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Según cuantos votos y comentarios tenga subiré el siguiente cap hoy por la noche n.n



Había salido a correr temprano como todas las mañanas cuando las tenía casi libres, para luego terminar algunos ejercicios físicos en el piso que tenía en una de las partes más exclusivas de la ciudad.

La verdad era que no se podía quejar de su vida. Amaba su trabajo, amaba su casa, amaba a Maia, su pequeña gata tricolor que siempre lo recibía cada que llegaba a su casa y amaba la vida. Tenía todo lo que cualquiera hubiese deseado, pero por más que consiguiera fama y personas con quienes compartir la cama, siempre había habido algo que se había mantenido vacío y oscuro. Algo le faltaba. Algo que estaba convencido, nunca podría encontrarlo.

Cuando llegó a su casa y terminó los ejercicios, no se sorprendió de entrar en su habitación y encontrarla aun dormida, por lo que evitando hacer ruido, tomó el cambio de ropa y se metió en el baño, donde se tomó una ducha algo rápida y se cambió para empezar el día laboral. Se peinó el cabello castaño oscuro, algo más corto de los costados, como casi siempre lo hacía, hacia atrás y se colocó la camisa azul claro con ciertos dibujos pequeños y distribuidos por toda la tela, con los pantalones negros y el cinturón marrón claro, con la hebilla dorada. Luego salió, mirando hacia la cama donde ella aun continuaba durmiendo.

Su cabellera rubia y algo alborotada era lo único que se veía entre las sabanas y acolchado que cubrían su desnudez y a pesar de que le hubiese gustado quedarse a su lado viendo su angelical rostro dormir, sabía que era tiempo de que su día también comenzara.

–Bebe –susurró, quitando unos mechones de su rostro, lo que provocó que la beta se removiera –Bebe, hay que levantarse ya.

–No quiero –murmuró con los ojos cerrados y se giró, para ignorarlo, como casi siempre y continuar durmiendo.

Él formó una sonrisa en sus labios y rodó los ojos.

–Debes de levantarte –le susurró en su oído, provocando que ella escondiera más su rostro entre las sabanas, pues el escalofrío agradable que le había dado la voz de Ezra contra su oído había sido demasiado para ella –Llegarás a la lectura de guion.

–¡La lectura de guion! –gritó entonces sentándose de golpe en la cama, provocando que la frente de ambos chocara y ambos se llevaran una mano a la zona golpeada –¡Auch! –exclamó ella sobándose la zona y mirándolo con una leve mueca graciosa en sus labios, como también entrecerrando los ojos. Ezra dejó escapar una pequeña risa divertida, pues a pesar de que le había dolido, aquella situación le resultó graciosa y era como casi siempre se terminaban saludando.

–Siempre tan delicada Ev –murmuró.

Fue entonces que ella lo ignoró y se estiró en la cama, alcanzando su reloj que se encontraba de su lado de la cama, mostrando su torso completamente desnudo sin pudor alguno, algo a lo que él ya se encontraba más que acostumbrado.

–¡Joder Ez! ¿Por qué no me llamaste antes? –gruñó y se quitó las sabanas que la cubrían para correr al baño a tomar una ducha rápida.

–Haré el desayuno –anunció entonces antes de abandonar la habitación y dirigirse a hacer la tarea que había dicho haría.

Minutos después, ambos se encontraban desayunando en completo silencio uno frente al otro. Ezra contemplaba de vez en cuando cómo ella parecía más que contrariada con el guion que le habían entregado una semana atrás, mientras se llevaba grandes cucharadas del cereal que todas las mañanas consumía.

Un amor entre rosas y espinas [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora