SABOR A VICTORIA - KOOKMIN

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Es el cuarto día de Jeongguk en el hospital. Decir que se está inquietando es una subestimación.

No está acostumbrado a estar confinado en una habitación, en un edificio. Está acostumbrado a saltar y estar lleno hasta el borde de la energía. Ahora está en la cama y se ve obligado a adaptarse a una situación completamente extraña.

Ayuda que haya gente entrando y saliendo a su alrededor. Seokjin viene y visita, se sienta a su lado y lo pone al tanto de todos los detalles que ocurren aunque no hay muchas actualizaciones. Jan está fuera del radar, Jaesun está escondido pero es posible que solo reubique su club en otro lugar.

Sunhye se muda oficialmente con ellos en su apartamento, Taehyung la ayuda a mover sus cosas. Por supuesto, no tiene mucho con ella. Toda su vida puede guardarse en una mochila y la lleva al hospital antes de hacer  el movimiento, informando a Jeongguk con una expresión de felicidad.

Hace que el corazón del pelinegro se contraiga y puede recordar claramente su propio yo más joven, cuando había guardado sus pertenencias en una bolsa y había huido de su casa.

Si bien Jeongguk ya comenzó su vida, Sunhye solo está comenzando con la suya y está satisfecho de que ahora sea parte de ella.

Se despierta aturdido temprano en la mañana, después de haber dormido más tiempo de lo habitual. La medicación de Jeongguk le da nebulosidad, los analgésicos lo aflojan y lo hacen flotar en otra dimensión por completo. Se frota los ojos mientras se acerca parpadeando al despertar, al notar a Jimin sentado al final de la cama.

Tiene un caballete y un lienzo en la parte superior, pintando alegremente con auriculares en sus oídos.

Jeongguk sonríe un poco desconcertado, moviéndose en la cama para mirar mejor a Jimin. No se ha dado cuenta de que está despierto, por lo que se toma la libertad de escanear al chico que ama, solo con ganas de observarlo en su elemento. Jimin se ve completamente relajado, la cabeza rebota al ritmo de su música mientras suena y pinta mientras pasa el tiempo.

Inclina su cabeza hacia un lado y lo admira.

A Jimin le toma un momento darse cuenta, sus ojos se filtran y se iluminan.

— ¡Estás despierto!.

— Son las ocho de la mañana. ¿Cómo has entrado? —Jeongguk murmura— Las horas de visita comienzan en una hora.

— A las enfermeras les gusto y me dejaron pasar, ya que estaba esperando afuera.

— Mierda. ¿Cuanto tiempo llevas aqui?.

Jimin se encoge de hombros y decide no responder, simplemente murmurando por lo bajo mientras pinta por otro segundo antes de bajar el  pincel y mirarlo.

— ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas más analgésicos?.

— No no. No nos hagamos adictos —Jeongguk se ríe— Ven aquí, muéstrame lo que estás pintando.

Jimin se sonroja un poco por la solicitud pero acepta sin quejarse, levantándose de la silla en la que está sentado. Agarra cautelosamente el lienzo, camina hacia Jeongguk y se lo muestra.

Es una pintura del pelinegro y Sunhye. Están en el hospital, Sunhye está sosteniendo su mano y ambos se ríen el uno al otro. Jeongguk se ve suavizado en la composición, la cabeza echada hacia atrás y los ojos arrugados en éxtasis.

Representa, a la perfección, su vínculo creciente y la adoración que tiene por su hermana.

Jeongguk está a punto de pasar las manos por el cuadro, pero Jimin se inclina hacia delante, quitándolo del camino.