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Últimos capítulos... 1/6

Movimiento libre, imposibilitado.
Despierto y no puedo moverme más que pequeños centímetros, cosa de nada. Rose está muy pegada en mis costillas, no sé que horas sean, pero no quiero despertarla. Aunque no creo que se encuentre dormida, sus pestañas se mueve, e incluso puedo notar una sonrisa en sus labios. Deslizo mi mano por su rubia cabellera, antes era una niña con poco cabello, escasamente podía colocarle uno o dos, ahora se ha transformado en una enorme maraña. Definitivamente, no se puede seguir aplazando su corte, se le va a poner muy feo.

Sus ojitos se abren, y de inmediato sube un poco más para besar mi mejilla.

—Buenos días, mami. —Se aprovecha, mientras se pueda. La aprieto entre mis brazos.

—Buenos días, mi cielo. —Deposito un beso en su frente. — ¿Quieres que consigamos el desayuno?

—Sí.

—Bien, vamos al baño para prepararte una ducha. —Se sienta con lentitud, y me es imposible no sonreír al ver su delicadeza para no despertar a los guapos que aún duermen.

Soy la primera en salir de la cama, me coloco las pantuflas y arreglo las de ella para que pueda ponérselas. Listas las dos, tomo su mano para empezar a caminar. Sin embargo, ella me detiene.

—La almohada de Manuel, mami. —Uff, cierto, la barrera de protección. Mi niña haciendo su trabajo de hermana mayor. Ella misma es quien toma mi almohada y la deja cruzada.

—Ahora sí, nos vamos.

Le preparo la tina y le dejo sumergida, con la cantidad de agua necesaria, no del todo llena. Cojo el teléfono de la habitación y hago una reservación en el restaurante del hotel, dos mesas para todo mi equipo. Desde mi móvil, llamo a Braulio para que se encargue de que todos estén allí. De inmediato me pongo a buscar la vestimenta de mis hijos para el día de hoy, Paul ha hecho las maletas correctamente, aunque me temo que Danielle ha puesto sus manos en esto. Dejo todo sobre la cama. Y mi mirada se centra en el par de rubios preciosos que duermen en la cama. Manuel es muy jodidamente, la versión de Paul en miniatura, y Rose en niña, de no ser por el color de sus ojos, ella también sería su copia.

—Ya, denme una. —Murmuro tocando mi vientre. Espero que al menos este bebé tenga mucha genética Grey.

Rose.
Cojo su toalla y entro al cuarto de baño, se encuentra jugando con el agua. Aunque según ella, me estaba esperando para que le ayude con el cabello, claro, solo es una niña grande cuando le conviene. Pero yo, con lo que me encanta estar con ella, dedico los próximos diez minutos a masajear y dejar bien lavada su cabellera.

Cuando ya está lista, y oliendo delicioso, dejo que se vaya para poder secar todo lo que mojó. Coloco la ropa sucia en el cesto y salgo. 

—Muy lindos los tres, pero tendré que arruinar momento de echar pereza. Ustedes dos, se me van al baño. Tengo planes para este día. —Digo sonriente. —Hablo en serio, Paul.

—Su mamá es una gruñona —ronronea él, mientras juguetea con los niños. —Vamos Manuel, que la señora mandona nos ha dado una orden.

Pongo mi mejor cara de indignación.

Se levanta de la cama con el niño en sus brazos, dejando a Rose acostada.

—Buenos días, mi amor. —Susurra al pasar por mi lado.

Ruedo los ojos, es un jodido encantador muy natural. Dejo a Rose jugando con el móvil, sabe que no debe moverse de allí. Uso la ducha para darme un baño, mientras los dos se meten a la tina. A Manuel le fascina cualquier sitio co
agua donde pueda chapotear y empapar a todos. Termino antes que ellos, por supuesto, yo me he duchado sin jueguitos. Me coloco mi ropa interior y busco un vestido.

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora