Propuesta Irresistible [En Edición]

Capítulo 18

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Ardor, una insoportable comezón y dolorosas pulsaciones sobre su rostro. Tsukishima estaba acostumbrado al estímulo del dolor, sus terminaciones nerviosas lo recordaban con tal claridad que había momentos en los que su mente era capaz de bloquearlo al menos momentáneamente o que lo reconocían como algo tan natural que se había desensibilizado de él. Sin embargo ahora estaba ahí, tan real como lo era la persona frente a sus ojos; su padre.

— ¿Por qué...? — murmuró volviendo nuevamente el rostro hacia él, una mano cubría la zona afectada; su piel quemaba y ardía. Él nunca fue muy cariñoso, sin embargo jamás había hecho algo como esto, nunca y no podía entender que era lo que estaba ocurriendo.

Había sido llamado repentinamente y entonces sucedió.

— ¿Tienes el descaro de preguntarlo? — se estremeció, la expresión de su rostro evidenciaba la furia e indignación que estaba experimentando. Kei negó con la cabeza, consternado ¿Que estaba pasando? ¿Qué era lo que se suponía que debería saber? — ¿Quién era ese hombre, Kei?

Contuvo el aliento, Kei estaba mudo por el shock del golpe que supuso esa pregunta, la confusión y el aturdimiento no le permitían pensar con claridad ¿Cuando? ¿Cómo? Era imposible, no podía ser cierto ¿Akiteru quizá? ¿Habría sido capaz de delatarlo? No. Su pregunta había sido clara, sin embargo no podía entenderlo, él y su padre no se habían visto o cruzado palabra desde hace semanas; él y Kuroo habían sido cuidadosos. No habían sido vistos en público ni una sola vez.

Entonces ¿Qué demonios era esto? Quizá todo se debía a una confusión, necesitaba con desespero que fuera así.

— Padre...no sé...

— No te atreves a mentirme — su padre cortó la distancia que los separaba con pasos amenazantes y le sujetó del brazo para obligarlo a encararlo. Estaba furioso, sus dorados ojos se mostraban tan oscuros y profundos que tuvo deseos de retroceder y las arrugas en su rostro asentaban la severidad de sus facciones. Era aterrador — Los vi...frente a la tumba de tu madre — rugió. Esta vez el rubio palideció...no podía ser posible. Su padre apretó su brazo — ¿Cómo te atreviste a deshonrar así su recuerdo? ¿Cómo pudiste tirar a la basura todo lo que ella te enseñó? Ella no te educó para que actuaras como... — lo miró de pies a cabeza y Kei se sintió pequeño e indigno — Como una zorra.

Volvió a alzar la mano, pero no volvió a golpearlo, esta se apretó en un puño tembloroso de ira — No era mi intención, yo solo...solo...— sus labios temblaron. Solo había sido un beso, se sentía muy vulnerable en ese momento y Kuroo estaba ahí, le ofreció el consuelo que no sabía necesitaba. El maldito lugar estaba desierto, no tenía idea de que algo como eso iba a ocurrir — Papá, por favor...

Él negó con la cabeza y lo liberó. Kei se tambaleó hacia atrás y bajó la cabeza ante la mirada que su padre le lanzó antes de darle la espalda, jamás lo había visto con tanto desprecio como ahora. No tenía idea de que pudiera llegar a doler tanto — ¿Cómo pudiste, Kei? — murmuró — ¿¡Cómo demonios te atreviste!? — azotó las palmas contra su escritorio, la pesada estructura tembló de la misma forma que el menor lo hizo. Lo notó sujetarse el brazo, sus dedos temblaban.

Esto no podía ser bueno para su salud. La angustia lo golpeó como un látigo, su padre había quedado muy debilitado después de sufrir ese primer infarto que casi le había arrancado la vida; no podría soportar un segundo. Ya había perdido a su madre, no podía perderlo también a él — Padre, por favor...necesitas calmarte yo...— se apresuró hacia él y apoyó un mano sobre su hombro sin embargo el mayor lo apartó girando bruscamente; estaba sufriendo, su rostro estaba tan rojo que le aterró, se sujetaba del pecho, no podía respirar — Te lo ruego — las uñas de su otra mano rasgaban la madera del escritorio, necesitaba ayuda.