Elizabeth pasó buena parte de la noche en la habitación de
su hermana, y por la mañana tuvo la satisfacción de poder enviar
una respuesta aceptable a las preguntas que le remitió el señor
Bingley a través de una criada. La joven pidió que enviaran una
nota a Longbourn, expresando el deseo de que su madre visitara
a Jane y juzgara por sí misma la situación. La nota fue enviada
de inmediato, pero el jinete se topó en la carretera con un grupo
de zombis que acababan de salir de sus tumbas, los cuales
probablemente le arrastraron a la muerte.
La nota fue enviada por segunda vez con más éxito, y su
contenido rápidamente acatado. La señora Bennet, acompañada
por sus dos hijas menores armadas con sus arcos, llegó a
Netherfield poco después de que la familia terminara de
desayunar.
De haber encontrado a Jane en claro peligro de contraer la
extraña plaga, la señora Bennet se habría llevado un gran
disgusto; pero al comprobar que la enfermedad que la aquejaba
no era alarmante, deseó que su hija no se recobrara de
inmediato, ya que su restablecimiento probablemente la obligaría
a abandonar Netherfield. Así pues, se negó a atender la
propuesta de su hija de llevarla de regreso a casa; y el boticario,
que llegó al mismo tiempo, opinó también que no era
conveniente. Bingley las saludó y expresó su deseo de que la
señora Bennet no hubiera hallado a la señorita Bennet peor de lo
que había supuesto.
—Lo cierto es que la he encontrado muy desmejorada,
señor Bingley —respondió la señora Bennet—. Jane está
demasiado enferma para moverse. El señor Jones dice que no
debemos trasladarla. Por lo que debemos abusar un poco más
de su amabilidad, señor.
—¿Trasladarla? —exclamó Bingley—. ¡Ni pensarlo!
La señora Bennet se deshizo en muestras de gratitud.
—De no tener Jane tan buenos amigos —añadió—, no sé
qué sería de ella, pues está muy enferma y sufre mucho, aunque
con toda la paciencia del mundo, sin duda debido a los muchos
meses que pasó bajo la tutela del maestro Liu.
—¿Es posible que llegue a encontrarme con ese caballero
aquí en Hertfordshire? —inquirió Bingley.
—No lo creo —respondió la señora Bennet—, porque
nunca ha abandonado los límites del templo de Shaolin en la
provincia de Henan. Nuestras hijas pasaron allí muchos días,
siendo adiestradas para soportar todo género de vicisitudes.
—¿Puedo preguntar qué tipo de vicisitudes?
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Orgullo y prejuicio y zombis
RomanceVersion de Jane Austen y Seth Grahame-Smith «Es una verdad universalmente reconocida que un zombi que tiene cerebro necesita más cerebros». Así empieza Orgullo y prejuicio y zombis, una versión ampliada de la clásica novela de Jane Austen, sólo que...