POV PAUL.
Sentado en la silla, detrás del escritorio de una de las tantas oficinas dentro de Müller central, me siento totalmente abrumado. Son demasiados kilómetros de distancia con mis hijos y Phoebe, pese a estar en el lugar donde viví gran parte de mi vida, definitivamente no me siento en casa. Reviso una y otra vez las comparaciones de los documentos que me ha dejado la secretaria de Eric, porque el jodido hombre ni siquiera se ha aparecido en los cuatro días que llevo en la ciudad, creo que tiene ciertos problemas con su mujer y el embarazo, finalmente las hormonas lo están poniendo muy loco. Según tengo entendido, podría integrarse esta misma tarde, que Ava viaja por trabajo.
—Ernestine, ¿Te has contactado con mi hermano?
—Sí, señor. Me ha dicho que esta misma tarde vendrá, después del almuerzo.
—Perfecto. Necesito que me suban mi comida. Le has pedido, ¿Verdad?
—Por supuesto, a más tardar en quince minutos le traerán. ¿Necesita alguna cosa más?
—No, es todo por el momento. Puedes retirarte cuando venga mi almuerzo. Y por favor, llama a contabilidad para saber si están listos los informes, de estarlos, que los suban cuando regresen de la hora de la comida.
—Así lo haré, señor Zimmerman.
Termino la llamada y cuelgo el teléfono. Trabajo a pasos agigantados por dejar todo listo en el menor tiempo posible, que yo me muero por volver a Seattle. Decir que tengo la cabeza aquí es mentir, si no me he quedado tranquilo desde que me enteré de que debía viajar. No me hace nada de gracia estar lejos de ellos, y menos sabiendo que mi hija tiene que asistir a terapias. No es el mejor momento para viajar, sin embargo era más que necesario.
Tras quince minutos, Ernestine se hace presente con un delicioso aroma, huele exquisitamente, y es mi comida. Le doy permiso de retirarse para que haga uso de sus horas permitidas para alimentarse y volver al trabajo. En cuanto termino con mi platillo, limpio mi lugar de trabajo, lavo mis manos y continúo con lo mío. No tengo nada de tiempo que perder, y demasiadas cosas pendientes. Me desesperan las horas que paso encerrado, no me siento cómodo y no puedo estar tranquilo, he notado desde ayer que pisé esta oficina, que me hace falta algo, y no es necesariamente perteneciente al lugar en sí, sino, a mi como persona.
Hago las comparaciones por enésima vez, todo parece marchar perfecto, los márgenes de errores están en su línea y la productividad ha aumentado dos puntos con respecto al mes pasado. Se podría decir que la central junto a las sucursales trabajan en perfecta armonía. El primer trimestre ha dejado excelentes ganancias, y ya estado casi por cerrar el segundo, podría asegurarse que estamos mucho mejor que el año pasado en estas fechas.
***
Elevo la mirada al escuchar un sonido proveniente de la entrada, mis labios se encurvan con la imagen que encuentro, mi hermano en su estado papá total, tratando de sostener a su hija con un solo brazo, mientras que en el otro carga su maletín y lo que supongo es el bolso de la pequeña Aithana.
—Hombre, pero si tenemos por aquí a todo un padrazo. —Me mofo. —Traes a la pobre niña colgada, como si fuese un trapo.
—Ava se ha ido por el trabajo, y la cuidadora tuvo dificultades para llegar hoy a casa, claramente, no podía dejarle sola. Así que, no estés jodiéndome, Paul. —Comenta con fastidio. —Mejor cierra el pico, deja de mirarme y ven a ayudarme un poco, ¡Cabrón!
—Deja de cargar a la pobre criatura como si fuese una bolsa. —Abandono los papeles en una orilla del escritorio y me levanto, caminando con dirección a ellos. Cojo a la niña en mis brazos para que mi hermano pueda acomodarse. —Hola, Aithana. ¿Te acuerdas del tío Paul? Qué niña más preciosa.
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TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)
Hayran KurguPhoebe es exitosa en su profesión, más que feliz en su matrimonio, y pese a que Rose llega casi a los cinco años, la pequeña junto a Manuel de nueve meses, le muestran que es una aprendiz eterna de cómo ser una madre. Tres Zimmerman rodean ahora la...