Capitulo XXXV

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Keith cumplió con su promesa e hizo el desayuno para las chicas y espero a que vinieran a desayunar.

–No está tan bueno, pero es mejor que levantarse más temprano –Zethrid comentó.

–Tienes razón –Ezor coincidió.

Narti asintió mientras que comía, Ezor seguía con tanto sueño que se acostó en el hombro de Zethrid y empezó a roncar. Keith no esperaba algún alago, ya sabia que no es el mejor cocinando, después de comer fue a alistarse para salir.

–¿A dónde vas? –Zethrid preguntó cuando vio a Keith en la puerta.

–Voy a salir un rato, no se que horas regrese –Keith respondió inseguro.

Narti se acercó y le entregó una lista junto con algo de dinero.

–Si tienes tiempo, compra lo de la lista, hay una tienda cercana –Zethrid pidió.

Keith asintió y salió del lugar, suspiró al ver aquellas calles desconocidas, una idea que se le venia a la mente era tocar de puerta en puerta hasta que alguien lo reconociera, pero esa idea es realmente extraña.

Otra idea un poco más lógica es caminar por el lugar, quizás los recuerdos vendrían a él al encontrarse en un lugar conocido, caminó toda la mañana y tarde, incluso si le dolían los pies, pero no había ningún lugar que le trajera recuerdo alguno.

Ya ni sabia en donde se encontraba, pero había un gran supermercado donde podría hacer las compras para las chicas y después pedir indicaciones para regresar. Tomó un carrito de compras y empezó a recorrer los pasillos.

En cuestión de diez minutos solo le faltaba comprar un champú, llegó hasta el pasillo de higiene y se detuvo frente a uno en específico, no era el que esta buscando, pero si lo reconocía, lo tomó en su mano y sonrió.

–Lance compró cinco de estos, y apenas llegamos a la tercera botella –Keith comentó para sí mismo.

Keith rio de solo recordarlo y dejó el champú en su lugar, siguió buscando hasta que encontró la marca que necesitaba, se acercó cuando y estaba a punto de tomarlo, su mano chocó con la de alguien más.

La persona ni siquiera estaba mirando, estaba ocupada contestando una llamada al celular, algo que llamó su atención fue su par de orejas y cola, la mujer volteó a mirar cuando se le quedó viendo fijamente y empezó a tartamudear intentando contestar a la llamada.

–Te llamo después cariño –la mujer colgó la llamada y se acercó a Keith.

A Keith le resultaba familiar, muy familiar su aspecto y su voz, era como si ya la conociera. La mujer se acercó y se lanzó a abrazarlo, Keith no quería separarse de aquella desconocida, correspondió el abrazo como si estuviera abrazando a alguien que no veía hace mucho tiempo.

–Hijo mío –la mujer lo abrazó con más fuerza.

–¿Mamá? –Keith sintió sus ojos humedecerse.

–Sí, soy Krolia, tu madre.

La mujer se alejó y tomó su rostro entre sus manos.

–Keith, no seas llorón como tu padre –la mujer sonrió sintiendo sus ojos humedecerse también–, si eres tú, espero que esto no sea un sueño.

Keith asintió, no podía creerse lo que estaba pasando.

–Vamos a casa –la mujer sonrió.

Keith explicó que tenia unas compras que llevar y recoger sus cosas, Krolia entendió y terminaron de hacer las compras, subieron al auto de Krolia y fueron hasta la casa de las chicas.

Ezor abrió la puerta y se quedó confundida al ver una mujer con un gran parecido a Keith, la invitó a pasar y Keith dejó las compras en la cocina y fue a recoger sus cosas, cuando regresó encontró a Krolia hablando con ellas mientras que las otras chicas estaban a punto de llorar.

–...estoy muy feliz de ver a mi hijo otra vez.

–Esto es muy trágico –Ezor sollosó en el pecho de Zethrid.

–Calma, calma –Zethrid sorbia de su nariz mientras que acariciaba tu espalda.

Narti tenia la cabeza gacha mientras que su gato intentaba animarla.

–Creo que no debí decirlo, lo siento –Krolia intentó animar a las chicas dedicándoles sonrisas.

–Espero que tengas una linda reunión con tu familia –Ezor se empezó a secar las lágrimas.

Keith ahí entendió que Krolia les contó la historia, madre e hijo agradecieron por su hospitalidad, Ezor fue a despedirlos a la puerta y después cerró la puerta, haciendo que Zethrid empezara a llorar escandalosamente.

Fue un recorrido de veinte minutos en auto, Keith cuando llegó un hombre que también se le hacía muy familiar abrió la puerta y lo abrazó, lo hicieron pasar, sus padres eran muy serviciales no querían que moviera un dedo.

–Mamá, papá, quiero saber que pasó, ya saben, para estar lejos de ustedes.

Ambos lo voltearon a mirar, Krolia tomó la iniciativa y se sentó en el sofá, Keith a su lado y su padre en la otra esquina, haciendo un sándwich protector.

–Antes de que desaparecieras, tenias un trabajo de medio tiempo, un día nos llamaste tarde en la noche y nos avisaste que el transporte aun no llegaba, así que vendrías a pie, esa noche no regresaste –a Krolia le temblaba la voz.

Keith agachó la cabeza intentando recordar, pequeños fragmentos venían a su cabeza, Krolia suspiró y continuo.

–Siempre tenía miedo de que alguien te hiciera daño, solo por nuestras diferencias yo recibía mucha discriminación, hasta que conocí a tu padre, ambos teníamos miedo así que te escondimos tu verdadero ser y nunca te dejamos ver la luna llena.

Keith conocía esas inseguridades de alguien más.

–Aquella noche que desapareciste era noche de luna llena, según las investigaciones se encontró una vagoneta abandonada, tenía la una puerta rota y tu billetera en el interior, pero no había ningún otro rastro tuyo.

–Estaba en un lugar seguro, no tienes porqué preocuparte –Keith intentó calmar a su madre.

–Todo fue mi culpa –Krolia comentó con la cabeza gacha.

–Para nada mamá, esto es culpa de gente mala, pero por suerte personas buenas cuidaron de mí.

–Es bueno que estás de regreso en casa sano y salvo –Krolia sonrió suave.

Su padre los envolvió a ambos en un cálido abrazo, no saben cuánto tiempo duraron así, pero sí sentían que un momento así les hacía mucha falta.

Entre Garras y Colmillos - KlanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora