Capítulo 1

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¡NO leáis los comentarios si queréis evitar SPOILERS, llega un momento en que no puedo eliminar todos los spoilers!

Por favor, evitad comentar como avanza y como acaba la novela, gracias.

•••

—¡Venga chaval! ¡Tú puedes hacerlo mejor! ¡Salta y remata, salta y remata!—los gritos del entrenador resonaban en mi cabeza mientras notaba mis piernas arder por el excesivo ejercicio físico.—¡Vamos Liam!

Último remate.

Sonreí aliviado una vez toqué el suelo, apoyándome sobre mis rodillas notaba como mi pecho subía y bajaba rápidamente y como las gotas de sudor recorrían tanto mi cuerpo como mi rostro.

Después de esos cincuenta remates seguidos, lo único que realmente me importaba era ducharme y lanzarme sobre la cama.

—Bien chico, ahora ve a pasarte un agua que los adolescentes apestáis.—casi gritó Adam pero dado que es su tono normal le dediqué una sonrisa divertida.

—Ya sabe entrenador, no hay nada mejor que agua fría después de entrenar.—contesté dándome la vuelta y yéndome hacia los vestuarios donde obviamente solo estaba yo.

El entrenador, Adam Luberg, se ofreció hacía unas semanas a entrenarme una hora más a mi solo cada día después de los entrenos normales con el resto del equipo porque "ve potencial en mi". Creo que es obvio que no lo rechacé.

Al llegar a las duchas y quitarme la ropa, encendí una de ellas y me metí debajo. Comencé a notar el agua recorrer mi piel dejando atrás todo resto de sudor.

Después de quince minutos, envolví la toalla al rededor de mi cintura y salí a vestirme con la ropa normal de calle. Cuando salí al exterior vi el último bus pasar y me entró el pánico.

Si bien en la pista parezco de acero, en la vida real soy como un teletubbie y todo me perturba.

Comencé a correr como si la vida me dependiera de ello, y en un último intento de entrar al autobús me posicioné delante de él haciendo que diese un frenazo que incluso a mi me asustó.

Al acercarme a la puerta, me abrió y pude notar perfectamente su mirada de enfado, lo cual veo normal después de casi matar a un chico que casi se suicida por casi no coger el autobús.

Me senté en el primer asiento que encontré libre y me coloqué los cascos poniendo "Natural-Imagine Dragons".

Mientras movía la cabeza al ritmo de la música, el tiempo fue pasando hasta llegar a mi portal. Bajé alegremente con una sonrisa implantada de serie en mi cara y toqué al timbre, tengo llaves, pero como si no existieran.

Vi un rostro de cabreo al abrirme y supe que algo andaba mal. Conmigo quiero decir.

Mi madre, penetró mis órganos vitales con la mirada fría y lejana que me acababa de echar. Noté su pelo algo enmarañado, un pequeño rastro de baba en el lado derecho de la comisura de sus labios y la ropa bastante arrugada y bueno... acababa de despertarla de su plácido sueño.

—Hijo ingrato, estúpido e inmaduro que no sabe utilizar las llaves... ¡a pesar de tener ya diecisiete años!—su tono fue subiendo a medida que hablaba hasta acabar gritándome.

—Lo siento, no soy capaz de recordar cuando te toca trabajar con el turno de tarde, de noche o de mañana.—me encogí de hombros dirigiéndome a la cocina.

—¡De mañana maldito infeliz!—gritó por última vez encerrándose en su cuarto, a seguir durmiendo supongo.

—De mañana maldito infeliz.—me burlé susurrando mientras miraba mi reloj...

Enano [Gay +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora