30

154 16 2
                                    

Narra Hoseok:

Si las flores que se posan en las ramas de los arboles hablaran, testificarían de mi miserable vida que estoy apunto de arrepentir vivir. Si tan sólo pudieran gritarles a la gente lo cruel que puede ser el mundo, el ser humano tendría algo de conciencia. Si tan sólo hubiera alejado Kim Taehyung de mi ser, no estaría siendo un estorbo para él, ni tampoco estaría con mis piernas paralisadas e inútiles. Todo sería mejor para ambos, tal vez seriamos hasta más felices.

-Bien, aquí vamos. Necesito que tomes algo de impulso cuando sientas mi fuerza ¿Vale?- su voz grave que brotaba de esos labios, era prácticamente perfecta. Al igual que sus brazos delgados y algo extensos que me cargarían como un príncipe a su princesa. Era tan romántico que de tan sólo pensarlo unos segundos en mi cabeza, pudo lograr sonrojarme.

-No quiero que hagas esto, tonto- arugué mi nariz degustado y traté de alejar su agarre de mi delicado cuerpo, pero simplemente él se negó a soltarme. Su voluntad era más poderosa que mi rechazo, un rechazo que por mas doloroso que sonara, lo hacia por su bienestar.

-¡Ya deja de moverte y dejame colocarte en la cama! ¡Se supone que debas descansar y dejar de ser tan testarudo conmigo!- el regaño causó que baraja mi mirada con vergüenza al ver sus facciones tan demandantes con mi comportamiento. Esa era una de las razones por la cual no me gustaba tenerlo cerca, aún seguía teniendo ese poder en mi merced para ponerme muy timido -L-Lo lamento Hobi, pero es que no me dejas ayudarte...y eso me frustra- en su actitud pude reconocer lo preocupado que estaba por mi. Ha estado siendo asi de cuidadoso conmigo desde que me vió en el hospital.

-Tu sólo has lo que tengas que hacer Tae, y hazlo rápido- coloqué mis brazos alrededor de su cuello y me sujete de este con la poca fuerza que me restaba, desde ahí pude aspirar un olor muy fuerte a colonia masculina que se impregnaba en su ropa, dejandome algo hipnotizado por ese sentido tan frágil.

-A la cuenta de tres voy a sacarte de esta silla de ruedas y te acostaré en la cama ¿Vale?- con una pequeña sonrisa provocada por su disposioción, asentí a sus palabras -Uno...Dos...¡Y tres!- cuando sus brazos hicieron fuerza en contra de mi cuerpo, traté de elevarme lo más que pude, logrando ayudarle aligerando mi peso y dejando que el me colocara con un par de pasos en la cama de al lado.

No pude evitar reír un poco cuando aterrizé y reboté levemente en el colchón, nunca había tenido tanto movimiento desde que me sentenciaron de vida en esa silla.

-¡Eso fue divertido Taehyung!- me incliné un poco para poder ver a ese chico exausto que me miraba con una sonrisa llena de ilusión y esperanza, no lo juzgo, esta era la primera vez que sonreía en el día desde que llegamos a mi casa, dejando el hospital atrás. Tal vez sonreía porque podía ver que poco a poco sus esfuerzos estaban teniendo resultado.

-¡Claro que fue divertido! ¡Si no fuiste tu quien hizo la fuerza!- al escuchar su comentario tan burlón, me ofendí inmediatamente. No dudé en tomar una suave y blanda almohada para arrojarsela y estrellarla en su carita sonriente.

-Tal vez no pueda caminar, pero aún sigo siendo bueno arrojando cosas- hablé con estusiasmo, sin dejar de mirar a esos ojos brillantes que me observan con el mismo amor que yo lo hacia. Fue algo tan mutuo y extraño que pude sentir alguna que otra punzada en mi estómago, logrando ponerme nervioso en esos momentos de silencio.

Taehyung se encargó de acomodarme correctamente en la cama, brindarme una almohada cómoda para mi cuello y asegurarse de que no me hacía falta nada para tener una buena siesta. Cuando examinó la habitación por útlima vez, se acercó a la puerta y giró la manecilla lentamente, como si en su mente repasara si hizo todo bien para cuidarme. Él estaba a punto de retirarse, pero mi voz llamandole no se lo permitió.

Oreo «Yoonmin» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora