Propuesta Irresistible [En Edición]

Capítulo 40

>3< Actualización >3<

.

.

***************

Arcadas le estremecían el cuerpo, hiel le atravesaba la garganta. Dolor. Asco. Tsukishima aferró las temblorosas manos al inodoro. Tembló. Se sentía enfermo y cansado. Realmente no podía creer que hubiera conseguido llegar al cuarto de baño a tiempo o que siquiera tuviera la energía para seguir haciendo esto. Aun así, a pesar de todo, su ya abusada garganta reciba la despiadada caricia de su ácida bilis hasta la asfixia y su cuerpo cada estremecimiento que le acompañaba ¿Cuándo esto terminaría? Le dolía el estómago, palpitaban sus sienes, lágrimas le ardían en los ojos, sudor frío le empapaba lentamente la piel, traspasaba su carne y se clavaba en su alma.

¿Cuándo? ¿Cuándo terminaría?

Sollozó. Tosió. Su cuerpo cayó hacia atrás como si se tratara de un objeto inerte, su espalda golpeando contra el frío cristal de la ducha, entonces se abrazó débilmente a las rodillas. Dolor le atravesó el bajo vientre.

— ¿Cuánto...? — susurró, la voz apagada, tan fina como un frágil hilo a punto de romperse.

¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuánto? No lo recordaba, su mente era un cumulo de ideas confusas, de pensamientos que fluctuaban y se diluían en un profundo sentimiento de angustia. A penas y podía moverse, su cuerpo parecía estar compuesto de piezas que no le pertenecían, había perdido toda energía para moverse, como si esta se drenara a cada instante, como si desapareciera en la nada y se hundía; sus ideas, sus pensamientos, su motivación, sus ilusiones, sus sueños, todo, desaparecía a la nada...y lo transformaba en nada.

¿Qué estaba pasando con él? No pensaba mucho en ello, tampoco le preocupaba. No. No lo hacía ¿Para qué? No creía que tuviera ningún sentido hacerlo, no había nada que deseara hacer, no había nada que pudiera hacer de todos modos. Sin embargo sus ojos derramaban frías y finas lágrimas y su cuerpo se estremecía en sollozos de pena, en el vacío que la muerte de su alma había dejado en su pecho; en sus remordimientos, en su dolor. Lloraba, se desmoronaba y deseaba, con lo poco que le quedaba, con cada gramo de su lamentable ser, desaparecer de una vez por todas.

Solo quería cerrar los ojos y no despertar nunca más, esfumarse en el aire a la nada, no deseaba pensar más, no quería sentir. Ya no. Ya no. Ya no. Ya no.

— Ya no...— susurró al mismo tiempo que apretaba los parpados.

¿De qué había servido todo esto? Nunca tuvieron una sola oportunidad, nunca tuvieron nada. Nunca. Rió con amargura ¿Por qué fue tan estúpido como para creer que podría conseguirlo? ¿Por qué? ¿Por qué le había hecho esto a Kuroo? Si tan solo lo hubiera entendido antes, si se hubiera detenido a pensar un maldito segundo, entonces habría podido darse cuenta de que nada tenía sentido, habría podido verlo, habría podido aferrarse con más fuerza a su resignación y Kuroo...su Kuroo, habría podido protegerlo. Habría podido evitar todo esto.

Debió haberlo visto, debió hacerlo. Si tan solo hubiera alejado a Kuroo con más fuerza, si hubiera resistido un poco más, era lo único que necesitaba hacer. Era lo único que podía hacer por él, para protegerlo, porque lo amaba. Ya sabía que la esperanza no era un privilegio del que gozara, sabía que no tenía derecho a soñar, siempre lo supo, nada habría podido cambiarlo nunca, pero al menos habría querido pasar lo que restaba de esa inútil vida sabiendo que el hombre que amaba podría ser capaz de vivir su propia vida, que podría ser capaz de ser feliz.

Al menos habría querido tener esa certeza.

Pero no tenía ningún sentido ahora, cualquier clase de supuesto seria solo una idea vacía e inútil. Ya no estaba, él, Kuroo ya no estaba más, sin embargo Tsukishima aún seguía esperándolo. Su corazón se negaba a abandonar su recuerdo. Todavía creía que podría despertar y verlo una vez más esperándolo en el balcón, que estaría ahí cuando corriera las cortinas...que vendría por él tal y como lo había prometido.