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Mañana subiré el capitulo 2 n.n



Suspiró una vez más frente al locker que tenía delante de sus narices, antes de colocar  el contenido de la invitación que había recibido en su respectivo sobre y darse los últimos arreglos de la pajarilla que llevaba. Sus compañeros se habían adelantado, por lo cual sabía que debía de salir cuanto antes, por lo que sin más, guardó la invitación en lo más profundo del espacio que le habían asignado para dejar sus prendas y objetos personales y se fue a atender a todos los clientes del lugar, los cuales no eran pocos aquella noche.

Había tenido muy en claro desde que había comenzado a trabajar en aquel lugar, que cualquier error podía costarle su lugar allí, pues era muy raro que contrataran omegas en tan prestigioso lugar y a pesar de que debía de estar agradecido, no lo estaba. Después de todo su mejor amigo y único, había sido quien se lo había conseguido luego de revelar su estado personal al gerente del lugar. Sabía que aquel hombre de mediana edad, facciones afiladas, ojos negros y profundos que combinaban con sus cabellos y bigote del mismo color, lo había contratado solo por aquello.

Durante mucho tiempo había evitado trabajar frente al público. Había tenido distintos trabajos, en todos despedidos por pedido de clientes que no querían ser atendidos por un omega o que un omega trabajara allí solo por haberlo olido. Si supieran lo que es ser verdaderamente omega se decía cada vez que volvía a su piso con un nudo en la garganta y ganas de tirarse en la cama y nunca más salir de allí.

Siempre había sido consciente de que era defectuoso. De que lo habían hecho así. De que lo habían lanzado a un mundo donde a pesar de que sus jefes sabían de su condición, más allá de ser omega, aceptaban cuando un alfa se quejaba de su condición y terminaban echándolo.

Los omegas están solo para ser jodidos por los alfas le habían dicho una vez. Una frase que se le había quedado grabada a fuego en su mente, como también Los omegas están hechos solo para llevar en ello a los bebes de los alfas. Cuanta envidia destilaba al escuchar aquella frase, porque después de todo, él incluso en aquella simple tarea no servía. Y había sido por ello que siempre había odiado juntarse con alfas.

Y allí estaba trabajando, rodeado de feromonas dominantes que parecían querer ahogarlo en una piscina densa y agobiante.

–Buenas noches, bienvenidos a Eden, ¿qué desean ordenar? –preguntó a su primera mesa de la noche e intentando escapar de las miradas descaradas de los alfas que ocupaban la mesa, decidió fijar su mirada en la pequeña libreta que siempre llevaba consigo para recordar lo que habían pedido sus clientes.

El alfa más cercano a él, sin miramiento alguno, lanzó un golpe algo fuerte y certero en su trasero, provocando que se sobresaltara y un pequeño quejido se escapara de sus labios. Y aun si hubiese deseado que alguien lo ayudara de aquellas manos y lo protegiera, o por lo menos él ser capaz de evitar aquello, sabía que nadie lo ayudaría. Sabía que se debía de mantener sumiso, como un omega debía de ser.

–Pero mira lo que tenemos aquí –comenzó el hombre que le había lanzado la nalgada y lo tomó con la misma mano de la cintura –No sabía que ahora aceptaban zorras en este elegante restaurante. ¿Acaso están para hacernos pasar bien el rato?

La sonrisa que se le formó en el rostro del hombre le dio arcadas, como muchas otras veces y aun sabiendo que el olor de aquel alfa parecía querer absorberlo; envolverlo, él debía de mantenerse erguido e inmutable, lo cual no era que le costara horrores realizar.

El alfa chasqueó la lengua y lo soltó al ver que él no reaccionaba y miró a sus compañeros.

–Aún no hemos decidido qué vamos a comer. Puedes largarte. Cuando hayamos decidido te llamaremos –terminó sin siquiera mirarlo y él supo el porqué. Su cuerpo no había reaccionado al llamado de aquel alfa, como nunca lo hacía con ninguno, pues como sabía, estaba defectuoso, o por lo menos, lo habían arruinado.

Oliver hizo una leve venia antes de retirarse y dejar a los alfas decidir y llevó entonces su mirada a su amigo que atendía una larga mesa donde parecía se festejaba un cumpleaños. Colin pareció sentir su mirada sobre él, por lo que se giró y lo vio observándolo. Se formó una leve sonrisa en sus labios, antes de seguir escuchando al alfa que le estaba pidiendo la orden y una vez estuvo libre se acercó a Oli.

–¿Sucedió algo? Vi cómo el alfa... –comenzó, pero Oliver lo cortó.

–No pasa nada –intentó aliviar el ambiente que parecía envolver a su amigo beta.

–Sabes que puedes decirme todo Oli. Si esos mal nacidos...

–Son clientes Col –lo volvió a interrumpir y dejó apoyada la bandeja sobre el mostrador, que por un costado daba a la cocina.

–Aun así, deberían de saber sus lugares –gruñó, lo que formó una leve sonrisa en él.

Colin había sido su amigo desde que tenía uso de memoria. Se había enamorado de él perdidamente, pero el destino había sido cruel y a él lo había hecho omega y a su amigo beta y más allá de eso, Colin nunca se había fijado en él más que como amigo.

Aun recordaba cuando le habían dado los resultados de sus exámenes de clases. Él había deseado ser omega, para así, al creer que Colin sería alfa, podrían estar juntos. Podrían formar un vínculo inquebrantable.

¡Que ingenuo había sido!

–¿Me estas escuchando? –le preguntó Colin pasando por delante de sus ojos una de sus manos abierta.

–Disculpa –contestó, volviendo en sí, pues se había visto inmerso en el pasado, como solía pasarle cuando situaciones como la que estaba viviendo, sucedían –¿Qué decías?

–Que si quieres que atienda esa mesa y tú tomas una de las mías, no tengo problema.

–Estoy bien –le contestó sincero y miró hacia la mesa que había atendido hacía poco. El alfa que lo había tocado lo llamaba, por lo que tragó grueso y decidió ir a recibir el pedido, sin esperar que aquel no sería simplemente un pedido. 

Un amor entre rosas y espinas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora