Capítulo II

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Dejó al chico de cabellos negros sobre el sofá, con cuidado de no lastimar su brazo, dejó la bolsa de compras en la mesita de la sala, y llamó a sus amigos, avisándoles que una urgencia sucedió y no podía recibirlos ese día.
Comprensivos dejaron para después organizar otra hora y fecha; dejó su teléfono en la barra de la cocina, y subió al baño para buscar unas vendas entre otros medicamentos.

Regresó al sofá y usando sus conocimientos como socorrista en primeros auxilios, vendó e implementó los medicamentos necesarios, con su obra hecha, se sintió orgulloso de sí mismo por su excelente ejecución, pero sentimientos de duda, culpabilidad e inseguridad lo llenaron, ¿qué he hecho?, se preguntaba, tenía una persona —no completamente humana—, inconsistente en su sofá, un completo desconocido que decidió ayudar solo porque este se lo pidió.

Con algo de desespero se alborotó sus castaños cabellos y llevó una mano a su cintura analizando la situación. No era la primera vez que conocía otro ser sobrenatural, ya había conocido sirenas, centauros, entre otros y afortunadamente conoció a parte de la imagen de la campaña de protección de los "monstruos", Takashi Shirogane, recuerda como hace décadas le hablaba de locas idea de igualdad y exponerse sin miedo, locura de la que Lance no quiso participar, y al parecer Shirogane encontró esa mitad que le faltaba para seguir con su "inclusión", cosa que iba de maravilla.

A comparación de otros seres, los hombres lobos son los más complejos, pueden cambiar de apariencia a gusto o conveniencia, exceptuando por los principiantes que la salida de luna llena los inducía a su estado animal —cosa que parecía ser el caso—, y en estados de inconsciencia volvían a su forma humana, también agradecía su rápida curación; los tejidos se arreglan con mucha rapidez, a veces casi inmediata, los huesos toman su tiempo, era un 80% más rápido que un ser humano común. Y también estaban sus diferencias a la hora del apareamiento, cosa que no se molestó en saber.

Los rasgos caninos del desconocido iban desapareciendo de manera lenta, la respiración antes agitada, estaba tranquila,  su rostro lucía un aire de seguridad y madurez, aunque no tanta para ser un viejo, cosa que le decía que era un adulto joven.

Algo exhausto, fue a la cocina para recargar energías con un poco refrescante sangre; cosas curiosas de los vampiros, eran sus dos formas de beber sangre, la tradicional, enterrando sus colmillos y succionando, y la humanizada, siendo capaz de beber de un vaso. Escogiendo la última forma.

Sirvió de una de las bolsas en un vaso, y daba pequeños sorbos intentando tranquilizarse, acabó con su bebida, en definitiva, el tipo a+ era de sus preferidos. Lavó de inmediato el vaso, y lo dejo secar, se estiró un poco, se fijó en la hora, 8:15, el estrés le hizo pasar el tiempo rápido, tomó su celular de regreso y buscó en foros información sobre hombres lobo, los cambios lunares eran causantes de su constante aparición, hombres lobos estaban volviéndose hostiles, pide tomar precaución de ir solo de noche y aconseja llevar vacunas tranquilizantes, y después llamar a las autoridades. Parece que no había hecho nada bien. Guardo su celular en el bolsillo y regresó a la sala, entrándose con una no muy grata sorpresa.

Había despertado, sí, eso era algo bueno, pero asaltar las compras de otra persona, devorándolas sin descaro, y ensuciándose el rostro como un niño pequeño, no era algo del todo agradable de ver.

Un leve olfateo al aire del desconocido lo alertó de la presencia del moreno, volteó a ver con su ceño fruncido, cara de confusión y molestia.

–¿Dónde estoy? –preguntó con su gruesa voz.

–En mi sofá –suspiró y se sentó en este mismo, haciendo que en reacción se alejara– ¿cómo te llamas?

Pareció pensarlo por un buen tiempo, dudándolo demasiado, parecía haber perdido la memoria, tras unos minutos respondió, con algo de duda.

–Keith.

–Keith, mi nombre es Lance, ¿sabes por qué estás aquí? –preguntó ya sabiendo la respuesta.

Keith negó.

–¿Qué le pasó a mi brazo?

Lance tragó saliva.

–Cuando te encontré, me pediste ayuda y después me atacaste, así que no tuve otra opción.

Esperó algún grito de molestia o por lo menos un reclamo.

–Entiendo, yo hubiera hecho lo mismo, aunque no tengo tanta fuerza para romper huesos, apenas rompo narices.

Lance rio, le causó gracia sus palabras.

–Solo la fuerza de un vampiro le puede hacer frente a la de un hombre lobo, créeme, de no ser así, ya me hubieras roto varios huesos de una mordida.

–¿Vampiro? –preguntó con miedo.

Lance sonrió dando a relucir sus colmillos.

Keith sintió sudor frio recorrer su piel, retrocedió en el sofá hasta chocar con el apoyabrazos.

–¿Me vas a atacar? –preguntó Keith con miedo.

–¿No crees que hubiera sido más fácil hacerlo mientras estabas inconsciente? –Lance contestó burlón.

Keith frunció el ceño.

–¿Qué quieres de mí?

–No quiero nada de un niño como tú –sonrió antes su actitud hostil.

–¡Tengo 26! –Keith se ofendió.

–Eres un bebé –volvió a molestar, levantándose del sofá, apretó su mejilla– ¿cuál es el número de tus padres? –fue hasta el teléfono.

Keith lo miró confuso y pensativo, Lance estaba a punto de disculparse.

–No recuerdo...

–Ok, descansa aquí y mañana regresas.

    –Yo...no recuerdo nada, ¿dónde vivo?, ¿quién soy exactamente? ¿qué me pasó?    

La cara de preocupación de Keith alertó a Lance, estaba temblando y parecía intentar hablar, pero no salía ningún sonido. Lance se acercó nuevamente al sofá y se agachó frente a él tomó sus manos entre las suyas, temblaba de una manera exagerada, tenía mucho miedo, Lance no sabía qué hacer, nunca estuvo en una situación igual. Al ver su mal aspecto, abrazó a Keith por el cuello y le susurró al oído.

–Yo te cuidaré, no tienes que temer.

Entre Garras y Colmillos - KlanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora