Together & Tangled | Mulán & Shang

capítulo 2

[OMDU, Club de Arquería]

Mulán se mantenía firme, demasiado concentrada en su objetivo. No había nada más que ella, la diana -el blanco- , y la distancia que los separaba. Sostuvo la flecha entre sus dedos, y cuando finalmente supo que debía soltarla, lo hizo. La flecha voló con fuerza y ferocidad, clavándose en el centro de la diana en tan sólo segundos.

Ella esbozó una sonrisita mientras su amiga Mérida se acercaba a ella.

—Buen tiro —la pelirroja le regaló una sonrisa, señalando la flecha recién clavada en la diana.

Mulán le sonrió nuevamente.

—Gracias.

Mientras la entrenadora terminaba de apuntar las observaciones de ese día, llamó la atención de ambas chicas.

—Ustedes dos —dijo, haciéndoles un gesto con las manos para que se acercaran—. Vengan.

Mulán y Mérida obedecieron sin dudar.

—Hoy hicieron un gran trabajo, chicas —dijo la mujer.

—Somos las mejores —Mérida soltó con orgullo, compartiendo una mirada cómplice con su amiga.

—Y por eso mismo necesito que me ayuden con ciertas personas —la entrenadora añadió, mirando hacia un lado.

A unos cuantos metros de ellas habían tres chicos: dos rubios y uno de cabello oscuro; quienes parecían demasiado esforzados en utilizar los arcos que, sin gracia, aferraban en sus manos. Era penoso tan sólo de verlo.

Mérida hizo una mueca realmente desagradable.

—Es una broma —ella no podía creer lo que le estaba pasando—. Tiene que ser una broma...

Es que lo peor no era lo inútiles que podrían ser en la arquería, sino que su familia, y la de cada chico, ya se conocían. Era definitivamente una pesadilla.

—Sé que no son lo mejor que hemos tenido este año, pero merecen una oportunidad —la mujer habló.

—Pero, ¿por qué nosotras? —Mérida intentó salir de aquella situación; en verdad necesitaba evitar a toda costa terminar teniendo relación alguna con esos tres inútiles—. Hércules lo podría hacer perfectamente.

La entrenadora se cruzó de brazos.

—Pero ustedes dos son las mejores.

Mérida rodó los ojos.

—¿Podríamos pensarlo? —Mulán dijo, esta vez intentando que su amiga pelirroja no dijera algo que en verdad no querría decir.

—Está bien. Pero necesito su respuesta lo más pronto posible.

—De acuerdo, entrenadora.

Mulán se volteó con su amiga, alejándose un par de pasos de la mujer.

—No. No. ¡Y no! —la pelirroja comenzó a refunfuñar incluso antes de que Mulán abriera la boca para hablar—. Ni lo sueñes. Y ni siquiera trates de decirme que lo intente, porque no lo haré.

—En realidad te iba a decir que tengo hambre —la asiática le hizo una mueca divertida—. ¿Vamos a almorzar?

Mérida soltó un largo suspiro.

—Por favor.

Mulán caminó a su lado, comprendiendo perfectamente lo que ser "tutora" de esos tres chicos podría significar para su amiga.

—Oye, no te dejes afectar tanto por eso —ella habló, requiriendo su atención.

—Me salen hasta en la sopa, te lo podría jurar.