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Durante la cena el señor Bennet apenas despegó los labios;

pero cuando los sirvientes se retiraron, decidió que había llegado

el momento de mantener una conversación con su convidado, de

modo que abordó un tema en el que supuso que el señor Collins

brillaría, observando que era muy afortunado de tener una

benefactora tan importante. Lady Catherine de Bourgh no sólo

era una de las servidoras más ricas del Rey, sino una de las más

peligrosas. El señor Bennet no pudo haber elegido un tema más

apropiado. El señor Collins se mostró elocuente en sus elogios

de lady Catherine, afirmando que nunca había visto semejante

autodisciplina en una persona de su rango. Lady Catherine era

considerada una mujer orgullosa por muchas personas que el

señor Collins conocía, pero jamás había visto tal entrega al arte

de matar zombis. Lady Catherine siempre le había tratado como

a cualquier otro caballero; nunca ponía ningún reparo a que el

señor Collins la observara mientras se adiestraba en las artes

mortales, ni que éste abandonara de vez en cuando la parroquia

durante un par de semanas, para visitar a sus parientes. Incluso

le había aconsejado que se casara lo antes posible, a condición

de que eligiera a su futura esposa con buen criterio.

—A menudo he soñado con observar a lady Catherine

adiestrarse con las armas —dijo Elizabeth—. ¿Vive cerca de

usted, señor?

—El jardín de mi modesta vivienda está separado tan sólo

por un sendero de Rosings Park, la residencia de lady Catherine.

—¿Ha dicho usted que es viuda? ¿Tiene familia?

—Sólo una hija, la heredera de Rosings, y de unos bienes

cuantiosos.

—¡Ah! —dijo la señora Bennet meneando la cabeza—. En

tal caso es más afortunada que muchas jóvenes. ¿Cómo es esa

señorita? ¿Es guapa?

—Es una joven encantadora. La misma lady Catherine dice

que, con respecto a la verdadera belleza, la señorita De Bourgh

es muy superior a la mujer más hermosa, porque sus rasgos

poseen la cualidad que distingue a una joven de noble cuna.

Lamentablemente, tiene una salud frágil, que le ha impedido

seguir el ejemplo de su madre en lo referente a las artes

mortales. Me temo que apenas es capaz de alzar un sable, y

mucho menos blandido con la destreza de lady Catherine.

—¿Ha sido presentada en sociedad? No recuerdo haber

oído su nombre entre las damas de la corte.

Orgullo y prejuicio y zombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora