Ya estamos sentadas en nuestros asientos, esperando a que dé comienzo el concierto. No dejo de darle vueltas a lo que Raúl me dijo horas antes. ¿Y si todo ha sido una broma? ¿Si solo lo dijo por lástima? Pena daba, y mucha. Yo, perdida, con una zapatilla rota, calcetines de ositos, y cara de no haber dormido en condiciones en tres meses.
Amanda piensa que le estoy tomando el pelo. Y yo también empiezo a creerlo. ¿Qué artista se va a fijar en alguien como yo? Al contrario de Amanda, no soy tan hermosa. Una chica del montón, del montón bueno, como dice mi madre. Pero del montón. Soy morena y alta, pero no tengo el cuerpo de una modelo, ni los labios, ni la cara, ni el culo... nada, básicamente.
Siempre he atraído a los chicos afables que buscan algo más que un físico. Oh, por dios, ¡eso solo lo dicen las feas! Basta, deja de pensar que Raúl quiere algo contigo. Tal vez no le apetezca estar encerrado en su habitación de hotel estos dos días y prefiera pasarlo con alguien amable, y algo tontorrona, a quedarse en su habitación viendo Netflix.
Claro. Debe ser eso. Necesita a una "amiga" con la que conocer los rincones de Barcelona. ¿Y su equipo? Quizás viajen esta noche a Lisboa, de ahí a que se quede solo. Basta ya, deja de escribir telenovelas en tu cabeza y espera a ver qué te dice esta noche.
La cuenta atrás ha comenzado. Su telonera ya está sobre el escenario, pero yo no puedo prestarle atención. Solo quiero ver a Raúl. Solo a él. Necesito verle la cara de nuevo e intentar descifrar si ha querido reírse de mí o puedo seguir soñando.
