¿Puedo tener más mala suerte?

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Bueno, a ver si ahora sí que sí consigo encontrar la salida. He visto un mapa del estadio y, según las señas que aparecen en él, no está muy lejos una puerta. Comienzo a caminar pensando en mi mala suerte. ¿Puede pasarme más cosas hoy? Como si el destino me retase, de pronto noto algo extraño en las zapatillas. No le presto atención. Sigo acelerando mis pasos. Quiero salir de ahí cuánto antes.

Por fin veo la puerta. Me dispongo a tocar el pomo cuando noto nuevamente esa sensación extraña en mi pie. Miro hacia abajo y...¡¿no puede ser?! La suela de la zapatilla del pie izquierdo se ha despegado y un enorme hueco deja asomar mis hermosos calcetines de ositos. ¿Y ahora qué hago?

Por lo pronto, me siento en la escalera que cae en perpendicular hacia la calle, maldiciendo mi estrella. ¿Por qué todo me tiene que pasar a mí? Ahora tendré que ir de nuevo a mi casa a por otro par de zapatos. Menos mal que aún tengo tiempo para el concierto.

Amanda sigue sin conectarse y no me contesta a mis mensajes. Tendré que llamarla.

- ¿Otra vez te has perdido? - escucho a mi espalda.

Distinguiría esa voz entre un millón de voces. Me doy la vuelta pensando que se trata de una alucinación, pero ahí está Raúl, en el marco de la puerta, mirándome mientras intento levantarme con un pie sin zapato. Dios, los calcetines de osito horteras. ¡Tierra, trágame!

- No, es que... He tenido un pequeño problema con la zapatilla. No ha aguantado más -, la señalo mientras me echo a reír.

Ahora sí que sí, Raúl pensaría que estoy completamente loca. Pero, para sorpresa mía, él también empieza a reírse.

- En serio, hoy te has llevado tú sola toda la mala suerte de Barcelona.

- Sí - sonrío avergonzada - me ha tenido que mirar un tuerto.

Nuestras miradas se cruzan. Por fin puedo mirarlo sin parecer una tonta. Él se queda un segundo pensativo y se sienta a mi lado en las escaleras.

- ¿Lia, no? - me pregunta a tan solo unos centímetros de mí.

- Eso es - respondo con el corazón a punto de salirse de su espacio vital. "¡Se acuerda de mi nombre!".

- ¿Y eres de Barcelona?

- No, soy de Málaga pero llevo viviendo en Barcelona un tiempo por estudios.

- Barcelona es una ciudad impresionante. Pensaba irme directamente a Lisboa tras tocar aquí está noche, pero me voy a quedar los dos días que quedan hasta la fecha portuguesa.

- Haces bien, Barcelona tiene mil rincones por descubrir.

- ¿Me ayudas a descubrirlo?

Me quedo petrificada. Intento procesar la pregunta en mi mente, pero lo único que consigo es que mi cabeza empiece a dar vueltas. ¿Raúl está quedando conmigo? No, no puede ser. Me lo estoy imaginando.

- ¿Hola? ¿Estás ahí? - me pregunta mientras mueve su mano a ras de mi cara.

- Perdona - reacciono un segundo para no parecer aún más lerda - es que tú eres tú y yo soy yo.

- ¿Y eso quiere decir qué?

Cincuenta sombras de Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora