Capítulo 37

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Esa mañana parecía más agradable de lo normal, parecía tranquila y serena. No había una sola nube a la vista, el sol brillaba en todo su esplendor en la inmensidad de un cielo intensamente azul. La brisa era tibia y agradable, corría fresca entre las hojas de los árboles, silbando suavemente entre estas y agitando el rubio cabello de Tsukishima. Su rutina no cambiaba, día tras día, era un ciclo que se repetía. Monótono y a la vez desconocido, sus pasos eran siempre los mismos, la incertidumbre lo acompañaba a cada instante, de la misma forma que el latido de su corazón, que sus ideas, que la terrible sombra que lo asechaba cada instante y que los miedos que vivían en cada rincón de su mente.

Sin embargo era un poco diferente esta vez, no demasiado. Se sentía de esa manera. Algo muy pequeño cambió, no en su mundo, pero si en él mismo.

Tenía miedo. Estaba asustado, su corazón se mantenía constantemente intranquilo. No conocía la paz, la estaba perdiendo, desaparecía. Se volvía oscuridad. Profunda, tan profunda, sin embargo volvía un latido. No había muerto sin importar cuanto había tratado de apagarlo o cuanto fue destrozado, siempre estuvo ahí e incluso si estaba aterrado o si sus temores le gritaban retroceder, Tsukishima seguía buscándolo. Avanzaba.

¿Por qué? ¿Qué era lo que trataba de probar? Estaba seguro de que había tenido suficiente de esto; estaba cansado, había sido así por mucho tiempo. Lo había perdido todo, decidió abandonarlo por sí mismo, pero no era capaz de hacerlo con él, con Kuroo, con sus emociones...con ese amor que le quemaba el pecho.

— ¿Amor? — murmuró en un susurró que arrastró el viento. Trató de sonreír, sus labios se apretaron y sus pasos se detuvieron ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba sintiendo?

Volteó, una mano apretándose sobre su pecho. La residencia se encontraba ahí, estática, inamovible. Nada más, nadie más, solo el silencio que era roto por el silbido del viento entre las hojas, silencio que no lo era, silencio que se llenaba lentamente por el latido de su corazón, un corazón que sentía y añoraba...un corazón que amaba intensamente y que era feliz por ese amor.

Sonrió. Su mirada fue devuelta al frente. Estaba latiendo muy rápido ¿Tenía miedo? No. No reconocía esa terrible emoción en su corazón. Cuando veía esa pared, cada vez que descubría esa brecha oculta entre la maleza, Tsukishima sentía una emoción diferente. Como si no importara. Como si lo fuera todo y estuviera a punto de explotar. Era la locura de una euforia que corría por su sangre, lo llenaba y desbordaba, era calor, era ansia y emoción, entonces no podía resistirlo, cruzaba a través de esta. Se atrevía a ser lo que jamás se habría permitido sin barreras.

Estaba asustado de no tener miedo, asustado de la euforia que vibraba en su pecho y que le devolvía a la vida. Era más fuerte que sus miedos, más fuerte que él mismo ¿Esto estaba bien? Por supuesto que no lo estaba, era una locura, era irracional y una estupidez. Tan tonto, tan descabellado que lo sentía como no lo había hecho con nada. Era increíble, maravilloso como el amor que vivía en su corazón. Lo abrazó. Lo sintió. Sonrió por él. Solo esta vez, solo un segundo, no podía evitarlo o siquiera resistirse; era la primera idea con la que se levantaba cada mañana, lo último que cruzaba por su mente antes de que su conciencia se diluyera en la nada. Una única pequeña ilusión...el motivo por el que aún era capaz de sonreír.

Kuroo.

No estaba alrededor, Tsukishima lo sabía. Avanzó lentamente al mismo tiempo que se quitaba algunos trozos de hojas de la ropa. Habían pasado varios días desde la última vez que estuvo ahí, desde aquella última vez en la que habían jurado una locura. Se detuvo. Volteó. Una sensación extraña siempre lo acompañaba cada vez que cruzaba el muro. El silencio era tan pesado e inquietante cada vez, la calma una perturbadora compañera y la perspectiva de la libertad, esa sensación amplitud, un ente qué envolvía a su cuerpo de un frío manto.

Propuesta Irresistible [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora