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Capítulos finales... 3/6

Al verme en el espejo, tengo la percepción de ser alguien diferente. Me siento vacía, y sé que me  hace falta. Las imágenes de todo lo sucedido se repiten una y otra vez en mi cabeza, pensando en las cosas que podría haber hecho para que todo fuese diferente, soluciones que me parecen más inteligente que hacer tratado de conversar con ellas, y quedarme viendo lo que sucedía. 

Me duele, y no solo el cuerpo. Tengo un dolor tan fuerte que ningún medicamento va a lograr quitármelo. La doctora envío mi tratamiento para los golpes, incluso para ayudar a sanar mi cuerpo del procedimiento que vivió. 

Todas van a pagar por lo que han hecho. La señora Elena por ser la artífice de todo, ninguna mente tan cochambrosa como la de ella para idear una idea tan ruin y asquerosa como esta. Leila, que antes intentó advertirme, ella me dijo que tuviese cuidado, y yo no le di importancia, sin embargo, es cómplice de esta barbaridad. Y Camille, cada uno de los golpes que me dio, y el hecho de no tener a mi bebé conmigo por su culpa, es algo que debe pagar. Cuando las encuentren, yo misma voy a asegurarme de que las refundan, y no salgan nunca. 

Nuevamente las lágrimas brotan de mis ojos, sucede cada vez que me encuentro sola. Me siento sucia, una mujer cobarde. Sé que debo tener fortaleza, porque Rose y Manuel me necesitan, pero, ¿De dónde puedo sacarla? 

¿Alguna vez se irá el dolor que tengo en mi corazón? ¿Podré superarlo en algún momento? Ayer tenía mucha ilusión, todavía podía hablarle a la criatura que crecía en mi interior, a quien esperaba con muchas ansías. En cuestión de horas toda ilusión se perdió, me arrebataron al ser que se formaba en mis entrañas, sin darme la oportunidad de decirle que lo amaba... Se fue.

Me meto debajo del chorro de agua. Dejo correr el agua por mi espalda, como si así consiguiese ahogar todas mis penas, y esta se llevase mi dolor. El problema es que sigue aquí, apretando mi pecho, en mis pensamientos, golpeando fuertemente. 

Escucho los toques en la puerta. Quiero que dejen de molestarme, y de mala gana respondo:

 —Déjenme en paz.

—Soy yo, Phoebe. —Escucho la voz de mi esposo. 

—Quiero estar sola, Paul. No voy a hacer ninguna estupidez, si es lo que temes. Solo necesito un momento a solas, vete. —Digo apoyando mis manos en la pared, como si estuviese por caer, pero es solo su voz lo que me hace sentir peor.

—Está bien, cariño. Solo recuerda que estaré aquí, si me necesitas. Y que te amo.

Yo también te amo.

Me niego a verle a los ojos, no tengo cara con qué hacerlo. Estoy avergonzada, y la culpa misma no me deja estar bien conmigo, menos con él. Una voz interna me nombra culpable de todo lo sucedido. Debía proteger a mis hijos, sin embargo no lo hice. De mi dependía la criatura en mi interior, pero no supe protegerle. Me duele, me mortifica la culpa, pude haber hecho más, y eso no me deja sentirme cómoda con él cerca de mi. Preferiría una y un millón de veces que me gritara con todo desprecios, pero no lo hace, sigue siendo bueno como el primer día, comprensivo como siempre, me brinda amor y su cariño, cuando no lo merezco. No merezco nada de lo que me ofrece. 

Por mi culpa se llevaron a nuestros hijos. 

Por mi culpa se murió nuestro bebé.

Cierro la canilla del agua, es inútil. Me despojo de toda la ropa mojada y busco la toalla para secarme. Cojo la bata y salgo del cuarto de baño, encontrándome a mi madre sentada en la cama. Le miro un momento y niego con la cabeza, no estoy de ánimos para ver a nadie, no quiero hablar. Me giro para ir al vestidor, con la esperanza de que al salir ya se haya ideo. Busco algo de ropa para ponerme, toda se encuentra ordena y en su lugar, pensar que quise sacarla de aquí porque creí que no la usaría en un buen tiempo. Tomo uno de los vestidos holgados, no quiero ponerme nada ajustado, sé que no me sentiría cómoda.    

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora