Tiempo después XIII

33 7 8
                                    

"Nathalie"

Ya era se día, exactamente las ocho de la mañana, el cuarteto de chicos había pasado la noche en aquel hospital en vela de saber la situación de la pelinegra, el silencio médico los estaba estresando tanto que los estaba lleván al punto de tener los nervios de punta.

De pronto un hombre de bata blanca salio de una puerta grande de color verde, miro a Adrien fijamente y luego empezó a revisar el lugar, tomo una tablilla y de ella leyó algo, tomo aire y comenzó a gritar con un tono fuerte y agudo.

─Familiares de la señorita Sancoeur.

Automáticamente Adrien salto de su asiento y que toda velocidad se acercó al hombre, los otros tres hicieron lo mismo, una vez frente a el, este comenzó a hablar de forma tranquila.

─No deben preocuparse, la señorita Sancoeur ha desarrollado alergia a los Macarons- hace una pausa -Comerlos de forma prolongada como se ve que lo estuvo haciendo llevaron a su cuerpo al colapso, la alergia comenzó leve, pero al continuar agregándole dicho alimento nocivo para su sistema, su cuerpo lo empezó a catalogar como una especie de veneno, que poco a poco la fue envenenando hasta que no resistió más─ hace una pasa y prosigue ─Ademas le detectamos que padece de diabetes, no es una enfermedad grabe, pero si no se cuida podria ser letal para ella.

─¿De verdad esta bien?─- pregunto el de ojos verdes muy dudoso

─Claro que esta bien, le practicamos un lavado de estómago, y luego le suministramos medicamentos antialergicos, y un poco de insulina, ya esta estable, y en unas horas procederemos a darle el alta medica─ respondió con mucha tranquilidad, los cuatro suspiraron aliviados ─Si quieren uno de ustedes puede pasar a verla.

Sin siquiera tener que decidirlo, los otros tres se apartaron del hombre, este coloco su brazo sobre los hombros del rubio y junto con el traspaso la puerta de donde antes este habia salido; ambos caminaron por un largo pasillo y cuando llegaron al final de este el hombre se detuvo.

─Aquí es─ indicó ─Solo unos minutos─ advirtió

después decir eso se fue por un costado, el joven temeroso, poso su mano sobre el picaporte y lentamente lo giro para proceder a abrir la puerta, una vez adentro fue recibido por el grito de su asistente.

─Espero que vengas a sacarme de aquí─ exigió enojada ─No fue para tanto, ya dije que estoy bien

─Ho no señora, es mi turno de retarla esta vez─ dijo con tono superior ─¿Acaso no sabes el susto que me diste?─ recriminó con seño fruncido ─No pase toda la noche en un hospital, solo para escuchar tus reproches

─¿Pasaste la noche aquí?─ pregunto dudosa ─¿Por que?─ cuestiono en tono bajo

─Nathalie eres lo único que tengo, lo menos que puedo hacer es esperar afuera tu recuperación─ hace silencio ─No sabes lo mal que me sentí al verte tirada, creí que te perdía

─Y yo que pensaba que habías perdido los sentimientos igual que tú padre─ hace una pausa al ver la cara de Adrien ─Gracias─ susurro tranquila

─Pensar que todo esto fue culpa de los macarons─ bromeo este divertido

─¿En serio fue eso?─ preguntó dudosa

─También la diabetes que te detectaron─ agrego con melancolía

─Me alegra oir eso, crei que la causa de todo esto era la maldición de "Le Paôn"

─Nada de eso─ la interrumpió ─Que ocurrencias─ musitó con con tono sarcástico, tal y como ella hacia con el cuando este era pequeño y fantaseaba con cosas ─Con los cuidados necesarios vas a estar más que bien, y esto será dolo un mal recuerdo─ finalizo con una sonrisa

Pasaron las horas y la pelinegra pudo regresar a la mansión, allí todos la acompañaron, querían estar con ella y contenerla, sacarla un poco de la rutina tediosa de su trabajo, y dejar que de una vez por todas se relaje y piense en su salud.

─Los médicos dijeron que la diabetes no es nada para preocuparse, siempre y cuando esta muchachona haga caso al régimen alimenticio.

Musitó el rubio subiendo la escaleras y dejando a los demás abajo quienes se dirigieron a la gran sala de estar que tenia la mansión para poder reposar.

─No puedo creer─ susurro la de lentes sentándose en el sillón que le solía pertenecer a Gabriel ─Yo, enferma de diabetes, lo único que me faltaba

─Lo bueno que no es culpa del Miraculos del pavo─ interrumpió David ─Esto no te matará. . .

─Casi lo hace─ agrego seria ─Gracias por estar a mi lado─ continuo con una sonrisa ─Lo valoro mucho

─Nathalie, estuviste en los mejores y peores momentos de todos─ dijo la azabache mientras hacia una leve pausa ─Es lo menos que podemos hacer por ti─ finalizo con una sonrisa bastante amplia

─Cuando mis padres se fueron hace siete años, vos estuviste para mi, tus consejos y palabras me sirvieron más de lo que te imaginas, te debo mucho, y esto nisiquiera salda mi deuda─ dijo sonriendo ladinamente sentadose al lado de su novia

─Lo hice de corazón, no necesitan devolverme nada─ hace una pausa y mira el retrato familiar ─Nunca logre formar una familia, toda mi vida esta mansión fue mi hogar y los Agreste fueron como una familia─ hace silencio ─Con la partida de Emilie, todo se torno gris y nada volvió a ser igual. . .hasta que llegaron ustedes─ unas lagrimas comienzan a descender por su rostro ─Y pude sentir nuevamente el calor de una familia, con eso me basta y me sobra─ finalizo tapando su rostro con su mano derecha

Los tres chicos se levantaron de su lugar y abrazaron a la fémina, quedándose entrelazados por varios minutos, luego de eso se apartaron y retomaron sus lugares, la de lentes seco sus lágrimas con el dorso de la zurda y suspiro aliviada.

─Quiero que vengas esta noche a casa─ hablo Marinette rompiendo el silencio, la mujer se sorprendió ─Hay alguien a quien quiero que conozcas─ finalizo mientras una sonrisa se formaba en su rosotro, pensando en lo bien que le iba a hacer a Nathalie conocer a su adorado hijo

─¿Por que no mejor vienen a la mansión?─ replico astuta ─Aquí hay tanto lugar y tanto silencio, no vendría mal que una noche sea diferente─ agrego tranquila

─No creo que sea buena idea─ contesto astuta, la contraria se desilusionó ─Ademas no creo que a el, le agrade la idea

─No debemos contradecir a Nathalie─ hablo una voz masculina ─Y si te referís a mi, no hay ningún problema─ finalizo el rubio sentándose frente a la chica y viéndola de forma desafiante ─Nath─ dijo cariñosamente sorprendiendo a la mujer, este no solía ser así con ella ─Que el chófer se encargue de traer a quien Marinette solicite

─Si─ respondió calmada soltando una leve sonrisa victoriosa

─Bien.

Bufo la de ojos cielo sin ánimos, la idea le seguía desagradando, no quería que su hijo ande dando vueltas por la mansión Agreste, todo esto podía terminar de una forma poco grata conocía a su hijo y conocía a su ex, sabia que ambos podrían ser una combinación poco favorable, las preguntas y dudas de Lució frente a las respuestas rápidas de Adrien podrían sacarle canas verdes y transformar la noche en una verdadera tortura.

Miraculous: Las Crónicas de Dark Queen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora