Narra Samuel:
-¡¿Cuánto más vamos a esperar?!- pregunto Alvaro casi a gritos debido al fuerte sonido que había en el antro.
-¿¡De qué hablas!?- conteste tratando de desviar la conversación, estaba aquí por eso, para desahogar mi dolor no para analizarlo.
-¡No finjas que no sabes a que me refiero. Lo tienes aquí solo, bailando y sin preocupaciones. No debe irse y todos lo sabemos!- mire a la multitud saltando al ritmo de la música, se movían como sardinas aplastadas en una lata pero aun así se veían felices.
-¡No!- dije sin mirarlo y pensando en Georgina -Él estará mejor lejos de nosotros.
-¡Te arrepentirás!- concluyo levantándose de la mesa pero antes de que se fuera lo detuve atascado en mis emociones.
-¿¡Por qué no le dices tú que se quede!?- me miro con una sonrisa incrédula y nego.
-¡Un amigo apoya a un amigo pero cuando se trata de amor nunca se debe dejar ir! ¡Ese tonto dicho es ridículo, jamás ha sido una opción rendirse rápido!- hablo haciendo referencia a aquella frase "si amas a alguien dejalo ir" y creo que tenía razón. Me dio una palmada en el hombro y por fin se retiro.
Odiaba que estuviera en lo cierto pero ¿qué podía hacer yo si estaba amenazado? ¿Si Georgina en verdad dice la verdad? Podría arruinarle su vida o la de mi hermana porque la mía ya lo estaba, era injusto. Cualquier decisión terminaría siendo injusta para alguien que quiero.
Paso el rato y yo perseguí mi idea de no pensar por un noche así que esta vez no le tuve miedo al alcohol y bebí como un loco. Perdí a mis amigos y ahora yo formaba parte de esa lata de sardinas y estaba seguro que en lo único que pensaría serían incoherencias.
Aquel liquido amargo y ardiente pasaba por mi garganta como si fuese agua. No me gustaba su sabor pero por algún motivo, seguramente algo químico, hacía que te sintieras más ligero y feliz. Yo aun no lo estaba pero si sentía mi humor más alocado, más al antiguo yo. Ojala pudiese tener esta sensación de ebriedad todo el tiempo aun por muy loco que sonase.
¿Por qué tenía que haber tan poco alcohol? Por dios necesito otra botella y la verdad es que ni siquiera sé de donde saque la que acabo de tomar. Debería ir a la barra, pero no sé donde esta el piso así que mejor me acerco un poco a alguien que tenga otra botella y tendré fe en que me dará a tomar un poco más.
¿Cuánto tiempo ha pasado? Me gustaría tener un reloj para saberlo, no hay ninguno en este antro. Eso si, estoy seguro de que aun aguanto más y de que ya han de haber pasado tal vez dos horas. Me siento relativamente bien, mis pensamientos se han basado en alcohol y baile entre demás cuestiones que pasan por mi cabeza como ¿Por qué la gente no te quiere regalar su botella? o ¿por qué los antros se mueven sólitos? ¿Acaso tendría algún sentido? Lo peor es que estaba perdiendo todo, más bien estoy. Primero se me desapareció el piso pero hace 30 minutos lo encontré y estaba justo donde lo recordaba, luego mis piernas. O sea estaba flotando y bailando, parecía que todos estaban impresionados pero yo en cambio me encontraba preocupado de que no las volviese a ver a demás de que pudiesen grabarme y exponerme a la nasa porque ahora resulta que cuando me senté en la taza volvieron a aparecer. Finalmente creo que perdí a alguien, no, no lo hice porque vine solo ha este mundo y solo me voy ¿verdad?
Creo que ya paso otra hora. Ahora si que mi cabeza esta por lapsos. No recuerdo bien que sucedió hace treinta segundos ahora ya hasta había perdido mis recuerdos, pero eso si que el antro cada vez se movía más y yo ya no lo soportaría. Debía sentarme un rato, tenía hambre y lo único que entro por mi boca en todo este tiempo fue vodka o brandy o a la mejor un poco de todo.
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¿Morir?-Wigetta-
FanfictionEsta historia no se aleja de una realidad, hemos leído y hablado acerca de miles de relatos de amor, conocemos casi cada probabilidad de lo que llega a suceder durante todo el transcurso pero Guillermo no sabe nada de historias de amor, la suya fue...