Vejez

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"Buenas noches" exclama desde su cama. "Me la pasé muy bien". Entreabro la boca sin saber exactamente qué puedo responderle. Es un viejo, uno que no es capaz de mover sus piernas y se pasa todo el día echado sobre un colchón viejo, con una cobija sobre su cuerpo y un suéter azul que le cubre apenas del frío. Hoy ni siquiera me he atrevido a acercarme, me he olvidado de su presencia, incluso cuando nos pidió que encendiéramos la televisión y le ofreciéramos de nuestra cena.
Su vida se le va; sus conocidos le ignoran cuando pasan a "visitar". Su esposa se rehusa a dirigirle la palabra, sus hijos le hablan por compromiso, esperando a que muera y la herencia caiga al piso desde sus blancas y arrugadas manos. La juventud se ha alejado y sus pasiones han ido desvaneciéndose gracias a su inevitable dependencia.

Sin embargo, su cálida voz me agradece por nada. Ha disfrutado de mi presente ausencia y mis amargas acciones. Nunca pide mucho, le avergüenza ser "una carga", pero en sus ojos se alcanza a divisar el ruego desesperado por la compasión.
Ha ofrecido tanto y recibido tan poco.

Cuando me dice 'te quiero', recuerdo por qué me da tanta melancolía ver a viejos morir solos; imagínate pasar décadas complaciendo a gente, quedar en banca rota ya que viviste despilfarrando tu dinero en unos hijos de puta que a duras penas sienten empatía por tu situación, llamando a tu mal agradecida ex mujer para preguntarle si necesita algo y poder conocer su estado de ánimo; para que ella te conteste que "jodes mucho" y te cuelgue.
Y así terminas, tirado en un colchón, siendo alimentado con la misma mierda de comida todos los días; sin tener voz ni voto. Esperando a que alguien entre cada tres horas para confirmar que aún no te has muerto, y tú sólo miras al techo y de vez en cuando al reloj.
Solo.
Solo, solo, solo.
Entonces la hija de tu hija pasa el único día que te visita, sentada en el sillón, ni siquiera en el qué hay dentro de tu habitación, en el otro, el alejado a ti. Pero ya no te sientes solo, y entonces le agradeces por ello.

Por eso me da tristeza; ahora estamos tan acompañados, la gente se desborda a nuestro alrededor que incluso nos dedicamos a clasificarlos: "hipócritas", "reales", "conocidos", "de confianza"... pero un día vamos a estar seniles, y vamos a agradecer incluso la presencia de aquel que espere a vernos morir.

FEMALE RØBBERYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora