9. El accidente

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Mierda, me quedé dormida justo hoy, que tengo el examen, ¿por qué soy un desastre?

Agarré mis vaqueros y la primera camiseta que vi, y traté de peinarme un poco, para no parecer una completa loca.

—¿Tú también piensas que estoy loca, verdad, Neo? sí... no tengo solución, tengo que coger el bolso, las llaves... ¿qué más? Seguro que me olvido algo. Da igual, no hay tiempo, adiós, Neo.

Cerré la puerta, y fui a toda prisa a coger la Vespa rosa. Miré el reloj, y aún faltaba más de una hora para el examen, necesitaba café, debería ir un segundo a la cafetería, a por uno. El café era mi combustible.

Giré con la moto para cambiar de dirección, cuando me encontré a otra moto de frente, que se apartó, frenando de golpe cuando me vio, y eso hizo que se desplomara en el suelo. Me bajé para socorrerlo.


MC:

¡Oh, dios mío! ¿estás bien? Ha sido mi culpa, yo cambié de dirección en el último momento y... ¿estás herido?

El chico se quitó el casco dejando a la vista sus hermosas facciones dignas de un dios griego. Poseía un hermoso cabello largo plateado, que parecía mejor cuidado que el mío, y unos ojos como rubíes. Siempre me gustaron los chicos con pelo largo. Pero no era el momento de pensar en eso, tonta.


?¿:

Sí, solo es un rasguño ¡aaaa!


MC:

¿Te duele el tobillo, verdad? Deja que lo vea. —Me dirigió la mirada por primera vez, y nuestros ojos se encontraron—. Está hinchado, ¿te duele al tacto?


?¿:

Mmm... bastante.


MC:

Está bien, vamos a ponerte de pie con cuidado, dime si eres capaz de aguantarte de pie o si te duele demasiado.


?¿:

Duele, pero creo que puedo, ahhh...


MC:

Espera, siéntate en mi moto.


?¿:

G-gracias.


MC:

Parece un esguince de grado 1.


?¿:

¿Eh? —preguntó, abriendo los ojos como platos, de la preocupación.


MC:

No te preocupes, es un desgarro menor. Podrías haber tenido más mala suerte —comenté, tratando de sonar positiva—. Lo siento, fue mi culpa, no miré antes de girar.


?¿:

No te preocupes. —Volvió a mirarme a los ojos.


MC:

Ven conmigo, necesitas hielo y vendaje. Y tienes que desinfectarte esas heridas de la rodilla y los codos.

EngatusadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora