Capítulo 28:

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MARCO:

Las puertas se cerraron detrás de mí y justo cuando lo hicieron me detuve para mirar hacia atrás. Su figura delgada ya no estaba frente a mí y ahora mismo, todo lo que podía hacer era confiar en la palabra de Robinson, en que no la tocarían. Suspiré pesadamente y continué andando por el gran pasillo con cierta prisa al recordar que, cuanto antes llegase, antes acabaría la reunión y antes podríamos largarnos los dos de aquí. Es curioso pero, por más que me digo que ella va a estar bien tengo algo en mi interior que tiene una duda pendiente que hasta que hasta que no la vuelva a ver no se podrá marchar. Últimamente paso demasiado tiempo con Jess y no sé de qué maldito modo me está afectando. Ni siquiera sé por qué le conté lo que realmente ocurrió aquella noche, no fueron muchos detalles pero aun así lo hice y me abrí. Las personas estamos hechas de impulsos, pero eso no lo fue, quise contárselo, me apetecía hacerlo, liberar mi carga con alguien más...

Cuando llegué frente a la puerta de metal tras la que se encontraba Robinson me obligué a relajarme y a aparentar tranquilidad para que viera que una chica no influía en mi trabajo. Que ella no era mi debilidad, porque si percibía cualquier cosa, por muy pequeña que fuese, tendríamos un problema. Solté una risa cuando recordé el nombre que habíamos inventado para ella, en un intento de conseguir volver a mi tranquilidad de siempre. Abrí la puerta incluso sin llamar, como de costumbre, Robinson sabía que ya no había nada que hacer conmigo y no pareció importarle cuando lo vi sentado en su silla de cuero negro al fondo de su mesa larga y ancha. Nunca había asistido a las Réunions Bleues pero sí que había estado en esa sala para dejar el cargamento de droga o informarle de mis disparos o de mi rendimiento semanal cuando estaba obligado a pasar por los controles. En resumen, estas cuatro paredes y yo tenemos una larga historia de contar.

Un grupo de hombres a los que apenas conocía me recibieron con cara de pocos amigos pero, al observar que su jefe se levantó contento por mi presencia mantuvieron su boca cerrada. O eso creía.

—No quiero oír ni una sola palabra —gruñó cuando algunos empezaron a cuchichear.

La verdad es que no me importaban lo que hablaran sobre mí, al fin y al cabo, este era mi trabajo y ellos seguían siendo peones que estaban sentados allí por lo mismo que yo. Mi historia es lo único que nos diferencia. Yo había cometido un asesinato y me consideraba un alma perdida, ellos están aquí a saber por qué clase de delito y por el dinero. Yo me arrepentí y apuesto mi cabeza a que ellos no.

—Este es Noir, el chico con mejor rendimiento del equipo y entra a partir de ahora aquí porque me sale de los cojones. No tengo que daros ningún tipo de explicación. Siéntate, Noir, te estábamos esperando.

Eché un vistazo a mi alrededor para buscar a una persona en concreto en la sala. Joan no estaba entre los presentes y entonces lo comprendí todo: Robinson había dejado fuera de la reunión a su sobrino para que cuidase de Jess.

—Ha llegado tarde catorce segundos, a nosotros nos cuelgas como malnacidos si lo hacemos —se quejó uno mientras yo tomaba asiento en el sitio que me había indicado Robinson.

—Lo primero es que sois unos malnacidos, y lo segundo puedo apostarme el cuello en una partida de póquer a que Leo le ha intentado tirar los trastos a su petite copin. Se me olvidaba una tercera cosa, la próxima vez que tenga que darte una maldita explicación en vez de colgarte te meteré un tiro entre las cejas, ¿entendido? —El hombre asintió y se mantuvo en silencio.

Odiaba sentirme protegido por las palabras de Robinson pero, reconozco que a veces eso me ayuda a contener mi ira había otros ya que él dice lo que a mí no me da tiempo a decir.

—Bien, no quiero retrasarme mucho así que, ¿por qué no me contáis quién demonios ha asesinado a Chien Blanc? —pregunté cruzando mis manos y adoptando una postura relajada ante toda esta situación de tensión.

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