XXVII

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Shawn

“Aquí no eres nadie”
Me niego a creer que Eva sólo estuvo conmigo por eso: cuando me necesitó, cuando le fuí útil.

Pero también es cierto que ya tengo aquello por lo que vine hasta aquí. La respuesta a su abandono es esa. Yo sigo amándola con el mismo furor y ella está muy lejos de sentir algo de todo lo que yo creí.

Estúpido, resuena en mi cabeza. Estúpido, caíste una vez más.

Eva

Hoy es día festivo, en el cual se supone debería estar descansando porque es día libre. Sin embargo, aquí estoy en el hospital.

Hace ocho días cuando me preguntaron si quería mi día libre o si en su lugar, me quedaría a suplir la escasez de personal que se presentaría hoy, respondí que sí, que me quedaba. Me quedaba porque regresar a casa a visitar a mis padres o quedarme en el departamento que ahora rentaba no eran opciones tentadoras para mí.

La primera era imposible, porque no quería arriesgarme a encontrarme con Shawn. Ahora, él está aquí y yo estoy arrepintiéndome de no haberme tomado este día libre.
¿Por qué? Porque él también decidió ser del poco personal que trabajará hoy, y sé que su único motivo es tener control sobre mí, no se perdería esa oportunidad por nada.

Son las 6:55 am cuando llego a la sala de Medicina Interna, lugar donde estaré hoy. Aquí siempre es necesario el personal porque siempre habrá alguien que necesita estar aquí. En cambio en oncología, todo se resolvió porque no se han programado citas, quimios, o radios para hoy, así que por lo tanto, hoy habrá ningún alma por allá.

Apenas y entro al lugar, veo a Shawn dándole indicaciones a otro interno, éste asiente y hace notas en una pequeña libreta. Cuando Shawn nota mi presencia, deja de hablar y camina en mi dirección. Una vez frente a mí, habla:

―Doctora Harvey, que bueno que llega, ya hay un paciente que espera por usted.―Desde que llegó aquí, me ha tratado como si no me conociera, se dirige a mí lo más frío y formalmente posible. Cuando le es posible, me asigna labores irrelevantes en oncología. Y en el fondo, me duele. Pero particularmente hoy, está sonriendo mientras habla, lo cual dispara una descarga de adrenalina en mí.

―Buenos días, Doctor Mendes.―Asiento para indicarle que me diga de que se trata. Sus ojos pierden la diversión en cuanto lo trato igual de frío que él a mí.

―Hay un Wagner III esperando por usted, justo por allá.―me mira fijamente por un momento y después su mirada viaja a mis espaldas, levanta su mano para señalar en la misma dirección.

Volteo para ver a dónde señala, dándole así la espalda. Se acerca a mí, coloca una mano sobre mi hombro y habla sobre mi oído:―Que se divierta.―Por ese instante sólo pienso en el calor que provoca su aliento sobre mí oído y mi mejilla.

Cuando veo su espalda alejarse, lo miro con coraje. Está asignándome una de las actividades que todo el mundo evita. Claro que sí, a esto a estado jugando.

«Un grano en el culo, te lo advirtió Eva

Me dirijo hacia donde Shawn me ha indicado y huelo al paciente antes de verlo. Menuda experiencia se avecina. ¿Por qué los pacientes se permiten llegar hasta estas condiciones? ¿Por qué no se cuidan y siguen las indicaciones, por qué les importa tan poco su salud?

›››››

―¿Quieres ir a comer ahora?―No quiero, el pie diabético infectado me ha quitado el hambre y no sé cuando la recupere, aún siento su olor penetrando mis fosas nasales. Sin embargo, si que quiero un descanso.

Hospital [Shawn Mendes] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora