XXVIII

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Cada vez siento que me conozco menos. Que cada día que pasa, me convierto en una persona progresivamente más diferente a la del día anterior. No me emocionan las mismas cosas, pero es que la verdad, ya pocas cosas me emocionan.

«No te abandones, Eva. Vamos a lograrlo» me anima mi subconsciente. Sí, a veces puede ser amable conmigo.
No entiendo por qué lo necesito tanto, por qué no puedo simplemente dejar de quererlo a mi lado. ¿Por qué se convirtió en una parte de mí?

Y tenerlo cerca constantemente no ayuda.

―Harvey, por favor consígue el expediente de Jocelyn Lloyd.―El rubio me mira un segundo y después baja su mirada a unos papeles sobre el mostrador de recepción de oncología. El Doctor Brashier resultó ser amigo de Shawn, se conocen desde la universidad.―Cuando lo tengas, búscame. Lo necesito revisar lo más pronto posible.

―De acuerdo.―giro sobre mis talones y fuerzo a mis desganados pies a moverse. Realmente no puedo seguir así. Estoy cansada de esto. No puedo seguir sufriendo algo que debería estar aprovechando al máximo.

Cuando conocí este hospital, algunos de sus pasillos me parecían agradables en cierto modo, porque caminaba con tranquilidad por ellos. Ahora, cada que recorro cada uno de estos pasillos, me encuentro nerviosa, con la inquietud de poder encontrarme con él y no poder escapar porque solo estaremos los dos.

Camino rápido con dirección a archivo, doblando las esquinas con toda la velocidad que mis piernas me permiten. 

―Eva, hey.―escucho a alguien llamar mi nombre e instantes después siento una mano rodeando mi brazo, forzándome a detener mi andar, sacudo mi brazo por instinto y volteo a ver de quién se trata, aunque lo sospecho.

―Si lo que me vas a decir no es estrictamente médico, no pienso escuchar.―respondo. Sven entrecierra los ojos y se cruza de brazos frente a mí.

―Tú y mi hermano tienen una manera muy peculiar de decir “hola”―dice recargando su espalda en la pared. Bufo y doy un paso para seguir caminando. Se lo advertí, aunque quiera saber cómo es posible que sea hermano de Shawn, y por qué nunca lo mencionó, no pienso escuchar a ninguno de los dos. No quiero saber de los Mendes.―¿De donde conoces a Shawn?―dice y me persigue. No me detengo, obligándolo así a caminar conmigo.

―No tiene importancia ahora.―No voy a contarle todo, quedaría retratada como una tonta.

―¿Ahora?― se apresura y se planta frente a mí, haciendo que me detenga si no quiero chocar contra él.―Entonces  tuvo importancia en algún momento…

―Déjame pasar, tengo prisa.―Está colmando mi paciencia el hecho de que no entienda que es algo de lo cual no pienso hablar. Lo rodeo para seguir mi camino pero vuelve a interponerse.

―¿Abandonaste a Shawnie? Te ha perseguido hasta aquí por eso, ¿no?―parece estar muy seguro de sus palabras a medida que las dice.―Dios, pobre hombre. Tiene una suerte con el sexo femenino…―el tono de gracia en su voz y la leve sonrisa plasmada en su rostro podría asegurarle a cualquiera que está disfrutando los hechos, pero ¿cómo podría un ser humano divertirse con la “mala fortuna” de su hermano?

―Así no fueron las cosas.―sentencio y me alejo, no puedo seguir cerca de él. Ahora mismo hay algo que no me gusta de Sven y me hace querer tomar distancia.

Cuando llego a archivo solicito el expediente que me ha pedido Brashier y no pasan más de diez minutos para por fin tenerlo entre mis manos. Regreso a oncología con la misma velocidad con la que vine aquí. Una vez que paso una de las dos puertas transparentes que aíslan el servicio, me enfoco en buscar a Brashier, pero no lo encuentro, así que pregunto por él a una enfermera.

Hospital [Shawn Mendes] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora