Hospital [Shawn Mendes]

XXXVII

—―La última vez que me vendaron los ojos también estabas involucrado en el misterio. —señalo mientras el auto sigue avanzando.

—¿Eh? —pregunta. Olvidé que él no conoce esa parte de la historia.

—Mi fiesta de cumpleaños sorpresa. Camille me puso una venda. —le explico sonriendo, me gustaría ver su cara porque sé que debe estarse riendo.

—Bueno, los métodos se los dejé a ellos. Yo sólo les pedí que te llevarán al lugar. —siento su mano posarse sobre la mía, la aprieta levemente y entrelaza nuestros dedos por un momento. Acerco su mano a mis labios y la beso.

No veo nada, pero siento que el auto se detiene.

—Ya me cansé de verte con esto —dice mientras retira la venda sobre mis ojos—. El paisaje de aquí en adelante es bastante digno de apreciar.

Lo veo de nuevo. Me acerco a él y lo beso suave en los labios. —Yo me empezaba a impacientar por verte.

A medida que avanzamos noto el cambio de superficie y el cambio de ambiente, además de que por supuesto lo veo. Tenía razón, el paisaje que nos rodea es completamente naturaleza. El auto avanza por un camino un tanto estrecho, con árboles a ambos lados.

De pronto, observo luces e identifico una construcción, a esta distancia no afirmaría que es una cabaña pero, a medida que nos acercamos eso se  vuelve sin importancia.

Es una casa de campo de estilo rústico, está en el centro de un área despejada, rodeada por césped perfectamente cuidado. Shawn detiene el auto cuando hemos entrado a la propiedad.

—¿Bajamos? —me interroga.

Se quita el cinturón de seguridad y baja primero para abrir mi puerta. No me he movido, estoy embelesada con el lugar. Cuando abre mi puerta bajo y sólo dejo de mirar la casita para mirarlo a él, sé que está esperando mi reacción. Pero ya no tengo palabras ni acciones.

Voltea en dirección a la casa un momento y regresa su mirada a mí.

—¿Quieres entrar?

Sólo puedo asentir.

Shawn me deja entrar primero y descubrir el lugar por mí misma. Si por fuera la casa me pareció preciosa, el interior es indescriptible. Tiene la iluminación perfecta, el clima perfecto y la decoración es exquisita. Es totalmente acogedora y tranquilizante. Bien podría perderme aquí por unas semanas.

Cuando termino de echarle un ojo al lugar, volteo para encarar a mi futuro esposo. Está allí, en el centro de la sala, con la chimenea a sus espaldas. Me mira expectante.

—No es una cabaña pero, me gustó cuando la ví. Camille creyó que —ya sé qué está pensando, así que antes de que continúe lo interrumpo.

—Si estás pensando que no me ha gustado, para de una vez. No es eso. —me acerco a él.

—No has dicho nada al respecto. —toma mis manos y las besa.

—Antes de que digas algo, escúchame —llevo sus manos a mi pecho y comienzo a hablar—. Cuando comenzó el día todo lo que sabía era que tenía que ir a una fiesta. Ahora, a punto de terminarlo, estoy comprometida con el amor de mi vida. Me elegiste, como yo te elegí a tí hace tiempo. No hay nada que yo deseé más que pasar toda mi vida contigo, porque soy tuya. Has hecho a mi corazón sentirse amado, y ahora sólo quiere ser amado por tí.

—Te amo, mein Schatz. —se acerca más a mí para envolverme en sus brazos.

—Yo a ti. Sin límites, sin barreras. Te amo, plena y eternamente.