Capítulo 24

2.8K 196 236
                                    

>3< Actualización >3<

.

.

***************

Alzó lentamente la parte superior de su pijama y reveló parte de su torso; había un moretón del tamaño de una ciruela en la zona de sus costillas, tenía un color similar, sin embargo parecía un poco amarillento en los bordes, había otro un poco más pequeño, en la parte contraria y otro aún más pequeño lo acompañaba. Podía ver más en la parte superior, sobre su clavícula, ese era bastante grande, pero menos oscuro, igual que el que se encontraba debajo de su barbilla. Estaba seguro de que iban a desaparecer muy pronto, sin embargo no tenía muchas expectativas...sabía que habría nuevos pronto, siempre los había.

Exhaló aire de entre sus labios entrecerrados, la parte inferior de su cadera estaba cubierta por una blanca venda, debajo de esta se ocultaba una larga y gruesa línea de cerca de quince centímetros; su piel se había desgarrado un poco en esa parte, sangró mucho por un par de días, afortunadamente no necesitó puntadas. Oikawa fue muy insistente en ese sentido. Ligeramente, tocó su cadera y tomó aire con los dientes apretados al tiempo que un agudo dolor lo atravesaba.

Quemaba. Estaba un poco infectada aquella vez. Apretó los labios, recordaba; estaba sangrando y no sabía qué hacer, a dónde correr o a quien recurrir...estaba tan asustado que todo lo que pudo hacer fue llorar dentro de una habitación vacía alejada de todos. Esa angustia aún apretaba su garganta y hacía temblar su cuerpo.

Para su desgracia, no era capaz de sentir frustración, de sentirse ridículo o patético por no haber podido hacer nada...solo había fragilidad.

Escuchó el seguro de la puerta ser quitado, cubrió nuevamente su cuerpo, volteó y vio a Oikawa entrar con una charola de plata a la habitación — No deberías estar levantado — el castaño se aproximó hacia la cama, la fina vajilla de porcelana traqueteaba suavemente rompiendo con el silencio. Abandonó la charola sobre la mesa de noche y se volvió hacia él para tomarle suavemente de los hombros — Mi amor, vuelve a la cama...necesitas descansar.

Tsukishima no hizo nada más que contener un poco el aliento y se dejó guiar por él de vuelta a la cama, los movimientos del castaño fueron gentiles; lo ayudó a volver a sentarse, apoyó algunas almohadas en la zona de su espalda, cubrió la parte inferior de su cuerpo con una manta, preparó una pequeña mesa de madera frente a él y dejó la charola con sus alimentos sobre esta.

— Kei ¿Cómo te sientes? — le besó la sien y una palmada sobre su espalda lo impulsó a tomar los cubiertos, no tenía mucho apetito, tampoco tenía muchos deseos de hablar o hacer nada; estaba cansado. No tenía idea de que pudiera estar tan cansado, los últimos días cerrar los párpados había sido suficiente para caer dormido, no se sentía muy bien — ¿Kei? Mi amor, responde.

— Estoy bien...solo cansado — picó la fruta sobre su plato, parecía apetitosa y dulce, su aroma podría despertar el hambre de cualquiera, pero a Kei le revolvió el estómago. Volteó hacia el castaño — ¿Tengo que salir hoy?

— Si quieres quedarte un par de días más en casa, está bien.

Volvió a besarlo, está vez en los labios, le sirvió un poco de té caliente en una fina taza con bordes dorados y azules, también había leche y café para él, tarareaba. Oikawa parecía de buen humor últimamente, había hecho algo que lo hizo muy feliz aquella noche, sabía que no había nadie que pudiera ayudarlo o sacarlo de ahí, no podía hacerlo solo, ni siquiera era capaz de moverse o dar un paso sin sentir angustia y temor...así que lo llamó. A él. A la última persona a la que habría querido ver, a la persona de la que quería huir desesperadamente.

Propuesta Irresistible [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora