completamente agradecido.
Fue a la cocina tomar agua, literalmente vino corriendo apenas terminó. Cuando regresó a la sala encontró a Lance agarrándose con dolor, se acercó y vio como sus ojos se abrían, se sorprendió al ver sus ojos de un brillante color rubí, su rostro mostró confusión al verlo, se tomó unos largos segundos viéndolo y habló.
–¿Tú... quién eres?
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Entre Garras y Colmillos - Klance
ParanormalUn vampiro viviendo en una sociedad sin ser descubierto durante siglos suena algo imposible, pero para Lance esto no fue tan difícil. A pesar de tener al rededor de docientos años, su aparecía no supera los 25 años. Un día después de salir de su tra...