Él era feliz y débil. Ahora no siente el dolor.
Su pasado está marcado por un arma que amenaza con quitarle la vida en cualquier momento.
Fue ahogado en las llamas que le hicieron resurgir como el infierno personificado y vive consumido por la ira...
—Creo que todo está listo, solo quedan unos retoques insignificantes. —Sonrió Nick encontrándose conmigo en un pasillo de la universidad cuando ambos abandonamos nuestras respectivas clases para volver a casa. Asentí con un sonido nasal a modo de respuesta mientras encendía la pantalla de mi móvil.
Abrí los mensajes y mi vista se enfocó en el primero de ellos y en el único que había leído. Hace unas horas, cuando me llegó el mensaje, permanecí petrificada por no ser capaz de reconocer a la persona que me lo había enviado. Para cuando me decidí a preguntar por su identidad, me fijé en el reloj y vi que si no recogía el desastre que tenía causado en una de las mesas de la cafetería, llegaría tarde. Así que tuve que dejar mi curiosidad de lado y centrarme en lo que de verdad importaba: mi vida universitaria. Había venido aquí para algo, para cumplir uno de mis sueños vitales, para demostrarle a mis padres que había otro camino y para una última cosa, para no fallarme a mí misma y, llegar tarde a una clase en una universidad no era un factor que influía positivamente en todo aquello que quería conseguir. Sin embargo, ahora tenía unos minutos libres, un mensaje al que responder y una identidad que descubrir. Seguí a Nick hasta el lugar del aparcamiento en el que él había estacionado su Jeep verde y cuando estábamos a unos metros de distancia, encontramos la figura de una chica apoyada en el coche con actitud cansada y aburrida. Cuando nos acercamos a ella, levantó la cabeza con la que antes miraba a cualquier punto en el suelo y sonrió al verme. Pero enseguida, las cosas se volvieron incómodas porque Nick la hizo enfurecer sin siquiera haber abierto la boca.
—Podías haberte dado prisa, llevo aquí una media hora —se quejó abriendo la puerta del copiloto cuando Nick abrió la de su respectivo lado. Por mi parte, negué con la cabeza antes de ingresar a los asientos de atrás.
—Sabes que acabo cuando lo hace Jess, te lo dije anoche. Si me hubieras escuchado en vez de tapar tus oídos cada vez que me oyes hablar lo hubieras sabido, rubia.
—Lamento interrumpir, pero ella no es rubia... —señalé con cierto temor en mis palabras. Entrometerse en esta conversación podía ser más letal que cualquier veneno.
—Hay muchas cosas de mí que todavía no sabes, Jess —se dirigió a mí mi amiga mientras Nick dejaba atrás la universidad. No entendía lo que quería decir con sus palabras, o al menos no del todo—. Y en cuanto a ti, rubito, será mejor que cierres la boca y no le faltes el respeto a una mujer que es mayor que tú.
—Yo no te he faltado el respeto, simplemente he señalado lo que es un hecho. —Sonrió Nick con la vista puesta en la carretera. Lo cierto es que su tono había sido relajado y con actitud despreocupada, ¿cómo podía hablar de esa forma con alguien con la que tenía un problema? Este chico es increíble e indescriptible a su manera...
Vero le contestó de mala gana y tomando aire antes de hacerlo. Decidí excluirme de todo aquello y volver al móvil. Esta vez, sí respondería al mensaje. Deslicé mi dedo por la pantalla y justo entonces, apareció el chat del desconocido que me había escrito. Tomé aire y escribí rápidamente en el teclado.
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