Capítulo 8

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Layla

Toda la semana ha sido igual, Adrian se ha ido temprano, mi prima al parecer sigue enojada y yo sigo deprimida por eso. El único que logra sacarme de ese estado es Felipe, que viene a cada rato a mi habitación.

Tengo la necesidad de cortarme, siempre la he tenido desde que comence y no hay nada que pueda pararla.

Siempre he sido la decepción de ni familia. La niña que nunca hace nada bien, la que es inutil, que no sabe nada.

Mi familia siempre rechazo lo que hacia, nunca fui el orgullo de nadie, siempre siendo el estorbo. Me encantaba dibujar pero siempre que tomaba el lapiz mi abuela me interrumpia diciendo que eso de nada serviria, que deberia estar estudiando o haciendo tarea o haciendo algo de verdadero provecho.

Deje de dibujar y comence con la escritura. En 4° escribi una buena historia, fui de las mejores en la escuela y el orgullo de mi salon,¿Pero mi familia? Nadie me felicito, nadie me dijo que se sentia orgulloso de mi.

Mi abuela, deberia tenerme cariño, pero lo único que hacia era recordarme que mi papá nunca me quiso, que abandono a mi mamá por mi culpa. Nunca fui soy orgullo como queria, para ella era el recordatorio de que mi mamá no cumplio con us deber como hija al embarazarse.

Mi tía, la que había muerto por mi culpa, para ella ojala no hubiera nacido. Su hija era la perfección mientras que yo, solo era una segunda opción, una copia barata y mal hecha de si hija. Nunca fui de su agrado.

Mi prima, la mujer perfecta, si mi tía supiera que esa mujer ahora trabaja en quien sabe que, casi nunca llega a la casa, que parece que no tiene un hogar, un hijo que cuidar, pero asi son las cosas.

Mi papá, el hombre que queria abandonarme al enterarse que mi mamá ni me habia abortado, no merecia ser llamado papá aunque se supone eso era. Bien dice "Padre es el que cría, no el que engendra", para mi siempre fue mi mamá y no me arrepiento de que fuera asi.

Mi mamá, una mujer alcohólica que me crio a pesar de los obstáculos. Pero que me golpeaba cada vez que tenia demasiadas copas de mas, que me hacia sentir menos, que me insultaba y demas. Esa mujer que apesar de todo parecia quererme.

Y Adrian, mi mejor amigo, el que me conoce casi perfectamente, pero que  siento que en cualquier momento me puede abandonar y dejar como todos los demas, como todos a los que quiero. Ese muchacho vale mas para mi que cualquier otra persona, pero es posible que solo este conmigo por lastima.

No se en que momento, llegue al baño, pero aqui estoy frente al espejo llena de ojeras y con los ojos rojos de tanto llorar, no he estado comiendo desde que inicio la semana y eso se nota en mi palidez.

Veo mi navaja, ese pequeño objeto que hace de mi dolor algo mas aceptable. "Una cortada y ya" me digo mentalmente. La tomo y la acerco a mi piel pero esta vez en un lugar distinto a mis piernas, en cuanto mi piel se abre y veo mi sangre salir me siento un poco mejor, no deberia seguir con esto. No hay nada que logre detenerme, no tengo la fuerza de voluntad para hacerlo, me odio por ser tan debil.

Me siento en el piso con mas lágrimas saliendo de mis ojos y unas cuantas gotas de sangre llegan al piso, yo se que mo ha sido profunda pero eso no impide que salga demasiada. Cuando deja de sangrar, me levanto y lavo la  herida.

Me voy directa a la cama donde me acomodo pero no llego a dormir. Veo a la ventana y a todas las estrellas que alcanzan.

"Mañana sera un dia diferente" me repito aunque se que es mentiras, nada cambiara en mi vida.

Depresiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora