Esto quema

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¡Madre, qué dolor de cabeza tengo! Si cierro los ojos, aún puedo escuchar a Amanda gritando como una posesa. Necesito una pastilla. ¡Urgente! Me dirijo al baño, busco en el botiquín..
¿Cuánto tiempo llevo sin renovarlo? Aquí hay medicamentos que podrían formar parte de la vida rutinaria de Cleopatra.

Abro el grifo del baño y dejo caer el agua. Mientras busco una toalla, observo que tengo un nuevo mensaje en el contestador del fijo. Es Amanda.

- Ey, ¡¿qué pasa dormilona?! He intentado llamarte tres veces pero no contestas. ¿Te vienes a comer por el centro? También viene Laura. Venga, lo pasarás bien...

Busco mi móvil, que está tirado en el suelo, y le contesto: "Ok, a las 2 en mi casa". Me meto en la bañera. ¡Leñes, esto quema! Abro el grifo del agua fría. Empiezo a notar cómo los chorros del agua fría se entremezclan con los litros de agua caliente de la bañera. Es relajante. Siento cómo el mundo exterior se va alejando de la habitación. Esto es terapéutico.

Abro los ojos. Me he dormido. ¿Cuánto tiempo llevo sumergida? A deducir por la rugosidad de mis dedos, mucho tiempo, más del que debería. Miro el reloj. Son las dos menos veinte. ¡Maldita sea! Pronto llegarán Amanda y Laura, y yo no estoy arreglada.

Salgo corriendo y, como puedo, voy metiendo vaquero y camiseta en mi cuerpo a la vez que seco mi pelo con una toalla. Bien, mi melena ha vuelto a ser rizada. Odio los rizos. ¿Por qué no nací china? Un poco de espuma y listo. No me da tiempo a usar la plancha.

Cinco minutos. Casi me salto el ojo intentando utilizar la máscara de pestaña. Vuelvo a ser un oso panda con el rimmel corrido. He intentado quitármelo en fresco y ha sido peor, ahora parezco un mapache. Me desmaquillo para empezar de nuevo. Paso del pintalabios. Me pongo algo de colorete para no parecer una muerta, como dice mi madre, y poco más. Lista. Ah no, me falta el bolso. ¿Dónde lo puse anoche?

Busco debajo de la cama, en el armario, en el perchero... Nada. Bajo corriendo a la planta baja. Busco en el comedor, en la cocina, en el baño... Nada. ¿Me lo dejaría en el taxi? No, recuerdo haber pagado al parlanchín. Entonces, ¿dónde está?

Cincuenta sombras de Mendes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora