Capítulo 26:

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JESS:

Encontré a Nick tirado en la cama, completamente estirado y bocabajo sobre ella. Las persianas estaban casi bajadas por completo a excepción de una cuarta que dejaba entrar a algunos destellos que emitía la luna desde el cielo. Le observé por unos segundos muy breves, su pecho subía y bajaba lentamente pero algo me decía que no estaba dormido, quizás el agarre que estaba ejerciendo con una fuerza tan grande que había que sus nudillos estuvieran blancos por completo en un extremo de las sábanas. No respiraba por la nariz sino por la boca, escuchaba ese sonido inconfundiblemente notorio entre tanto silencio que emanaba de su habitación. Llevaba una camiseta blanca —probablemente muy arrugada— y unos pantalones deportivos grises que le llegaban a la altura de las rodillas. Su figura bien formada quedaba muy marcada al haber dejado apresada su ropa entre la cama y su cuerpo y no pude evitar observarle durante unos breves segundos antes de volver a la normalidad.

Traté de iniciar varias veces nuestra conversación, busqué miles de comienzos que no revelaran nada de lo que Marco quería ocultarle, traté de cubrirle una vez más. Sin embargo y a pesar de todos mis esfuerzos, el susurro de su nombre fue lo único que pude articular y lo que me pareció más correcto para empezar a hablar.

—Nick...

—Márchate, Jess, no estoy de humor. —Su voz sonaba atenuada por las sábanas contra las que estaba su boca.

—Nick es que...

—He escuchado tus gritos desde la planta baja, no me apetece escuchar un spoiler de alguna serie que hayas visto y en la que se haya muerto un personaje que te gustaba mucho. Quizás sí en otro momento, pero ahora no...

—No es eso —le interrumpí. Entonces capté su atención porque el agarre desapareció poco a poco y sus oídos parecían prestarme atención—. Es tu hermano, ha venido la policía. —Eso le llamó la atención.

Ahora sí parecía dispuesto a hablar.

Nick se incorporó, cruzó las piernas como un indio y me miró con la expresión más desorientada y preocupada que jamás había podido contemplar. Tenía unas ojeras enormes debajo de sus ojos, el pelo revuelto y su respiración ahora era agitada, al igual que los latidos de su corazón que supe que se habían disparado. Me encantaba su vínculo, aquel que les hacía protegerse por todo lo alto, aquel que demostraba que tras una pérdida el amor se mantenía firme y que un abrazo podía abrigar y mantener a raya cualquier invierno, cualquier dolor, todo. Me encanta verles luchar por lo que aman, tener pasión y creer en la familia.

Los Collins son demasiadas cosas como para nombrarlas todas.

Había estado llorando, aún tenía los ojos vidriosos y un tanto colorados, la nariz enrojecida y un temblor en sus dedos que suponía que era por lo que acababa de contarle y no por lo que Vero le había hecho. Me costaba verle así, tan devastado, tan roto, podría parecer otra persona completamente diferente porque Nick Collins nunca se apagaba, nunca lloraba, nunca sufría. Era la persona que tenía sentimientos y que nadie podía derribar, la persona de la que nadie espera un llanto, un grito fuera de lugar porque siempre está feliz y a pesar del dolor, su personalidad siempre le hace ver el lado bueno de las cosas.

Ahora Nick gritaba de dolor por muchas cosas acumuladas y lo entendía. No sabía en qué andaba metido su hermano y llevaba razón, es un alma libre y es una persona muy complicada. Dieciocho años intentando excavar y encontrar sentimientos en él no debe de haber sido fácil. Luego estaba Vero y el problema tan grande que ambos compartían y que no querían compartir con nadie, un problema del que no querían hablar, aquel que los consumía por completo.

—¿Qué le ha pasado? —Hizo una pausa—. ¿Qué le ha pasado a mi hermano, Jess? —preguntó elevando un poco más la voz.

—No... no lo sé. Estábamos cenando y un oficial ha llamado a la puerta. Ha dicho que tenía que acompañarle por un asunto privado y confidencial y se han marchado.

MARCO© ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora