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Tras días grises, el sol finalmente ha salido en nuestras vidas. Recién empezaba la mañana, cuando el señor Björn y Jasmina se marcharon, él lo hizo de una forma especial, y no paraba de disculparse, pese a que tanto Paul como yo, insistimos en que nada había sido culpa suya. Mientras que ella salió de casa sin mediar palabras ni tomarnos en cuenta, que finalmente fue la decisión más acertada que pudo haber tomado. Nuestro hogar, regresó a su armonía natural.

La semana se convierte en una locura total, y he de tomarme cada cosa con calma. Trabajar lo más que se pueda en la editorial, y al volver a casa, dedicarles todo el tiempo que me sea posible a los niños. Paul decide pasar por mí después del trabajo, ese día, Manuel nos recibe con una nueva palabra, ha empezado a balbucear lo que según Rose, vendría siendo agua, lo sabe porque ella misma se lo ha enseñado.

Llega el viernes, y es considerado como el día de la liberación. La editorial puede ser muy agotante, no solo por los escritos que llegan y deben ser revisados para poner en tela de juicio su aprobación, o los libros prontos a ser publicados, es mi trabajo como directora y escritora lo que me pone a volar la cabeza. Por la mañana, consigo sumergirme plenamente en los escritos, pese a que solo alcanzo a revisar uno, quedó muy satisfecha de que el interés que me causó, pueda rendir frutos muy pronto. Me reúno con Braulio antes de la hora de la comida, para pedir su opinión, él lo revisará esta semana y después podremos tomar una decisión final, nos ponemos de acuerdo con el editor de área para reunirnos. Después de la comida, me dedico a trabajar en mi propia historia, he dejado votado mis propios libros por trabajar en los de la editorial.

Observo el reloj una y otra vez, he quedado con Paul de salir un poco más temprano para ir por el obsequio de cumpleaños para Meli, ambos hemos tenido mucho trabajo y el tiempo no nos ha dado para hacerlo antes. Mañana es la fiesta y no tenemos nada que llevarle, algo lindo que pueda agradarle a una niña de su edad. Dejo cerrada mi oficina.

—Hannah, ¿Dónde está Sawyer? —pregunto al buscarle con la mirada por todo el sitio y no encontrarle.

—Ha ido un momento abajo para buscar el coche, puedo llamarle para que suba. —Niego con la cabeza.

—Mejor bajo yo, de seguro que de camino me lo encuentro. Que tengas un bonito fin de semana, Hannah.

—Igualmente para ti. —Responde con una sonrisa extraña en su rostro. ¿Acaso está insinuando que...?

Me río, su concepto de buen fin de semana es muy distinto al mío. Para mí, tener un fin de semana placentero, es poder compartirlo con las personas que más amo en el mundo. Manuel, con su sonrisa. Rose, y su forma tan dulce de ser. Paul, y todo el amor que es capaz de dar. Cuando se abren las puertas del ascensor, me apresuro a salir del mismo. Diviso la silueta de Sawyer en la entrada, deduzco que es él por la forma en que se para. Abro la puerta de la salida, porque el hombre parece no percatarse de que he salido. Frunzo el entrecejo al ver que mi auto no está, sino, que es el de mi rubio encantador el que se encuentra ante mis ojos.

— ¿Desilusionada? —una sensación de electricidad recorre mi cuerpo por entero al escuchar su voz. —De saberlo, no hubiésemos venido.

—Cariño —giro para tomar su rostro entre mis manos y depositar un beso en sus labios. —Ha sido una sorpresa que vinieras.

—Te equivocas, mi amor. Como dije antes, hemos venido. —Señala hacia el auto con su dedo índice.

Adentro, muy cerca de la ventana, está mi niña lanzando besos. Y el día, pese a estar llegando a su final, claramente ha mejorado. Sus brazos me rodean, y acercando sus labios a mi oído, murmura:

—He salido antes y decidí pasar por los niños para venir por ti, ¿A qué soy el mejor?

—Eso no lo dudes nunca, precioso.

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora