XXXIV

1.2K 79 10
                                    

Shawn

¿Escribirla sobre papel y memorizarla o simplemente arrodillarme y dejar que sea mi corazón quien dicte el rumbo para que las palabras fluyan de mi boca?

Le he dado mil vueltas en mi cabeza a la propuesta. Mi único propósito es que sea tan especial como Eva, que sea digna de la mujer que amo. Las palabras para mí son importantes, porque quiero que Eva las recuerde siempre, que en cada una de ellas pueda descubrir y sentir lo que yo siento por ella, que no le quede duda.

Me he repetido que no debería estar tan nervioso considerando que hace unos cuantos meses estaba listo para pedirle a Eva que se casara conmigo. Sin embargo, sé que ahora es diferente porque nuestra relación ha pasado por pruebas que en su momento pudieron haber cambiado el rumbo de nuestras vidas pero, que afortunadamente sólo sirvieron para confirmar que no podemos estar sin el otro.

Va a ser perfecto, tiene que serlo.

Eva

Mi guardia termina a las 5:45 pm en mi reloj de mano, es sábado y en lo único que puedo pensar es en cuanto deseo caer sobre mi cama y no saber de mí hasta mañana por la mañana. Pero para poder hacer eso todavía tengo que llegar a mi casa, desayunar-comer-cenar en un solo platillo y después tomar un baño.
«Entre más lo pienses más te pesa» dice mi subconsciente, tal vez tenga razón.

——Amor, estoy listo para llevarte a casa.—Shawn aparece abriendo la puerta, asoma la cabeza y después entra al cubículo donde me encuentro.

—Gracias, no tienes idea de cuanto anhelo llegar.— cierro los ojos un instante y suspiro, juro que estoy agotadísima. Me acerca a él, me rodea con sus brazos y acaricia mi cabello.

—Sé lo agotada que estás mein Schatz, veo cuanto te esfuerzas día a día y créeme cuando te digo que estoy enormemente orgulloso de ti, estoy orgulloso de la mujer que amo, de tu valor y tus sacrificios, de poder llamarte y que me llames amor mío.

—¿Tienes que ser tan dulce todo el tiempo? Porque me haces pensar que no sé si te merezco.

—Bien, ya estás desvariando, vayamos a casa que necesitas descansar.—Salimos del lugar y tomo su mano cuando comenzamos a caminar hacia el estacionamiento, donde una vez que ubicamos su auto subimos. —Déjame colocar esto por ti.—se estira para alcanzar mi cinturón de seguridad y lo abrocha.

—Me siento como una niña, Shawn.—sonrío. —Pero la verdad es que no me importa, porque tengo mucho sueño.

—Cierra los ojos, te despertaré cuando hayamos llegado.—me besa tiernamente en la frente y no necesito más para estar a su merced y obedecer.

Sin ningún tipo de protesta u oposición obedezco a sus palabras, cuando el auto se pone en marcha el movimiento ayuda a arrullarme y no me toma recorrer muchas calles para quedarme dormida.
Por la misma razón, cuando en algún punto mi sistema se percata de que ya no nos movemos, despierto.

Shawn está observándome desde su lugar, con el brazo izquierdo recargado sobre el volante y su cabeza sostenida por su mano.

—¿Llegamos hace mucho?—inquiero, despabilándome.

—Cosa de diez o quince minutos.—se encoje de hombros y después guiña un ojo.

Ciertamente, hay algo que no entiendo y no me parece justo: el hombre en el asiento del piloto luce increíblemente guapo después de un día de ir para allá y para acá en el hospital. Es cierto que el cansancio ha depositado unas pequeñas bolsas debajo de sus ojos y que su cabello está ligeramente despeinado pero, juro por lo que sea que lo hacen lucir más atractivo que nadie. Mientras que yo, seguro soy un desastre andando.

Hospital [Shawn Mendes] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora