El sol comienza a filtrarse por la ventanilla circular que vigila la única habitación del barco. Uno de esos rayos dorados proyecta directamente sobre mis ojos, lo que me obliga a abrirlos con cierta irritación. ¿Dónde estoy? Tardo unos segundos en recordarlo todo. Las sábanas blancas revueltas me explican todo. No ha sido un sueño. Ha pasado realmente.
Un momento. ¿Dónde está Raúl? Con la ayuda de una sábada, cubro mi cuerpo desnudo y me levanto. Miro en el comedor, tampoco está. ¿Y si me ha dejado allí? ¿Sola? No, Raúl no es de esos que tras una noche de pasión se largan sin dar explicaciones.
¿Y cómo lo sabes? No lo conoces de nada. Cierto que llevas años siguiéndolo como artista, pero como persona no sabes nada de él. Mañana tiene concierto en Lisboa, tal vez su equipo lo ha llamado y ha tenido que irse sin poder darme explicaciones.
Mi cabeza comienza a dar vueltas. No puede ser. Miro el móvil. No hay nada. Empiezo a hiperventilar. Las ganas de llorar comienzan a brotar en mí. No, no llores. Ya sabías que podía pasar esto. Deja de comportarte como una niñata y acepta las consecuencias. Busco mi ropa, que está tirada por todo el suelo, y comienzo a vestirme sintiendo el peso de la vergüenza sobre mis hombros.
Salgo a proa. Hace un día maravilloso, ni una sola nube mancha el horizonte, aunque yo solo veo sombras y negrura, un negro intenso que promete asfixiarme. Siento que mi corazón se parte en mil pedazos. Me he enamorado como una tonta de él. Sí, ahora me doy cuenta de ello. Estoy enamorada de Raúl. ¿Ahora cómo sigo con mi vida como si nada?