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—He estado yendo a la editorial estos días, bueno, hasta hace una semana iba de lunes a viernes para cerciorarme de que todo estuviese bien. Hannah tiene las cosas en orden y tú, unos cuantos escritos por leer. —Dice cuando abandonamos el sillón. —Se murmuraba que estaría de vuelta como jefa, pero, ya he dejado claro que esa etapa ya pasó, y que mi hermosa hija es quien se encarga de eso. Hay algunos escritos que me parecen interesantes.

—Mamá, ¿Podrías ayudarme? —Me mira un momento, para hacer un amago en señal de que continúe. —Ya que estoy aquí, y quiero pasar una temporada por estos lados...

— ¡Madre de lo hermoso! —Corta mis palabras con su exclamación. — ¿Me estás diciendo que van a quedarse en casa?

—Era lo que quería plantearte, me gustaría estar cerca del abuelo. Solo espero que no sea problemas tenernos por un tiempo. Y en vista de que debo retomar mi lugar en la editorial.

— ¿Puedo quedarme con los niños?

— ¡Mamá! Déjame terminar. —Le gruño. —Claro que puedes, pero supongo que los señores Zimmerman querrán venir y estar con ellos, y también Danielle se quedará para encargarse de las necesidades de ellos.

—Hija mía, esta es tu casa. Pueden estar el tiempo que así lo deseen. En cuanto a todo lo demás, que venga quien quiera, los consuegros son estupendos. —Dice todo esto sonriendo.

—Es bueno verte sonreír, mamá. —Le digo sincera.

— ¿Sabes qué es bueno? Tenerles ustedes aquí.

La lleno de besos y le doy un enorme abrazo. De verdad que me siento bien al verle mejor, sé que solo es momentáneo, pero me sirve si con ello le ayudo a olvidar un poco. Nos metemos a la cocina para ayudar a Gail con la comida, se sorprende de ver a mamá sonreír, las dos cuchichean como si no hubiese un mañana, mientras yo me dedico a preparar la ensalada, que comienzo a pensar que es mi especialidad, me sale a la perfección. Escucho voces que provienen de la sala, habiendo acabado con ello, me muevo con dirección al salón mencionado. Los señores Zimmerman, pero Paul y su padre han ido un momento al jardín porque deben hablar sobre alguna cosa. La señora Judith me dice que los niños se han quedado con Danielle, según lo que le explicó Paul, y que lo han llamado antes de llegar. Le indico que mi madre está en la cocina, ella opta por ir con las mujeres. Se saludan alegremente, mientras mi suegra saca una de sus bromas que nos poner a carcajear de inmediato, no cabe dudas, la mujer sabe poner la alegría donde quiere. Voy por mis niños, que están en su habitación poniendo loca a su cuidadora, le sonrío a modo de disculpas, han regresado llenos de energías. Converso un poco de la idea de quedarme aquí, y que ella también debe de hacerlo, pero que mientras los señores Zimmerman se estén quedando en casa, debe permanecer impoluta. Por lo que quedamos en que irá tres veces por semana en la mañana a ocuparse del lugar, mientras mamá permanece con los niños y yo voy a la editorial, lo que me recuerda que aún he de hablar sobre el asunto con mi amado esposo. Dejo a Rose con ella, pero me llevo a mi garrapatita de ojos azules, se ha pegado a mi cuando estuvimos en la habitación.

—Phoebe de mi vida —dice la abuela Carla, que está saliendo de donde el abuelo. —Justo iba por ti, el gruñón de aquí está insoportable. Ya que eres como su flautista de Hamelin, creo que puedes solucionarla. Hola, guapote. Qué niño más hermoso. —Le habla a mi bebé, que le mira, pero de inmediato regresa a mi hombro.

—Uff, pero que maleducado. —Murmura en broma, besando su espalda.

Mi niño es un pleitisto.

Entro a la habitación, observa que le he traído al pequeño, lo coloco sobre la cama y empieza el cuento de nunca acabar. Consigue que Manuel se quede a su lado, le cuenta una historia sobre peces, me dice que espera que por lo menos uno de los niños se interese por la pesca. Mi hijo ríe como loco, contagiándole de inmediato. Los niños tienen la magia, eso que hace al mundo cambiar.

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora