Capítulo 16.

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La caminata hacia el departamento de Ashton fue en total silencio, el silencio que amaba entre nosotros dos, el que me demostraba tal tranquilidad para no estar nerviosa o entrar en algún pánico desprevenido. Me invitó a cenar para el sábado, mis emociones estaban a flote en tan sólo imaginarme la romántica cena con él.

—¡Ashton!—. Me quejé cuando mordió el lóbulo de mi oreja, haciéndome estremecer.

Él sólo se limito a reír y tocarme mientras yo intentaba hacer algunos deberes del instituto. ¿Cuántas veces podía decir que matemáticas era la peor materia del mundo? Sólo necesitaría los 4 factores para otras oportunidades, no entiendo para qué tantas cuentas y actividades innecesarias en mi día a día.

Respiré con libertad cuando por fin coloqué el último número en la hoja alíneada de papel. Cerré los ojos, mis dedos tomando mi cabello para atarlo en una coleta alta y apartar la molesta cabellera de mi rostro acalorado. Ashton me brindó un té de limón, agradecí honestamente al haberle puesto muchos hielos y un sabor latente de limón.

Mi chico tomó mis brazos, acercándome a él para acostarme en su abdomen, mis pies puestos en el pasamanos del sofá. Acarició mi cabello y mi pecho con una delicadeza relajante, sus dedos viajando alrededor de mis shorts, tocando mis bragas, mi cadera erizándose con su toque. Me levanté de él, sin pensarlo mis labios se posaron en los suyos, conectado todo lo que sentía en el momento. Mis piernas enrollándose en sus caderas mientras él se levantaba y nos llevaba al dormitorio, sus labios aún chocando con los míos fuertemente, sin dejar que nuestra respiración dejara de sonar entre nosotros. Mi cuerpo fue puesto como un saco en su cama, quitando mi camisa transparente por mi cabeza y mis shorts, quedando sólo con el juego de ropa interior blanco que traía. Se apartó para quitar su camisa negra y zapatos, dejándome en un ritmo acelerado en su cama. Me sonrió mientras se acercaba a mi, sus labios dejando besos en mi abdomen y en mi vientre.

—Ashton.

El placer presente en mi voz cuando comenzó a tocarme, sus labios dejando besos en mis muslos, sus manos dando apretones suaves en mis nalgas. Subió su cuerpo hacia el mío sin tocarlo, para morder con descaro mi cuello, su toque haciéndose presente en mis senos, dando masajes a través del sostén.

—Quítalo—. Con los ojos cerrados rogué.

La necesidad de sentirlo más en mi, aunque sea exteriormente me estaba matando. Una sonrisa se hizo presente en mis labios cuando él se dignó a quitarme la prenda blanca, siendo tirada en algún lugar de su dormitorio. Un pequeño grito y un salto leve en la cama se hizo presente al sentir sus dedos en mis pezones, causándome algo nuevo y placentero en mi. Mis ojos aún cerrados disfrutando de su toque tranquilo, una de sus manos apretó con tranquilidad uno de mis senos, respiré con dificultad, tomando sus jeans para forzarme a no levantarme. Se alejó de mi, mirándome de arriba abajo. No podía describir su mirada, era tan profunda, sus ojos de un color oscuro pero aún brillantes como una estrella en navidad. Sentí mis mejillas ruborizarse cuando me di cuenta de que él verdaderamente estaba con sus rodillas a mi alrededor. Él me había tocado de verdad, me había hecho sentir eso.

—Dios, tú... tú eres tan hermosa.

Sin pensarlo sus labios chocaron con los míos, mi cuerpo casi desnudo siendo tocado por sus suaves y rusticas manos a la vez. Agarré su cuello con fuerza, asegurando de que él no se alejaría de mi y me dejaría aquí como yo pensaba que él lo haría.

—No me dejes, por favor, no ahora—. Las palabras saliendo de mi boca con dificultad. Su lengua entrando en mi boca antes de separase a sólo centímetros de mi.

—No lo haré—. La seguridad haciéndose presente junto con sus palabras.

La sonrisa que tenía en ese momento era tan grande, no podía explicar cuántas cosas me hizo sentir al asegurarme que no sería como los demás, que él de verdad no me dejaría como otros lo han hecho, me estaba asegurando que no estaría aquí temporalmente, que él no era un espejismo o un sueño poco duradero. Él era verdad, y estaba aquí, besándome y tocándome, haciéndome sentir cuál placer pueda ser posible.

PDV Ashton.

Hannah luchó contra mis brazos después de tener una charla en mi cama... que ahora parecía nuestra. Mis largas piernas enrolladas en sus caderas mientras ella se reía con mi toque en su espalda, sus dedos acariciando mi cara, robando besos a la vez. No sabía el por qué de haberla tocado, pero sentía una necesidad tan grande en mi para hacerla sentir bien, para que por una vez ella se puedas sentir segura conmigo y no dude del amor creciente que poco a poco yo estaba sintiendo hacia ella. Sopló mi rostro cuando yo cerré los ojos inconscientemente, mi ceño fruncido cuando ella quiso alejarse de mi nuevamente.

—Ashton, tengo sed—. Su voz salió con fastidio, intentado quitarme de encima nuevamente—. ¿Cuál es tu segundo nombre?—. Preguntó repentinamente. Mis ojos se abrieron, mirando su perfecto rostro justo en mi frente.

—Fletcher—. Dije en casi un susurro.

—Fletcher, déjame salir, tengo sed—. La miré riéndose levemente.

Abrí mis piernas, alejándolas de ella para que pudiera salir. Sus manos fueron hacia sus senos cuando se acordó que estaba casi desnuda frente a mi, aunque su cabello era una ayuda para cubrir un poco. La mujer más hermosa que había visto estaba frente a mi, aún con su timidez que a mi me encantaba de todas las maneras posibles. Se quejó al no encontrar su sostén en el suelo, su mirada suavizándose cuando encontró sus prendas al lado de mis botas negras. Se vistió con rapidez, dejando un beso en mis labios antes de salir del dormitorio. Mi mente me llevó a los pensamientos y salidas pendientes que tenía en la semana, las cosas que había hecho para Hannah, un teléfono vibró a mi lado en cuanto cerré los ojos para una pequeña siesta. Seguí el sonido junto con la vibración. Era teléfono de Hannah. Dudé un poco entre tomarlo o no, pero aún sin importarme nada decidí hacerlo. Rodé los ojos cuando el nombre de Elizabeth brilló en la pantalla.

“Hey, Han. Mañana iremos a comprar algunas prendas para el viernes, ¿Quisieras ir con nosotras?x” El texto decía. No quería que Hannah se acercara a ningún bar, más aún sabiendo que ella me pidió ir sola, diciendo que quería divertirse por primera vez con unas chicas y no sé qué tantas mierdas más.

“No creo poder ir, lo siento mucho, tal vez pueda ser para otra ocasión.” Mis dedos escribiendo en la pantalla táctil, antes de borrar los dos mensajes, incluyendo éste. Apagué su teléfono, colocándolo en el mismo lugar donde estaba hace unos minutos.

PDV Hannah.

Me relajé al sentarme en su auto, mi bolso siendo puesto en el asiento trasero como usualmente hacía. Suspiré, mi mirada confundida al ver que mi teléfono estaba apagado. Dos mensajes pendientes estuvieron en la pantalla en cuanto la luz blanca brilló, indicando que estaba encendido. Uno era de mi mamá y otro de Elizabeth. Sonreí al recordar la primera salida que tendríamos el viernes.

“Te quiero en casa ahora” Mamá. Borré el mensaje sin responderlo y bajé para revisar el otro.

“Oh, está bien ¿Qué te hizo cambiar de opinión?” Elizabeth. ¿Qué? Mis dedos bajaron para buscar los mensajes de entrada y los enviados. No había ninguno de ella que fuera reciente. Sin pensarlo, marqué su número para pedir una explicación de su mensaje casi anónimo.

—¿Qué quisiste decir realmente con ese mensaje?—. Pregunté al instante que escuché caer la línea—. Hola—. Me reí levemente.

—Pues, hace más o menos una hora dijiste que ya no irías con nosotras al Anchor Tap y yo sólo quería saber por qué—. Pude notar una pizca de obviedad y timidez en su voz. ¿Cuál mensaje?

—Yo no envié ningún mensaje hoy—. Aclaré.

—Te invité a comprar ropa con nosotras para los dos días que vienen y tú negaste—. Ashton. Mierda, Ashton había tomado mi teléfono.

—Agh, ya, ya sé qué pasó. Te escribo luego ¿Bien? Y sí iré con ustedes el viernes—. Colgué antes de que pudiera responderme.

El enojo haciéndose presente en mi mientras esperaba a Ashton en el auto. Mi ansiedad creciendo cuando cerré los ojos, su sonrisa siendo visualizada por mis ojos en cuanto lo vi saliendo de su casa. Tendría que lidiar con esto sabiendo lo que venía.

Amnesia | Ashton Irwin Fanfic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora