Lance estuvo tan entretenido con las películas que no fue consciente de la presencia del hombre lobo a su lado hasta que este cayó dormido sobre su hombro y babeaba sobre la mascarilla, intentó no reír sobre lo ridículo que se veía, parecía que no estaba teniendo un lindo sueño, tenía el ceño fruncido y gruñía constantemente, pasó su brazo tras su de él y acarició su cabeza intentando calmarlo, por lo que veía el sueño no iba mejorando, y posiblemente resultaría lastimado si dejaba que continuara, ante el suave tacto de la mano, Keith pareció inquietarse entre sueños, y con unas suaves caricas, su rostro dejó de estar tensa y los gruñidos quedaron atrás, dejando un calmado respirar e indicios de lo que serían ronquidos, casi instintivamente tomó su celular y le tomó una foto.
A pesar de que solo sabía su nombre y cuidar de él durante unos días, era agradable su compañía, eso le gustaba creer, hace mucho —siglos— que no vivía con alguien, pero Keith definitivamente era la mejor compañía de alguna u otra forma lo entendía.
Se removió un poco instando dejar el celular en su lugar, pero con su leve movimiento causó que Keith despertara, abrió los ojos y pestañeó varias veces hasta acoplarse a la luz que daba el televisor.
–Buenos días –bromeó Lance somnoliento, era apenas media noche.
–¿Buenos días? –respondió confuso.
–Ve al baño, quítate la mascarilla y ve a dormir, mañana saldremos nuevamente así que tienes que estar descansado.
El hombre lobo asintió en respuesta e inevitablemente bostezo, causando que Lance también lo hiciera involuntariamente.
–¿No vas a dormir también? te veo bastante casando –comentó al ver como sus párpados estaban por cerrarse y parecía estar a punto de quedarse dormido.
–No, no tengo que, solamente hace mucho que no compartía tiempo con alguien de esta manera, me siento muy tranquilo –confesó con una suave sonrisa que hacía sentir a Keith inquieto.
–¿Eres así con todos? –preguntó Keith desconcertado.
–¿Así cómo? –borró su sonrisa pasando a un gesto confundido.
–Olvídalo –desvió la mirada con vergüenza.
Aún no recordaba si era hetero, bi o gay, pero definitivamente, Lance era su tipo, oh pobre Lance, pensaba Keith, ayudó a alguien que estaba generando un gusto en él, de seguro todo se pondrá muy incómodo, no dejaba de pensar.
–¿Qué piensas tanto? –Lance lo sacó de sus pensamientos–, vamos al baño a quitarnos estas cosas, de seguro ya se arruinaron las mascarillas por hablar tanto.
Keith asintió, Lance le dijo que se adelantara mientras buscaba algo, al llegar al baño intentó quitarse la dichosa mascarilla, pero era inútil parecía estar pegada a su piel, escuchó unos apurados pasos por las escaleras y un golpe acompañado por un disimulado insulto, era mejor no preguntar. Apareció en la puerta con varios productos de cuidado de la piel.
–El primer paso es quitarnos, las mascarillas se quitan con agua.
Emocionado dejó los productos al rededor del gran lavamanos, que por suerte era tan grande que cabían los dos sin problema, se retiraron las mascarillas y Lance dudó sobre colocarle las cremas, el hombre lobo si antes tenía una piel tersa, ahora parecía una escultura griega, de todas maneras, le colocó los distintos tipos de crema.
–Eres bastante guapo, de seguro tienes pareja –comenta Lance concentrado mientras le ponía una de las cremas.
–Lo dudo... –murmuró Keith avegonzado, el vampiro hablaba sin descaro o simplemente no era conciente de lo puede causar–, ¿te puedo hacer una pregunta algo rara?
Lance asintió y ahora se comenzó a humectarse su cara.
–¿Por qué actúas con tanta confianza conmigo? Apenas me conoces, y aun así noto tu esfuerzo para que me sienta cómodo –dudó si preguntar aquello, después de todo sentía que abusaba de su generosidad, pero ya no hay vuelta atrás.
Lance dejó los productos de lado, le dedicó una sonrisa.
–Puede que te parezca raro, pero lo hago porque tenemos más en común de lo que parece, somos seres no humanos con necesidades fuera de lo estándar, pero eso no significa que nos tengamos que sentir apartados, somos únicos y también merecemos afecto.
El hombre lobo quedaba atónito a sus palabras, ya intuía que Lance tenía un gran corazón, y ahora lo había confirmado. Entre pensamientos Lance volvió a sonreír y se rascó la nuca con vergüenza.
–Soy alguien que a pesar de todo, no creo que el que te haya encontrado haya sido por pura casualidad, más bien, creo que el destino fue el que te trajo a mí para poderte ser de ayuda, y de paso poder olvidar mi soledad.
–Ya veo... –murmuró Keith buscando la manera de salir de ahí, aun no sabía ni como ni porque, pero sus palabras le hacían sentir una calidez en el pecho.
–Ya es muy tarde, el tratamiento ya terminó así que puedes ir a dormir sin problemas.
Keith no respondió, solo asintió afirmativo, y pérdido en sus pensamientos casi choca con la puerta, la palabra "destino" no salía de su cabeza.
Al día siguiente como si tuviera un reloj interno, se levantó y cuando llegó abajo, encontró a Lance a punto de cocinar, de manera cortés le pidió que no cocinara, que solo con la carne cruda estaría bien, Lance aceptó sin mucho problema y después de un rapido desayuno, salieron al centro comercia, al cual tuvieron que caminar al rededor de una hora, bajo el ardiente sol y Lance bajo una sombrilla.
La misión ese día era comprar ropa para Keith como tanto para Lance, quien dijo que quería un cambio de look, el azabache no dejaba de repetir "te pagaré después todas las molestias", mientras que a Lance lo que menos le importaba era el dinero, ahorros de más de doscientos años era algo que de lo que podía despilfarrar, la estancia de Keith podía ser larga o corta, pero eso no era algo que le importara.
Pasaron por varias tiendas, y ya tenían varias bolsas de compra en sus manos, habían decidido ir por unas malteadas, pero el freno en seco de Lance dejó desconcertado a Keith.
–¿Pasa algo?
–Hay alguien que conozco que está a pocos metros, por favor cubrete con la gorra y si pregunta algo, no hagas contacto.
Momentáneamente Keith se sintió algo de dudas al respecto, pero era su vida personal así que no puede exigir explicaciones, se colocó rápidamente la gorra y siguieron caminando hasta que una enérgica voz le habló a Lance.
–Hola Lance –saludó alegre la chica de tez morena.
–Hola Vero –saludó Lance de regreso.
–Es raro verte por aquí, vaya sorpresa la que me llevé –miró levemente a su lado–, que mal educado eres, no me has presentado a tu amigo.
–Lo siento, él viene de Asia, así que no quiero abrumarlo con nuestro idioma, luego hablamos que tenemos prisa, hasta pronto.
Lance se despidió rápidamente y tomó la mano de Keith para empezar a alejarse rápidamente, por esta acción Keith tuvo que soltar su gorra, revelando la parte de atrás de su cabello, dejando al la pobre chica en un mar de dudas.
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Entre Garras y Colmillos - Klance
ParanormaleUn vampiro viviendo en una sociedad sin ser descubierto durante siglos suena algo imposible, pero para Lance esto no fue tan difícil. A pesar de tener al rededor de docientos años, su aparecía no supera los 25 años. Un día después de salir de su tra...