Hospital [Shawn Mendes]

IV

Ha pasado casi un mes desde que iniciaron las clases y todo ha marchado bien, mis cursos son geniales, me gustan cada vez más. Con cada tema nuevo que leo me sorprendo e intereso más por el que sigue. Pero hay algo, o mejor dicho alguien, que también me interesa cada vez más y no estoy bien con eso, porque sé que no estoy bien, porque sé que no es posible.
Caí en cuenta de lo que me estaba pasando con él cuando me descubrí observándolo más a él que poniendo atención a lo que decía sobre la clase. Me encantaba su voz, sus ojos y su sonrisa, porque si, he de decir que se le había escapado una que otra durante estos días. Pero soy consciente de que Shawn Mendes es mi maestro, y me he mantenido al margen de hacer notar que me interesa más allá de su clase. Además, de que es mayor y aún hay algo que me hace pensar que no todo está bien con él.

—¿Estás lista, mi niña? —pregunta mi papá al otro lado de la puerta. Han elegido nuevo director en el hospital y hoy es la “ceremonia” donde se hará oficial, es más un protocolo, pero según me han contado mis padres es bastante tranquilo, “una cena y ya, nada grande”

—Si, bajo en un momento. No me tardo.—respondo mientras me coloco los aretes que he elegido para hoy. Llevo puesto un vestido gris, sobrio pero no aburrido acompañado de tacones negros. Mi cabello está recogido en un moño alto, dejando descubierto el escote de mi vestido. Me miro al espejo y me cuestiono si estaré muy arreglada para “una cena y ya”.

Bajo a la sala y veo a mis padres, mi mamá viste un vestido verde oliva y su cabello cae sobre sus hombros en rizos, es una mujer hermosa. Y mi padre, con un traje negro, tan elegante como siempre.

—Ya estoy. —digo anunciándome en la sala.

—Estás preciosa, princesa.—dice mi mamá en cuanto me ve.

—Tú lo estás, mamá.

—Siendo honesto, esa palabra no les hace justicia. Es demasiado pequeña comparada a ustedes dos.—comenta mi padre que con una mano toma mi mano derecha y con la otra toma la izquierda de mi mamá y las besa.

La noche ha ido bastante tranquila, ya ha pasado el acto donde han nombrado al doctor Mendes nuevo director del hospital, viste un traje color azul marino y es todo lo que necesita para verse más atractivo que nunca.
Ahora nos encontramos en una mesa con una pareja de médicos amigos de mis padres: los Henderson, otra pareja exitosa. De pronto comienza a sonar música y todos comienzan a levantarse de sus asientos. Me limito a ver a mis padres para ver qué pasa.

—Talvez olvidamos mencionarte que después de la ceremonia hay un poco de música.

—Por lo que veo, música que se baila en pareja, así que no se preocupen, estoy bien. Los espero aquí. —contesto sonriendo.

—Bailare un poco con tu madre y después contigo. —me dice mi papá.

—Ni lo pienses, mamá está demasiado hermosa hoy como para dejarla sin bailar una pieza.

Los veo alejarse y comenzar a bailar, uno junto al otro y no puedo evitar seguir mirándolos... Hasta que alguien rompe mi burbuja.

—Doctora Harvey, parece que somos los únicos que no tienen pareja. —está a un lado mío.

—Doctor Mendes, buenas noches. Si, eso parece. —es lo primero que logro articular.—Uhmm, felicidades por su nuevo cargo en el hospital.

—Gracias. —responde mirándome y creo que está debatiendo algo en su interior. Mi respuesta es una leve sonrisa.—¿Le importaría bailar?

No sé si he escuchado bien, o si es producto de mi imaginación en respuesta a algo que ya había estado pensando. Él extiende su mano y me confirma que su pregunta fue real.

—Claro. —tomo su mano y me siento más nerviosa que nunca. Caminamos hacia la pista, se coloca frente a mi, toma mi cintura con una mano y con la otra sujeta mi mano, coloco mi mano libre en su hombro y empezamos a movernos al compás de la música.
La cercanía me permite apreciar su rostro y sus rizos de cerca, en ese momento juro que podría permanecer en ese baile por el resto de mis días, viéndolo relajado, sintiéndolo moverse sin preocupación y mientras estoy observándolo sus ojos se encuentran con los míos y no sé porque pero creo que me dicen algo. Algo que no quiero creer, algo que debo estar imaginando.

—Hoy...—comienza a decir, pero pausa. —Hoy se ve muy bien, Doctora Harvey.

—Gracias. —creo que voy a perder el equilibrio de la emoción o de la sorpresa. Empieza a sonar una canción aún más lenta y desplaza sus dos manos a mi cintura, yo las coloco sobre sus hombros y se acorta la distancia entre nosotros.

Ya no veo su cara, ahora está a mi lado, siento su aroma y ahora si, creo que dejaré de respirar en cualquier momento. Puedo sentir su respiración y si antes me hubieran dicho que mi noche iba a terminar así, habría reído muy fuerte.

—No puedo volver a equivocarme, lo siento.—dice sin más después de detenerse repentinamente.

—Yo...

—Con su permiso.—dice antes de retirarse. Y yo no entiendo nada. ¿Equivocarse, de qué hablaba?

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