El señor Collins no estuvo mucho rato meditando en silencio
sobre el éxito de su conquista amorosa, pues —tan pronto como
Elizabeth abrió la puerta, pasó junto a su madre y se dirigió
como una exhalación hacia la escalera—, la señora Bennet, que
deambulaba por el vestíbulo en espera de que la entrevista
terminara, entró en la habitación del desayuno y felicitó
calurosamente al señor Collins y a sí misma por la feliz
perspectiva de convertirse pronto en suegra y yerno. El señor
Collins recibió y devolvió esas felicitaciones no menos
complacido, tras lo cual procedió a relatar los pormenores de su
entrevista con Elizabeth.
Esa información sorprendió a la señora Bennet, quien se
habría alegrado de pensar que su hija había pretendido alentar al
señor Collins rechazando su propuesta, pero no se atrevía a
pensarlo, y no pudo por menos de decírselo.
—Pero tenga la seguridad, señor Collins —añadió la señora
Bennet—, que haré que Lizzy entre en razón. Hablaré con ella
inmediatamente. Es una chica muy terca y tonta, que no sabe lo
que le conviene... Pero yo se lo haré comprender.
Y se dirigió apresuradamente en busca de su marido,
exclamando al entrar en la biblioteca:
—¡Ay, señor Bennet! Debes venir enseguida, estamos
consternados. Debes venir y obligar a Lizzy a que se case con el
señor Collins, pues ha rechazado su propuesta.
El señor Bennet alzó la vista del libro que leía cuando su
esposa entró en la habitación y la miró con expresión serena.
—No tengo el placer de comprenderte —dijo cuando su
esposa concluyó su discurso—. ¿De qué estás hablando?
—Del señor Collins y Lizzy. Lizzy afirma que no se casaré
con el señor Collins, y el señor Collins empieza a decir que no se
casará con Lizzy.
—¿Y qué quieres que haga yo? Al parecer, el asunto no
tiene remedio.
—Habla con Lizzy. Dile que insistes en que se case con él.
—Llámala para que baje. Le diré lo que opino.
La señora Bennet tocó la campanilla, y un criado dijo a la
señorita Elizabeth que sus padres la esperaban en la biblioteca.
—Acércate, hija mía —dijo su padre cuando Elizabeth
apareció—. Te he mandado llamar para hablar de un tema
importante. Tengo entendido que el señor Collins te ha
propuesto matrimonio. ¿Es verdad?
Elizabeth respondió afirmativamente.
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Orgullo y prejuicio y zombis
RomanceVersion de Jane Austen y Seth Grahame-Smith «Es una verdad universalmente reconocida que un zombi que tiene cerebro necesita más cerebros». Así empieza Orgullo y prejuicio y zombis, una versión ampliada de la clásica novela de Jane Austen, sólo que...