Capítulo 38

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¡¡Estoy de vuelta!! 

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Bokuto estaba cansado, sus pies se deslizaban lenta y perezosamente por el pasillo con la poca energía que restaba a su cuerpo. La luz de la luna se derramaba a través de los amplios ventanales, le acariciaba la silueta e iluminaba su camino con sus cálidos matices grises azulados.

Suspiró. Había sido un muy largo día para él, más de lo que había imaginado y su cuerpo resentía el peso de todas las horas de problemas dé trabajo y estrés en el que se vio envuelto, caía sin piedad sobre sus hombros y sobre su psique. Volvió a suspirar, esta vez se permitió masajearse el cuello. No era como que no estuviera acostumbrado a esto, siempre había instantes en los que todo podía transformarse en una locura o en el que los problemas venían acompañados de más de estos. Siempre estaba preparado para ello. No siempre podía ser perfecto, no siempre podía controlarlo todo, podía llegar a ser muy frustrante.

Sin embargo Bokuto se sentía bien.

El cansancio que se había aferrado a su cuerpo era una realidad que no podía ser ignorada, sin embargo también lo era la sonrisa que florecía en su rostro a medida que la distancia que lo separaba de la habitación de su pequeño Kouki disminuía. Era lo mejor de su día, su más grande motivación. No podía detenerlo, cálida emoción le burbujeaba el estómago. No había cambiado ni un ápice desde la primera vez, nada podría borrarlo, Bokuto no querría cambiarlo jamás, lo amaba con todo el corazón...era su vida así como él; Akaashi.

Sonrió. Sus pasos se detuvieron frente la puerta entreabierta. Cerró los ojos. El susurro de una canción de cuna le endulzó los tímpanos, un tarareo suave, delicadas notas gentiles, perfectas, tranquilas. Uno de sus sonidos favoritos, parecía irreal, nunca lo habría creído, pero era suficiente para devolverle toda la energía que había perdido; latía en su corazón, le hacía feliz. Era un dulce sueño, su realidad. Ni siquiera ahora era capaz de creer que pudiera tener todo esto, que hubiera sido capaz de alcanzar algo que jamás en la vida conoció o que podría vivirlo, sin embargo, cada vez que empujaba esa puerta y los veía ahí, cada vez que era consiente de todo lo que tenía, que veía esa sonrisa, que contemplaba esa imagen no podía evitar sentir que quería llorar.

Porque era feliz.

— Bienvenido a casa — Akaashi le sonrió, su voz era tan suave y dulce como aquella canción de cuna. Bokuto no pudo evitar suspirar y sonreírle también; estaba de vuelta, estaba en casa.

Tenía muchas ganas de que fuera así, quería volver con todas sus fuerzas a lado de su familia y a veces se encontraba contando cada segundo, esperando impacientemente por cada uno de estos hasta que ese momento, este, llegaba — Estoy de vuelta — solo para que esa dulce emoción volviera a abrazarlo, para abrazarla devuelta con alegría — ¿Tienes problemas para dormirlo hoy? — se aproximó a ellos, sus emociones arremolinándose en su pecho, estaba preocupado, quería alcanzarlos con un anhelo que superaba a su cansancio y las emociones contenidas en su pecho explotaron cuando sus dedos fueron capaces de alcanzar el rostro de Akaashi — ¿Está todo bien? Es tarde.

Sólo por un suave roce gentil y el cálido azul de los ojos del moreno.

— Está bien, pero...— Akaashi bajó la cabeza, Bokuto imitó su misma acción, su otra mano acarició la cabeza del pequeño niño entre los brazos del moreno, sus bonitos ojos dorados mirándolo por sobre sus largas pestañas. Alzó una manita en su dirección, la apretaba suave y perezosamente, el bicolor le acarició los deditos, este apretó uno de los suyos, tiró de él — Llevo más de una hora tratando de hacer que se duerma.

Propuesta Irresistible [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora