Capítulo 5

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Salí del aula junto a James, para dirigirnos de nuevo a la cafetería y allí nos encontramos con Ariel, Lisbeth y Mike. Me senté junto a ellos y comenzamos a hablar de trivialidades al menos hasta que empecé a fijarme en Hunter.

Realmente se pasaba los patios solos y las clases también de no ser porque hoy ha estado conmigo ¿Debe de sentirse solo?

Me levanté y me dirigí hacia la mesa del castaño, que estaba concentrado comiéndose un bocadillo de paté. Pude notar varias miradas sobre mi y llegué a escuchar murmullos.

Sin decir palabra, me senté a su lado y de primeras me dedicó una mirada fría y llena de odio pero al reconocerme su mirada se volvió cálida.

—Eres tú, enano.— dijo y pude escuchar levemente a su tono un poco de alegría.—¿sabes que la gente normalmente pide permiso para sentarse junto a otras personas, verdad?—sacó su sonrisa burlona.

—Si bueno, ¿me hubieras dicho que no?—alcé una ceja recibiendo una carcajada por su parte, cosa que me hizo sonreír.—¿Siempre estás solo?—susurré con cierta prudencia.

—Sí niño, siempre estoy solo.—su mirada cambió a una de indiferencia.—¿Y tú? ¿Vas a comer con ellos siempre? Podías hacerme compañía.—noté algo de esperanza en su tono.

—Claro, podríamos pasar juntos esta media hora algunos días.—le dediqué una sonrisa que me devolvió.—No eres tan terrible como todos dicen.—dije para mi mismo pero obviamente lo escuchó.

—No me conoces.—dio un toque a mi nariz con su dedo índice.

—Puede que no, pero no te veo malo además eres medianamente simpático conmigo.—encogí mis hombros.

—¿Medianamente?—alzó las cejas fingiendo haberle dolido, y llevó una mano a su pecho.

—Ayer me amenazaste con partirme el cráneo.—hice puchero y pude ver como en sus ojos pasaba cierto brillo que no pude reconocer, pero se veían más bonitos... más vivos.—Como sea, me alegro de que podamos ser amigos.—sonreí.

—Claro, amigos.—carraspeó su garganta al terminar la frase.

Después de un cuarto de hora ya había acabado el recreo así que tuvimos que volver a nuestras aulas. Fui con James a Historia y allí comenzamos la clase.

Al finalizarla, una chica se acercó a mi mesa y apoyó ambas manos en ella. Básicamente me puso el escote en la cara y parte de su cabello moreno caía por él pero pude reconocer por el uniforme que era una animadora. La miré mejor y vi que tenía un tatuaje de corazón en el hombro derecho y la cara la tenía excesivamente maquillada, tanto que no destacaban los ojos grises que tenía.

La miré directamente, viendo como arqueaba una ceja expectante y yo sin saber qué decir que quedé callado poniéndome nerviosos como de costumbre ya que los silencios incómodos me incomodan, obviamente.

—¿Eres amigo de Wolfgang?—preguntó por fin después de unos minutos, asentí.—¿Me harías un favor?—asentí de nuevo esta vez dudoso.—Convence a Hunter de que vuelva conmigo.—vi como ponía cara de pena.

—Yo... no creo que sea lo mejor.—eché un poco la silla para atrás mientras negaba.—Eso tendríais que hablarlo vosotros y...

—Mira chico nuevo—volví a mirar sus ojos.—Resulta que no te estoy preguntando, tú vas a hacer que Hunter vuelva conmigo y así ninguno de mis pretendientes te romperá ningún hueso.—tragué duro notando como mi ritmo cardíaco aumentaba.

—De acuerdo.—me rendí ya que seamos sinceros, estaba cagado de miedo.

Después de otras dos horas, llegó el momento de irnos a casa, salí del enorme edifico acompañado de James y Ariel y nos dirigimos a nuestras respectivas casas mientras hablábamos de trivialidades. Antes de llegar a mi hogar me despedí de ambos y entré viendo como mi madre estaba en el sofá viendo la tele.

La saludé como siempre y fui a la cocina a ver lo que me había hecho de comer, judías verdes con atún, me senté junto a ella y comencé a comer mientras veíamos un programa absurdo llamado ''CSI Miami'' en completo silencio hasta que lo rompió preguntándome qué tal había ido mi segundo día y comenzando así una conversación.

Al acabar de comer, lavé lo que había utilizado y subí a mi cuarto a hacer los deberes. Solamente tenía dos ejercicios así que acabé pronto y me puse a ver vídeos en el YouTube para distraerme hasta que llegara la hora del entrenamiento.

Eran ya las cuatro y media y aún faltaban cuatro horas para entrenar. Estaba muerto del aburrimiento hasta que oí un ruido a mi lado, salté del susto y casi grito de no ser porque una mano aterrizó en mi boca. Me puse extremadamente tenso hasta que reconocí el rostro del intruso.

Hunter Wolfgang, de nuevo.

Alejó su mano de mi y yo le miré como queriendo matarlo, por darme tremendo susto otra vez. Este chico debería aprender a llamar a la puerta, o por lo menos avisar.

—¿Qué haces aquí? Deberías dejar de asustarme así, casi me da un paro cardíaco.—le reproché tocándome el corazón con la mano derecha.

—Si no quieres que entre, cierra la ventana ¿no tienes frío?—ahora que lo decía, sí tenía un poco de frío pero supongo que no me había dado cuenta, cerró la ventana.

—La cuestión es que no puedes entrar en casas ajenas de esta manera, algún día te denunciará alguien.—suspiré viendo como se acomodaba en mi colchón.

—Lo dices como si allanara todas las casas, solo entro así en la tuya enano.—abrí mis ojos con una mezcla de sorpresa e incredulidad.—No me mires así, es verdad, realmente la tuya es la única casa en al que entro así.

—Pues deberías dejar de hacerlo.—aparté la vista dirigiéndola al suelo mientras me sonrojaba bajo su profunda mirada fija en mi.

—¿Tú crees?—noté como se acercaba más a mi, quedando a centímetros de mi rostro, con una mano me obligó a mirarle pero de una manera muy dulce.

—Sí.—susurré notando como mis pulsaciones aumentaban de velocidad y mi cara se encendía de vergüenza.

—No suenas muy convencido.—dijo ahora él con un tono bajo mientras alzaba las cejas.

—Yo... no... porque... tú...—comencé a tartamudear sin saber muy bien qué debía decir ya que nuestra cercanía me estaba poniendo cada vez más nervioso, vi como una sonrisa de medio lado se asomaba en su boca.

—No voy a dejar de entrar a tu casa sin permiso hasta que tú me lo prohíbas.—se acercó un poco más, podía notar su respiración chocar contra mi y juro que pensaba que el corazón se me iba a parar.

Miré fijamente sus ojos, no eran completamente verdes ya que cerca de la pupila eran marrones, además tenía pecas por la nariz y las mejillas. También pude notar como su cara estaba levemente sonrojada y no quise imaginar como estaría yo. Aquella escena me estaba poniendo realmente ansioso y no sabía el por qué.

—Dime, ¿me vas a prohibir entrar a tu habitación?—susurró y de manera involuntaria, agarré la muñeca de la mano con la que estaba tocando mi cara ya que aún no la había quitado.

Negué débilmente y no entendí muy bien porque bajé mi vista a su boca que se encontraba entre abierta, volví a mirar sus ojos y en ellos pasó un brillo precioso. A decir verdad todo él se veía... perfecto.

Todo dicho desde un punto de vista heterosexual, no soy gay ni nada de eso...

Noté como su mirada pasó de mis ojos a mi boca y de vuelta a mis ojos. El corazón me dio un vuelco en ese momento.

Enano [Gay +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora