SABOR A VICTORIA - KOOKMIN

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Se necesita un momento para que el peso de la situación alcance a Jimin.

Se sienta en el suelo, sus labios aún tintinean con el sabor del beso y sus entrañas todavía arden de deseo. La realidad comienza a filtrarse en su sistema, uno por uno y lo desorienta. Jan todavía está por ahí, ¿todavía los está atacando?. No tiene sentido para Jimin mientras respira hondo.

Cuando levanta la vista para ver a Jeongguk levantando los puños de nuevo, listo para golpear otra vez, el rubio comienza a reaccionar.
Salta de donde se sienta, apresurándose a agarrar su antebrazo y evitar otro golpe en la pared. Baja la mano de Jeongguk, sacudiendo la cabeza.

— No, no —hay un tono de súplica patético en su voz.

Cuando Jimin levanta la vista, se da cuenta de que ahora hay una abolladura en el panel de yeso donde ha golpeado. Una señal de pura y clara frustración.
Jeongguk lo mira, sus ojos se encuentran. Se ve salvaje, la histeria llena sus pupilas mientras pican con la humedad no derramada. Parpadea rápidamente, tratando de quitar las lágrimas y con cada vez, sus ojos se vuelven más secos. Su mirada sigue desde donde sostiene el teléfono, hasta donde Jimin lo sostiene.

El mayor lo mira atentamente antes de mirar sus nudillos.
El golpe ha hecho algo de daño. La piel se rompe a medida que sangra constantemente, el hueso ya se está hinchando con enrojecimiento que se arrastra alrededor de toda su mano.

— Maldita sea —murmura Jimin en voz baja— ¿Tienes algo para limpiarte aquí?.

— ¿Eso importa ahora, Jimin?.

Jeongguk todavía se aferra con fuerza a su teléfono, intentando llegar a Seokjin desesperadamente en vano. Con cada llamada perdida, la desesperación se desliza en sus rasgos. Frenéticamente presiona de nuevo, susurrando palabras en voz baja.

— Sí, importa —dice Jimin con severidad— Estás herido, estás sangrando. ¿Cómo demonios vas a ayudar a alguien más así?.

Parece que despertó algo en Jeongguk ya que suspira mientras cede— Hay un botiquín de primeros auxilios en la parte superior de la heladera.

Jimin se mueve de inmediato. A regañadientes, suelta la mano de Jeongguk y espera que no intente golpear algo más mientras recoge el kit. Ahora, mientras camina hacia la heladera, finalmente puede registrar el pánico que se está asentando en él. Su corazón golpea contra su pecho, seguro de que es lo suficientemente fuerte como para ser escuchado en el gimnasio silencioso. Hay un fuerte zumbido en su cabeza, el flujo de sangre es más rápido de lo normal, lo que hace que sea difícil concentrarse en otra parte.

Jimin nunca ha estado en buenos términos con Yoongi, no realmente. Pero, sin embargo, escuchar de alguien siendo atacado es un concepto difícil de tragar.
Hay muchas preguntas que quiere hacer. ¿Por qué está de vuelta Jan, por qué está atacando a Yoongi de todas las personas? Había pensado que el abuso había comenzado con él y terminó con él. Sin embargo, se traga la curiosidad, sabiendo que no se aprecia en este momento.

— Ven aquí — Jimin lo llama una vez que tiene el kit en la mano.

Jeongguk se está moviendo tan pronto como le hace una seña, caminando más despacio de lo normal mientras se sienta con cautela en el sofá del gimnasio. Sus ojos están desenfocados y confusos, sin mirar a ningún lado sino a su teléfono mientras lee los mensajes de texto nuevamente.
El rubio toma su mano en la suya otra vez. Inspecciona el daño con cuidado esta vez, con los ojos mirando por encima de los nudillos abiertos. Nunca antes había tenido que atender los contratiempos de nadie más, excepto los suyos y en una ocasión. Trata de recordar algunas de las técnicas de Taehyung mientras retira el algodón empapado con una solución de agua salada y comienza a limpiar la sangre con suavidad.
Jeongguk silbA entre dientes, pero sigue siendo flexible, permitiendo que lo limpien.
Mientras Jimin trabaja, el más joven finalmente logra comunicarse con Seokjin.