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En la primera oportunidad que tuvo de hablar a solas con

Elizabeth, la señora Gardiner advirtió puntual y amablemente a

su sobrina sobre el asunto, exponiéndole sinceramente lo que

opinaba al respecto.

—Eres una chica demasiado sensata, Lizzy, para enamorarte

de un joven simplemente porque te aconsejen que no lo hagas.

Por tanto, no temo hablarte francamente. Te aconsejo muy en

serio que te andes con cuidado. No tengo nada que decir contra

ese joven; ha matado a muchos zombis, y si dispusiera de la

fortuna que le corresponde, sería un excelente partido para ti.

Pero no debes dejarte llevar por un capricho.

—Qué seria te pones, querida tía.

—Sí, y espero que tú también te lo tomes en serio.

—No debes preocuparte. Sé cuidar de mí misma, y también

del señor Wickham. Trataré por todos los medios de impedir

que se enamore de mí.

—Déjate de frivolidades, Elizabeth.

—Te ruego que me disculpes, lo intentaré de nuevo. Soy

—Te ruego que me disculpes, lo intentaré de nuevo. Soy

una guerrera, he sobrevivido a las treinta y seis cámaras del

templo de Shaolin, he visto los pergaminos de Gan Xian Tan. En

estos momentos no busco amor. No estoy enamorada del señor

Wickham, aunque sin duda es el hombre más agradable que he

conocido en cuanto a su persona y carácter, y en su destreza

con el mosquete. No obstante, entiendo que no me conviene

enamorarme de un hombre sin fortuna. Prometo no apresurarme

a creer que soy el objeto de su amor. Cuando esté con él,

procuraré no hacerme ilusiones. En suma, obraré con cautela.

—Deberías evitar que el señor Wickham venga por aquí tan

a menudo. En todo caso, no recuerdes a tu madre que debe

invitarlo.

—Ya conoces las ideas de mi madre sobre la necesidad de

ofrecer una compañía constante a sus amigos. Pero te doy mi

palabra de honor de que haré lo que crea más prudente. Confío

en que te sientas satisfecha.

Su tía le aseguró que sí, y después de que Elizabeth le diera

las gracias por sus amables recomendaciones, se separaron. Era

magnífico que Elizabeth hubiera aceptado sin protestar los

consejos que le había dado su tía sobre el asunto.

El señor Collins regresó a Hertfordshire poco después de

que los Gardiner y Jane se marcharan; pero como se alojó en

casa de los Lucas, su llegada no causó ninguna contrariedad a la

señora Bennet. El señor Collins estaba a punto de contraer

Orgullo y prejuicio y zombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora