Como prometí, aquí nuevo cap!!!!! n.n
El alfa vertió todo el contenido de la copa de vino tinto que le había servido con anterioridad sobre su persona, provocando exclamaciones ahogadas por muchos de los allí presentes. Incluso los de la mesa larga habían dejado de hacer el gran bullicio que habían estado produciendo desde que se había llenado por completo.
–¡Es una vergüenza que una mierda como tu esté atendiendo en este lugar exclusivo! ¿Qué acaso se han olvidado lo que significa exclusivo? –gruñó el alfa que le había lanzado el vino que lo había empapado de pies a cabeza.
Oliver apretó con fuerza la bandeja que llevaba con él a un lado de su cuerpo. Se sentía agobiado, dolido y con ganas de llorar, porque él simplemente había querido alejarse de las manos indiscretas de aquel hombre y a pesar de que sabía que aquello le traería consecuencias, nunca creyó que terminaría haciendo un espectáculo frente a todos los presentes.
–Quiero hablar con el gerente del lugar ¡Es inadmisible que una mierda como tu este atendiendo! –siguió gruñendo y se levantó, dejando en claro la diferencia de altura, pues, como todo omega, su complexión era pequeña y delgada. Como un muñeco que podía romperse en cualquier momento, lo cual no estaba muy lejos de la verdad, pues al sentir el fuerte agarre de aquel hombre sobre su brazo sintió que este cedería en cualquier momento y se lo terminaría rompiendo. Incluso por aquel agarre se le había caído la bandeja que con tantas ansias había intentado mantener en su mano.
Se quejó, pero aquello no parecía siquiera inmutar al alfa que lo empujaba hacia el mostrador, donde se encontraba el gerente completamente helado ante la situación y también tras sentir las feromonas de ira que parecían ocupar todo el aire respirable, todas pertenecientes a aquel alfa asqueroso.
Pero ninguno de los dos, Oliver con la cabeza gacha y sintiéndose más que humillado, ni el alfa más que cabreado, llegaron al hombre en cuestión, pues otro hombre se cruzó en sus caminos antes de que llegaran.
–¿Sucede algo? –preguntó el hombre frente al alfa y Oliver se atrevió a dirigir su mirada a quien lo había interceptado.
Sus ojos de un azul profundo y hermosos chocaron con los suyos verdes como dos joyas preciosas y a Oliver no le pasó desapercibido que aquel hombre más allá de hacérsele familiar, había estado sentado segundos atrás en la mesa del cumpleaños, vestido con una camisa blanca y unos pantalones azul marino que parecían hacer juego con sus ojos y un cinturón marrón claro que resaltaba claramente de este.
El alfa entonces, el que había impedido llegar hasta el gerente que lo despediría, llevó su mirada al alfa que aun lo sostenía con fuerza.
El hombre que lo había arrastrado miró de arriba abajo al otro alfa, como si para él no valiera nada, pues, al igual que Oliver no había sentido autoridad alguna escapar de aquel hombre, pero ambos sabían que se trataba de un alfa. Su porte, su elegancia y todo en él parecía gritar que era un alfa.
–Nada que te incumba –contestó e intentó pasar de él, pero el alfa se negó a dejarlos pasar.
–Antes que nada –agregó el alfa con una sonrisa que más que feliz, parecía ciertamente tétrica antes los ojos de Oliver luego de alzar su brazo impidiendo que continuaran caminando –¿Podría soltarlo? Lo está lastimando.
El alfa que aun lo agarraba entonces miró hacia el agarre y luego hacia su rostro, apretando más, lo que provocó que Oliver se quejara y sus piernas cedieran, pero con el agarre sus rodillas nunca llegaron al suelo.
–¡Duele! –exclamó bajito y agachó la mirada, sintiendo que las lágrimas se querían escapar de sus ojos.
Escuchó entonces un quejido por parte del alfa que lo lastimaba y luego que el agarre cedía. Cayó al suelo, libre de tal tortuoso castigo y levantó la mirada, sorprendido.
El alfa que se había interpuesto había tomado al otro del brazo libre y le estaba doblando la muñeca en una posición ciertamente dolorosa y se notaba en las facciones de este, como también en el sudor que comenzó a recorrerle su frente.
Sintió entonces un fuerte latigazo en todo su cuerpo al sentir la autoridad del alfa que lo había protegido cubriendo todo el ambiente y engulléndose la autoridad del otro alfa. Muchos de los presentes ahogaron una exclamación en sus gargantas y Oliver comenzó a escuchar murmullos por todos lados, hasta que uno de esos captó su atención.
A dos mesas de donde se encontraban dos mujeres hablaban entre ellas.
–¿Ese no es Ezra Parrish? –cuchicheo la rubia.
–¡Si, creo que sí! –exclamó extasiada su compañera y ambas chillaron al unísono.
–Pero ¿qué hace aquí? –preguntó entonces una al calmarse.
Su compañera se encogió de hombros, sin quitar su mirada del alfa que aun tenía sometido al otro, más que embelesada de tener a tal figura en carne y hueso frente a ella.
–Tengo entendido que su padre es dueño de la cadena de estos restaurantes.
Oliver entonces volvió su mirada al alfa, ciertamente consciente de conocer el nombre de aquel hombre que en su vida creyó volver a encontrar, pues a pesar de que sabía que era un alfa más que conocido por todos los medios audiovisuales, también lo había conocido antes de que su fama se hiciera más que reconocida, pues él había tenido la suerte, o no tanta, de ir al colegio junto con sus dos hermanas mellizas, a las cuales le llevaba cinco años.
Claramente sabía que aquel alfa no recordaría el momento en que se conocieron, pues estaba más que seguro que la vez que se habían encontrado, este solo había registrado la situación y no a él.
–Discúlpeme, pero ciertamente, en este restaurante nos reservamos el derecho de admisión de personas que se creen más por ser alfas o creen que por ser capaces de nadar en una piscina de dinero tienen el derecho de tratar a los demás como basura –gruñó al alfa y lo soltó, quien, al ser liberado, se sobó el brazo.
El alfa, entonces libre de aquel agarre lo fulminó con la mirada e intentó encestar un golpe al otro alfa, lo cual falló, pues Ezra había sido más rápido y lo había esquivado.
–¿Quién mierda te crees pretendiendo ser el dueño del lugar?
La sonrisa no se borró del rostro del alfa, que con altanería contesto.
–¿Yo? Simplemente soy uno de los hijos del dueño, nadie más.
El alfa pareció ciertamente palidecer y al bajar la ira que parecía destilar por cada poro de su piel, pareció reconocer el rostro del otro.
–¿Ezra Parrish?
–El mismo y en persona –le contestó y señaló la puerta del lugar con la cabeza –Le voy a pedir que se retire en este momento con sus invitados. No querrá seguir haciendo este espectáculo que de seguro mañana estará en bocas de todos –terminó cruzando sus brazos sobre su pecho y el alfa pareció entender aquellas palabras al mirar a su alrededor y ver varios que estaban captando con sus celulares el espectáculo.
El alfa se sintió arder en cólera.
–Esto no quedará así –gruñó por lo bajo para que solo los más cercanos lo escucharan y se retiró, seguido de los otros alfas que lo acompañaban.
Todos los presentes comenzaron a aplaudir y vitorear el acto del alfa, y Oliver esperó a que el alfa se retirara para correr por patas hasta el espacio donde personas externas al lugar no podían ingresar para calmar su alocado corazón y sus nervios.
Solo esperaba llegar a un lugar privado lo antes posible para llorar tranquilo.
¿Qué les anda pareciendo la historia? ¿Les gusta? ¿No?
Dejen sus comentarios que son los que más ayudan no solo a continuar con la historia, sino tambien a que rumbo tomará n.n
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Un amor entre rosas y espinas [TERMINADA]
RomansaOliver, un omega, marcado por su pasado, cree en verdad que no merece la felicidad, ni el amor de un alfa. Mucho menos eso. Y fue por las manchas de su pasado que decidió vivir su vida en un bucle cotidiano y monótono, cambiando constantemente de tr...