Distancia

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Estamos sentados en un sillón, a medio metro de distancia y el ruido de fondo nos acompaña sin que nos demos cuenta. Tu cuerpo mira al frente pero tu rostro se torna contra el mío, dejándome admirar tus cejas y el hoyuelo en tu mejilla.

Estamos apoyados sobre un sillón, a casi nada de distancia y nuestras bocas son un desastroso movimiento de placentera y exótica originalidad. Tus manos recorren mi cabello, pasándolo tras mi oreja derecha mientras te acomodas para decirme lo hermosa que me encuentro.

Estamos recargados contra una pared de mosaicos, a nada de distancia y con un espejo que nos distingue distorsionados. Te me asemejas a un animal sediento, tus brazos sobre el mosaico y tu cuerpo contra el mío. Y tus ojos bien abiertos, ¿dónde quedó la ingenuidad de éstos? Me cuestiono sin respuesta, pero tus pícaras sonrisas me enredan en el encanto de tu apática belleza.

Estamos tumbados sobre una cama individual, compartiendo la distancia en el espacio y admirando lo innombrable. Me tranquilizas con sencillas palabras mientras yo me avergüenzo de mí misma. No me podría querer la mitad de lo que tú me admiras.
Es tu cuerpo amargo, tu rostro triste y tu voz perpetua todo aquello que me incita a buscarte entre el olvido, bajo los sueños y sobre pasillos. Es tu peculiar forma de mirar lo que me guía a la sumisión de tus frases tibias.

Estamos en una calle, a medio metro de distancia, con tu rostro y cuerpo mirando al frente y tus palabras volviéndose gélidas. Te ríes de mis gracias. Aunque te siento apartado, como un amigo al que le drenas la confianza. Cerca, pero no nos compartimos.
Y nos despedimos con un beso en la mejilla y una tímida sonrisa, ausente de picardía.

Estoy en una habitación, no hay distancia entre la nada y yo. Ausente de amor, desbordando incertidumbre y un insoportable calor me golpea en la espalda. Anhelo el verte, el tenerte; pero sé que después de un último jadeo, te desvanecerás entre música y monosílabos sensatos. Te irás, porque no me perteneces y sólo me ves hermosa para compartir nuestro espacio unos momentos. Después de aquello, paso a ser una mujer igual al resto.

Y así muero, bajo el vacío que me deja el saber que soy incapaz de sentirte y no desearte, de desearte y no amarte, de amarte y no tenerte.
Te escribo un poco porque sé que no te importan mis palabras si éstas no vienen acompañadas de mi pausada respiración contra tu cuello. Así que ahí te dejo, a una distancia inmensurable de mi pensamiento, abandonado después de saciar tu cuerpo.

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⏰ Última actualización: Mar 27, 2019 ⏰

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