Capítulo 34

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Adrian

Minutos después de la escena de la sala ambos estamos en mi habitación. Despacio tumbo a Layla en la cama y con cuidado de no recargar mi peso en ella, continuo besandola.

Quedo entre sus piernas coloco mi peso sobre mis codos, los cuales estan alrededor de sus hombros. Lentamente sus manos bajan de mi cuello a mi cintura, metiéndose debajo de mi camisa, para segundos después esta desaparecer, al igual que su blusa.

Recorro su vientre desnudo con una mano mientras ambos seguimos besandonos con urgencia. Poco a poco la demas ropa va desapareciendo de su cuerpo. Al estar ella desnuda no puedo evitar la necesidad de recorrerla a besos, asi que eso hago.
De un momento a otro Layla se encuentra encima de mi, luchando por desabrochar mi pantalon.

-¿Problemas ahi abajo?- me rio.

Recibo una mirada de pocos amigos por parte de ella, no puedo dejar de admirar lo bella que se ve y mas con las mejillas rosadas como las tiene ahora.

-¿Necesitas ayuda bonita?

-Puedo sola.

Al cabo de un minuto de lucha logra quitar el pequeño estorbo y ahora es ella quien me besa a mi. Cuando reacciono que va muy lejos vuelvo a tumbarla en la cama, esta vez enrollando sus piernas a mi cadera.


-Siempre has sido lo mas hermoso que he visto.- digo con la respiración entrecortada por todo lo que hemos hecho.

De nuevo estoy besandola. No habia pensando en tenerla de este modo, tan dispuesta y entregada. Nunca habia esperado formar parte de ella que no fuera como su amigo, me meti en su piel, en lo mas profundo de su alma y ella me lo permitio. No tiene idea de cuanto la amo.

Layla

Al terminar me encuentro recargada en su pecho, escuchando el tranquilo latido de su corazón. Sus manos descansando en mi cintura y nuestras piermas enredadas entre si.

Fui tan vulnerable con el, pero no me arrepiento. Hacerlo con el se sintio tan magico que mi corazón se acelera al recodarlo, aun tengo la sensación de sus manos recorriendo mi cuerpo desnudo.

-Bonita enseguida vuelvo.- deposita un beso en mi frente antes de levantarse.

Lo veo entrar al baño y me cuestiono lo que sucedera cuando me vaya de esta casa y no regrese, en ningún sentido. Me lo imagino llorando por mi perdida y eso hace que mi pecho duela, no podria hacerle esto pero mi decisión esta tomada. Ademas el merece cosas mejores que yo.

Para cuando regresa me encuentro llorando y no se exactamente el motivo.

-¿Estas bien?- niego.- ¿Te hice daño?- pregunta aun mas preocupado.

-De ninguna manera. Es solo que se siente todo tan diferente.

Si supiera a lo que me referia en realidad, pero como no lo hacia se mantuvo abrazandome mientras las lagrimas corrian por mi cara.

-¿Quieres darte un baño?

Asiento porque es lo unico que logro hacer. El me quita las sabana que me envuelve y me carga para meterme a la regadera.

Cuando ambos estamos dentro el agua comienza a caer en nuestros hombros liberandome de alguna manera de la presion que siento.

Después de un largo baño y millones de besos me encuentro vestida enfrente al espejo desenredando y secando mi cabello.

Adrian bajo hace rato a preparar algo de comer, me dirigo al mueble donde deje la carta y la tomo entre mis manos.

Tengo ganas de romperla en mil pedazos y comenzar de 0, pero eso en un futuro traeria consecuencias y problemas. Asi que la coloco de nuevo en su lugar y bajo, debo encontrar la excusa perfecta para salir de aqui y creo que se cual es.

-Hola bonita.- saluda.

-Hola guapo.

-Sientate, comeremos como pareja.

Al escuchar esto me quedo estatica, ¿eso somos ahora?

-¿Layla?

-¿Somos pareja?- susurro.

-Si eso es lo que quieres, si.- responde tomando mi rostro entre sus manos.

-No lo se.- decir que si, cambiaria por completo mis planes pero tampoco quiero romper su corazón justo ahora.

-Lo entiendo, necesitas tiempo.- deposita un pequeño beso en mis labios.- Sientate.

-Si quiero seguir viviendo aqui... Creo que necesitare mas ropa.- digo a mitad de la comida.

-Puedes usar la mia o te presto dinero para que compres algunas cosas.

-No es necesario y no me sentiría comoda, ire a casa de Bianca por un poco y lo demás lo comprare yo.-miento.

-Te acompaño.

-Ire sola, tu no te preocupes.

-¿Segura?

-Si.

Terminamos de comer, después de lavar los trastes y dejar limpio me despido dandole un beso. Salgo de la casa antes de que lágrimas traicioneras escapen de mis ojos, el no puede verme asi o no me dejara sola.

Camino sin rumbo unas horas recordando los buenos momentos que pase con el, imagino todos los recuerdos que el tendria mios. Llego finalmente a mi casa, entro y se inmediatamente que no hay nadie.

Subo a mi habitación, la cual esta intacta, justo como la deje. Recorro por última vez esa habitación, analizando cada una de las esquinas esperando que alguien llegue a detenerme pero se que cuando alguien se de cuenta, sera tarde.

Busco entre mis cajones mi navaja, me siento en el suelo, recargando mi espalda en la cama. Ahi, sola y en silencio, tomo la navaja y la presiono en mi brazo izquierdo haciendo un corte profundo y extenso.

El ardor se expande no solo por mi brazo, sino por mi cuerpo entero. Hago otro corte igual en el brazo derecho, dejo caer la navaja de mi mano y observo como la sangre comienza a expandirse por mis muñecas y luego por el suelo.

Descanso mi cabeza en la cama mientras una solitaria lagrima resbala por mi mejilla. Asi que, en esa desolada y triste habitación, me dejo sumir por la oscuridad e inconciencia.

Adrian

Has pasado varias horas desde que se fue Layla y no ha vuelto, tampoco me ha llamado para avisar que este bien y empiezo a preocuparme por todo.

Una presion se instalo en mi pecho desde hace rato y es una llamada de, aun mas, preocupación porque es señal de un mal presentimiento, uno muy malo, debo admitir.

Realizo varias llamadas y ninguna es contestada, mis nervios se ponen aun mas locos y en lo unico que pienso es en que algo verdaderamente malo paso.

Comienzo a caminar de un lado a otro en mi habitación y cuando he decidido ir a buscarla, suena mi celular.

Un número desconocido aparece en la pantalla y dudo en contestar, pero finalmente lo hago. Del otro lado de la linea habla un mujer de la que conozco perfectamente la voz, pero no hay ninguna buena noticia. Al terminar la llamada una ira entra a mi cuerpo.

Mi enojo hace que tire todas mia pertenencias al suelo, vuelvo los pocos muebles que tengo, incluido mi cajonera. Esta abre sus compartimientos antes de tocar el suelo, votando todo su interior.

Una carta vuela a mis pies y la tomo.

De: la peor amiga del mundo.
Para: mi mejor amigo y algo mas.

Tengo miedo de abrirla porque se perfectamente de quien es, pero la curiosidad me mata asi que rompo el sobre y la extiendo.

Depresiva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora