¿Morir? Cap. 30

254 37 7
                                    

Narra Samuel:

"-¿Y Perla?-

-No he hablado con ella ¿Y Frank?-

-Me quede en su casa, él me presto esta ropa-

-Que bueno-"

Que días había tenido después de esas dos horribles fiestas y no lo digo por las mismas sino por lo que me paso, es decir jamás podría hacer algo que dañara a mi hermana, yo simplemente me sentía dentro de un constante remolino que no paraba de dar vueltas, lo único que podía ser era su amigo ¡SU AMIGO! Yo no quería ser eso, yo por fin sabía que lo quería de otra manera y ahora ya no podía hacer nada.

Ya había pasado una semana y el olor a navidades era cada vez más fuerte, me reconfortaba saber que Guille estaría conmigo ese día para saber lo que en verdad era aquel cálido espíritu aunque sería algo pequeño lo que se haría. Me dirigí a una panadería para hacer la compra del desayuno del día de hoy.

Elegí unos cuantos y pace hacía la cafetería de mi papá para entregarle a él su rico pan, mi padre tendría buenos chefs en su cocina que trabajaban para este tipo de postres, pero Hector en verdad amaba más que a nada el pan calientito de esa tienda.

Entre con mi gran abrigo al lugar y camine directo a la barra, tenía tiempo que no venía a trabajar pues la verdad me daba pereza y no quería sentir tantas cosas con Guillermo cerca. Me asome para ver si estaba mi padre pero justo en eso salió el menor para atenderme.

-Hola, Samuel- dijo sonriendo un poco.

-Hey ¿Cómo te ha ido en el trabajo?- pregunte interesado de saber sobre él.

-Bien, la gente ha sido muy amable conmigo últimamente, me gusta este lugar- conto alegremente, sin embargo no preste demasiada atención puesto que mi mirada se clavó en sus delgados labios. Note que dejaron de moverse y fue entonces cuando reaccione.

-Si, es un gran sitió. Este...venía para darle este pan a mi papá- señale la bolsa café -porque si no se pone de malas-

-Oh, él salió con un chef por ingredientes pero puedes esperarlo o dármelo y cuando llegue se lo doy- no quería dárselo, quería seguir viéndolo, seguir platicando con él como lo hacíamos ahora y si se lo entregaba tendría que irme.

-Lo espero- sonreí y me senté en una mesita cerca de la barra.

Pasaron unos tres minutos en los que Guille iba y venía dejando y trayendo cafés o postres, yo solo podía seguirlo con la mirada siendo discreto. Como extrañaba sus labios, sé que es tonto pero con solo haberlos probado una vez ya necesita de nuevo sentirlos y nunca me había pasado eso con alguna chica.

La puerta sono recibiendo a alguien que apenas entraba, me detuve a mirar quien era por curiosidad y cuando la vi sentí mi corazón querer huir de mi pecho. Era nada más y nada menos que Georgina, tenía tiempo que no molestaba ¿Qué hacía aquí?

Fue directamente donde yo y sin preguntar tomo asiento en mi mesa, me preocupaba más Guille que yo mismo, aunque realmente nunca entendí que buscaba.

-¡Samuel!- dijo con una gran sonrisa, pero no le conteste. -¿Te volviste mudo o algo así?-

-¿Qué quieres?- se inclinó para atrás pensando. Guille llego a la mesa con su libreta en la mano para tomar la orden de la ojos verdes.

-¿Se le ofrece algo de tomar?-Ella dejo de verme y se dirigió a Guille.

-Quiero un café americano y un capuchino para tomar aquí- escribió velozmente y luego me miro esperando que pidiera algo pero no quise nada.

¿Morir?-Wigetta-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora