Capítulo 57:

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JESS:

Ser consciente de que la vida se pasa en un instante y que cualquier minúsculo detalle puede acabar contigo es algo que todos tenemos dormidos en nuestro interior. No sé, es como una especie de sistema que ya tenemos instaurado pero lleno de polvo que ha ido cogido con los años y, parece que nos sorprende cuando alguien cercano a nosotros deja de serlo para siempre porque simplemente la muerte decidióque el resto de su tiempo lo pasaría en otro lado. Algunas veces nos sorprendemos, como si no recordáramos ese mecanismo que tenemos dormido; otras simplemente no reaccionamos porque nos acordamos vagamente de él y aunque la pérdida nos haya afectado somos capaces de seguir adelante, hay muchas formas de enfrentarse a la muerte y todas son tan diferentes que nunca lograríamos comprenderlas. No recordaba haberme visto alguna vez en una de estas situaciones, pero ser tú quien se encuentra en el lugar de luchador que o se rinde o se marcha te hace replantear muchas cosas aunque estés debatiéndote entre la vida y la muerte. Y yo pensé rodeada de oscuridad que este no era mi momento, que no podía rendirme, que no podía marcharme sin haber vivido un poco más porque ahora era cuando verdaderamente estaba empezando a vivir, cuando verdaderamente pensaba que merecía la pena seguir luchando.

Abrí los ojos ligeramente y sentí un fuerte dolor de cabeza que me hizo apretarlos con fuerza. Quise frotarme los ojos y acabar con este dolor insoportable, pero una de mis manos estaba cubierta por otra y, cuando giré la cabeza encontré el cabello despeinado de Marco desperdigado por el sofá y sus brazos debajo de su cabeza, uno de ellos sujetando el mío. Seguía en la misma posición de anoche y lo cierto es que esa era una postura muy incómoda, quería que se despertase, que se moviera de ahí y que no se lastimase por ello. Y entonces sucedió, como si me hubiera sentido, Marco movió su cabeza y abrió los ojos con cansancio, como si no hubiera dormido nada en toda la noche. Lo primero que sucedió fue que sus ojos azabache se encontraron con los míos.

-Joder, joder, ¡Jess! -Si hubiera estado de pie quizás hubiera tropezado y se hubiera caído al suelo. Sonreí ante la idea de verlo tan patoso y qué narices, porque estaba despierta y él estaba aquí conmigo.

-Hola. -Le respondí.

-¿Hola? ¿Cómo es posible que hagas de esto un momento tan perfecto con solo decir "hola"? Joder... -Se incorporó un poco y me dio un abrazo con cuidado-. Te he echado de menos... -Susurró con la respiración entrecortada. Sonreí pero no pude evitar soltar un quejido cuando su pecho rozó la herida de mi hombro-. Lo siento, ahora vengo. -Se disculpó y levantó el índice mientras yo fruncía el ceño-. ¡Cole! ¡Cole, ven aquí! -Exclamó en un susurro desapareciendo por el pasillo.

Estaba eufórico pero se notaba que no quería despertar al resto, tenía cara de haber dormido poco y después del susto de ayer probablemente no habían dormido muy bien.

Cole apareció frotándose un ojo medio somnoliento con un pantalón de pijama de Marco a medio caer.

-Me cago en la puta, Marco, que llevo durmiendo mal dos días... -Se quejó con los ojos aún pegados.

Espera un momento, ¿dos días? ¿Cuánto tiempo había pasado desde la muerte de Robinson?

Entonces Cole miró al pelinegro y al ver que este le miraba furioso frunció el ceño y luego miró en mi dirección cuando Marco me señaló.

-¡Me cago en la puta! -Exclamó dando tropezones hasta mí.

-Buenos días... -Dije sonriendo. Entonces hice una mueca de dolor y Marco se acercó preocupado mientras Cole fruncía el ceño.

-¿Qué te pasa? -Preguntó como si temiera mi respuesta.

-Me duele la cabeza... -Expliqué y entonces las facciones de ambos chicos se relajaron.

MARCO© ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora